Capítulo 26 - Llegaste tarde

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Decir la verdad conforma aquello entre lo que una persona revela y lo que ha experimentado, aquello que piensa o que siente.

¿Alguna vez podré abrir mi corazón y enfrentar a los demonios?

***

¿Ser feliz es tan importante cómo se nos hace creer? Esta es una pregunta que me hago a diario. La plenitud tiene que ver con la comprensión de los objetivos que nos planteamos. De ahí vamos a saber si cumplimos o no con ese deseo. Es importante relacionarlo porque después uno se siente culpable si no logra cumplir esa decisión de «ser feliz».

Ahora: ¿es una decisión?, ¿qué nos hace felices?, ¿alguna vez voy a sentirlo?

Serlo tiene un significado para mí tan simple y tan sencillo como estar en paz, libre de todo ruido.

Esta vez dejame ser feliz, ¡me estoy mintiendo!

Todo lo que pasó... El cuerpo me da señales, la máquina funciona, pero la mente siente que jamás voy a volver a estar a salvo.

¡Maldita sea!, no me gusta estar sola en las noches..., no me gusta saber que todavía tiene poder sobre mí. ¿Es que ni la muerte puede separarnos? Maldito enfermo, y más maldita yo...

Más lágrimas, que no sabía que aún tenía, comienzan a brotar de mis ojos, sin control. ¿Es cierto que puede uno deshidratarse por llorar? Si no fuera así lo estoy dudando para este momento.

Puedo sentir mi cara retorciéndose luego de perder la pelea con mis sentimientos. Empujo la mesa de luz y pateo mis zapatos, necesito que alguien sepa y me entienda, que mire más allá de la piel para ver la profundidad de mis heridas. Lo que me hizo quien soy hoy, enterrando a la que fui ayer. Los sucesos que diluyeron mi alma y me entregaron esta cáscara que camina colo un autómata, esperando que lleguen por fin a buscarla.

Él me arrebató mi poder de decisión, me quitó mi seguridad y la capacidad de amarme...

No más, lo decido hoy.

No me van a romper.

No me voy a caer.

Lo voy a atravesar.

Mi enojo... Mi enojo es conmigo por haberlo permitido.

Mi puño golpea una fotografía mía que descansaba en uno de los estantes de la biblioteca.

Ya no soy esa niña, pero tampoco voy a ser lo que hicieron conmigo. Me voy a reinventar, no me van a romper nunca más. Soy la poderosa Oriana que todo lo puede y todo lo intenta.

Por muy larga que sea la tormenta ya puedo vislumbrar alba.

***

—¿Por qué no estás durmiendo, Ori? —pregunta Ale al aparecer frente a mi puerta.

—Porque los recuerdos vienen a buscarme. —confieso, a pesar de que no quería hacerlo.

No puedo evitarlo... Una lágrima se me escapa sin permiso y recorre sutilmente mi mejilla.

—¿Querés hablar de algo más? —interroga y suelta un largo suspiro mientras yo le dijo que no con la mirada.

—Es solo que... sigue resonando en mi cabeza

—¿El beso?

—¿Qué? No... Sí, pero también... Hay otra cosa y... Nuestra amistad —añado esto último, prefiero tocar este tema que decir la verdad.

Cruza los brazos y cambia de posición.

—No estamos siendo claras —alega con razón.

—Yo sé cómo me siento, bueno..., en realidad, no lo sé. Pero tampoco quiero boicotear esta amistad. ¿Tengo que tomar una decisión? —digo sin darme cuenta de que lo hago en voz alta.

—Exactamente, la solución la tenemos. Es como decía el gato de Alicia: «es por acá o es por allá». Da igual...lo importante es elegir.

—No es tan fácil. ¡Vos no sabés!

—Sé que duele y que lo único que te puede curar es el tiempo. Hoy duele mucho, mañana un poco menos y los días van a hacer que las heridas cicatricen y puedas volver a sentirte bien.

—No, no entendés, Ale.

—¿Lo extrañás? Pensé que algo raro pasaba. Nunca hablás de él y...

—No lo nombres. ¡NO LO NOMBRES! Por favor.

—Está bien, perdón. Sé que duele, pero en algún momento tenés que...

—No.

—No puedo estar toda la vida esperando para las explicaciones. Él ya no está... ¿Qué fue lo que pasó?

—No tengo ganas de hablar. Voy a salir, se me hace tarde.

—Pero si hoy no trabajás, no te escapes.

Busco mi cartera y reviso si tengo dinero en la billetera, antes de colocarla nuevamente en la mesa.

—Está bien, ¡hacé lo que quieras!

—Ya lo estoy haciendo.

Mierda, mierda y más mierda.

Me voy pateando los muebles hasta que cierro la puerta de mi habitación de un portazo.

La felicidad no es una decisión. Los libros de autoayuda nos quieren hacer creer que nosotros somos los tontos que decidimos no ser felices.

¡No ven que lo estoy intentando!

La felicidad no es una decisión y es algo que los humanos debatimos hace más de doscientos años.

¡Carajo!

¿Qué saben ellos de la felicidad?

Solo me conformo con subsistir.

¡Argh!

Ahora sí voy a vestirme.

Rebusco en el ropero por un pantalón chupín negro y lo combino con una blusa blanca transparente. La uso normalmente con una musculosa por debajo, pero hoy no me apetece, al que no le guste, que no mire.

¡Al carajo!

Me pongo unos zapatos cómodos; nunca más pude usar tacos. Las zapatillas negras de cuero lucen bien y me dan la libertad que necesito.

Al salir del cuarto, casi que me choco con Alejandra, quien también sale de su habitación.

Malena aún duerme, para nuestra suerte, y ojalá ni en sueños haya escuchado nuestra conversación.

—Entonces, ¿querés seguir hablando? —insiste Ale.

—No.

—Mirá... Si Messi dejó el Barcelona, vos podés dejar esa vida miserable que llevás.

Sonrío con una mueca agria.

—No me vengas con pelotudeces. Al final, golpeamos al lobo hasta que muerde para poder decir que es malo.

—Yo no dije eso y lo sabés.

Me mira más de lo que hubiera querido.

No sé realmente si le gusto o solo soy una distracción, tampoco sé lo que me sucede a mí.

—Nos vemos por la noche... —sentencio de mala gana.

—¿Vas a salir vestida así?

—No me esperen despiertas.

—Si tenés ganas de que te violen es tu decisión.

Esa palabra es un detonante. Es la mecha encendida que apaga mi autocontrol. No puedo creer lo que sale de mi boca cuando le digo:

—No te preocupes, llegaste tarde porque eso ya me pasó...

La primera vez que escuché hablar de orgullo era muy joven para comprenderlo o, al menos, no tenía la capacidad para definirlo.

El orgullo que siente una madre, el orgullo por un logro, el orgullo que sentía por guardar mi secreto.

Era mío, lo único que él me dejó antes de irse.

Y ahora abrí una puerta..., solo espero poder cerrarla pronto.

Detrás del cuento de la vida perfecta solo hay eso:una vida

Cuando hable el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora