Capítulo 17 - Emoción violenta

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TW: violencia - Ansiedad


Solamente el viento conoce mi secreto.

Ese secreto mío que es de todas el secreto.

El viento es un observador de mirada sumisa,

y la verdad se evapora como el aire que respiro.

Solamente el viento sabe de mis golpes,

enmudece de bronca y calla por miedo.

Con alevosía, mi piel queda marcada,

mas mi pecho no comprende su escarmiento.

No importa a dónde huya ni cuánto corra,

mi cabeza nunca me abandona.

El viento es un sueño devenido en pesadilla.

Mi secreto, es como el viento, que con dolor me atormenta,

y ese viento es una ilusión, ilusión inexpresiva.

Las heridas dan cuenta de que existe en mi cuerpo:

sobreviviente de piel gruesa como el acero.

No soy una víctima, dejé mi indestructible huella.

Apenas el viento conoce mi secreto.

El viento hablará, tarde o temprano, y seré libre de compartir mi secreto sin sentir vergüenza. Ahora soy más fuerte que nunca, mi piel es de acero y no hay cuchillo que traspase mi alma. Todo el dolor será alivianado con la verdad y, cuando se levanten los velos, seré libre para vivir en paz.

***

Llego temprano a la casa de Leti, quien se encuentra profundamente dormida, por lo que me dejo caer en mi silla preferida. Examino la mesa del comedor, refugio de libros y fotos en un improvisado álbum a medio hacer.

Mi primera tarea del día es ordenarlas en una especie de bricolaje. Solo las presento en un cuaderno y luego decoro las esquinas con unas lentejuelas que ya estaban en la idea de la artista, de la que contrario, no veo otra razón para que estuvieran aquí

Me encanta trabajar con ella, es por eso que siempre llego a tiempo y que siento pena cuando debo marcharme. A ver, no es un trabajo millonario, pero me mantengo y hasta me sobra algo después de pagar los impuestos. Qué más quiero cuando, además, disfruto de lo que hago.

El sonido del televisor me espabila y me avisa que alguien ya se despertó de la siesta.

Acomodo mis producciones del día y ordeno la mesada para no dejar pruebas de mi experimento de arte.

Escucho a Leti chasquear la lengua. Esa es mi señal para irrumpir en su habitación.

—Vení —me invita mientras palmea la cama—. Sentate conmigo, hermosa. No vas a poder creer lo que estoy escuchando.

—Odio mirar el noticiero, pero por vos voy a hacer un esfuerzo. —Le guiño el ojo y la abrazo por sobre los hombros.

En la pantalla aparece una noticia sensacionalista. El banner reza lo siguiente:

«La pandemia y los nuevos millonarios».

Esta nota explica que la crisis de la pandemia, que azotó al mundo en el 2020, produjo que los diez mayores millonarios del mundo duplicaran su fortuna.

—Pienso que son muy inteligentes — me dice Leti y yo imagino a un niño de cabeza grande y anteojos.

«¡No!, eso es un estereotipo».

Cuando hable el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora