Su niña

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Soy una chica de gustos simples. En verano, me baño por las noches y veo películas de Barbra Streisand mientras peino mi cabello. A veces recorto a las modelos en las revistas que trae mamá de su trabajo. Pero me quedo en casa, sobre todo.

Por lo que eso hago ahora, con la diferencia de que me acompaña María y mucha ropa. A ella no le gusta Barbra Straisand, excepto por Funny Girl. Solo está aquí por la novedad de mis regalos, ahora que tengo el tiempo de ordenar todo.

-¿Por qué a ti te dieron tanta ropa? -pregunta mi hermana.

-A ti te dieron una consola, María.

-Sí, pero yo ya no tengo mucha ropa que me quede. -Es cierto, María está creciendo rápido.

-Mira, ya que tengo mucha ropa nueva, puedo regalarte esa blusa verde que siempre quieres quitarme.

Sus ojos se iluminan. -¿De verdad?

-Sí, sácala de mi armario.

-¡Gracias! ¡Te voy a prestar mi consola cuando quieras!

Corre hacia este y rebusca entre mis prendas. La bulla de afuera evita que pueda escuchar a Barbra cantando Papa Can You Hear Me? así que subo el volumen de la televisión. Afuera están todos los primos de Aaron, chicas y chicos, jugando a la pelota.

-No hagas un desorden, Carla llegará en un rato.

María me ignora. -Yo lo que no entiendo es por qué Aaron te está hablando como si nada.

-¿Aaron te está hablando? -Volteo y veo a Carla cruzando la puerta. ¿Qué? ¿Cuándo entró a la casa?-. ¡No me contaste! Por cierto, ¿tienes secadora? -pregunta.

-Sí, Aaron me está hablando, y no, no tengo secadora.

-¿Cómo no vas a tener secadora? Tu cabello es larguísimo, si te duermes con el cabello mojado te vas a enfermar.

-Yo me lavo el cabello más temprano para que seque.

-¡Ya! -interrumpe María-. Sara, no cambies de tema. Además eres una mentirosa, siempre te duermes con el cabello húmedo.

-¡Mentira!

-Basta de cabello. -Carla se sienta junto a mí-. ¿Aaron sabe español?

-Sí, ah, antes mezclaba el sueco y español, pero ahora habla muy bien.

-Ya. Sara, ¿será que le gustaste? Has crecido, te has puesto más guapa.

Niego con la cabeza. -Yo también me sorprendí, incluso parecía amistoso conmigo, pero las gemelas me dijeron que es porque quería que lo acompañara a la fiesta de Piero, este domingo. Es que si yo no voy, su mamá no lo deja ir. Entonces... -Me encojo de hombros.

Carla enrojece de la molestia, sé que está conteniéndose de soltar groserías solo por María.

-Si antes él no te hablaba, ahora tú vas a ser la que lo ignore, ¿me escuchaste?

-Pero tiene que hablarle -interrumpe María-. Nos vemos todos los días, ella no puede ser grosera. Y el domingo va a una pijamada con las gemelas.

María solo está defendiendo a Aaron, porque lo adora como a un hermano mayor. Carla rueda los ojos, pero sabe que María tiene razón.

-Entonces solo serás cordial, pero no le des pie a nada más.

Carla es muy diferente a mí, pero congeniamos perfectamente. Diría que no sé cómo es que somos amigas, pero sí lo hago. Fue espontáneo, nos conocimos en la escuela y después nos dimos cuenta de que vivíamos en la misma cuadra. Yo me aferraba a mi libro de El Principito en los recesos, por lo tanto, no salía a jugar. Carla me sacó del aula a la fuerza y me enseñó a jugar voleibol (hasta ahora es el único deporte que sé). Nunca fui tan buena como ella, pero ya teníamos algo en común.

Fantasía en DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora