Cuando Jack Tucker, se presenta en la puerta de Danny Solis por una confusión, ella sabe que toda su vida cambiará para siempre, en especial después de que pasan la noche más inusual de todas. Creyó que no se volverían a ver, como no lo habían hecho...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Muchas cosas han sucedido estas dos semanas y ésta les ganaba a todas ellas. El cuerpo de Jack se sentía cerca, incluso si estaba en el suelo (a un lado mío), durmiendo allí porque insistió en que yo tomara el sofá, también insistió en que necesitaba mantas para al menos acolchar el piso, se las concedí, todas (bajo su protesta) mientras me tapaba con mi anorak amarillo chillón.
Con el silencio incomodo que gobernaba, podía escuchar el viento golpear contra las ventanas. No podía dormir, no con él ahí abajo, a centímetros de mí, respiraba pesado, suponía que él si era capaz de dormir, incluso estando tan incómodo.
Me removí en el sofá, no queriendo hacer demasiado ruido. Mi piel me picaba con expectación, sentía los latidos en mi cabeza y trataba de no hacer sonora mi respiración, pero era imposible, todo parecía ser una maldita broma y relajarme no era opción, chicos como Jack no terminaban en medio de un laboratorio por una tormenta con chicas como yo, a voluntad, porque él podría irse y dejarme aquí, como hubiera sido, pero no, él seguía aquí, insistiendo en pasar una tormenta de nieve en un lugar sin electricidad ni comodidad.
Me volví a mover.
—¿Qué pasa? —gruñó él.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Escucho desde aquí como los engranajes de tu cerebro trabajan con demasiada rapidez —tenía la voz adormilada, me daba la espalda, su ancha espalda.
—Que mi cerebro tenga engranajes envés de axones es... una buena comparación —admití.
—El piso es duro, Dan, no sería un buen piso si no fuera duro —musitó —Y está bien, tengo todas las mantas, más me preocupa que te dé una neumonía.
—No me he resfriado y tengo este anorak, aunque sea "feo" —hice comillas con mis dedos, sabiendo que él no me veía —, según Ezra parezco un pato, la verdad es que me gusta el color, admito que es algo extravagante, pero es funcional, es abrigado y sirve para la lluvia...
—Ezra y tú son muy buenos amigos, al parecer.
—Ahm, sí, junto con Roxy... —recordé el problema actual de convivencia —hemos obtenido una rutina un tanto peculiar últimamente.
—¿Por?
—Es más como... miradas furtivas y silencios incomodos, después del día en el bar las cosas cambiaron un montón.
—¿Sucedió algo en el bar? —preguntó, ronco.
—Uff, no tienes ni idea, menos mal escapé antes de que pasara algo más —y lo presenciara, no tenía interés en ver como se comían la boca y salían borrachos y calientes hacia algún motel —, luego todo se fue por el caño cuando ese sujeto me siguió, fue una suerte que te viera a lo lejos, creí que alucinaba.
