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Los nervios no me dejaron comer en la mañana, tampoco la noche anterior. Podía estar segura que Ezra y Roxy estaban igual que yo. El viernes llegó más rápido de lo que quise, volviéndose la semana más difícil que he tenido en todo el año. Ya pasado año nuevo y con el fin de las vacaciones de invierno a la vuelta de la esquina que apenas pudimos disfrutar debido al mismísimo proyecto, nos preparábamos para los nuevos retos.

Daphne llegaría el lunes si es que la nieve se lo permitía (cosa que dudaba porque la tormenta había vuelto y cancelaron todos los vuelos a Alaska), lo que me dejaba tiempo suficiente para arreglar mis asuntos, todos ellos. El algoritmo; Jack Tucker; Un corazón roto.

Las canciones tenían sentido ahora, los poemas dejaban de ser un enigma para mí y empatizaba con las películas. Más de una vez me sorprendí llorando tumbada en la cama recordando la conversación que escuché a escondidas (sin sentirme orgullosa de eso) del equipo.

Cumplí, no hablé con Jack, no respondí sus mensajes, ni llamadas, tendí a evitar pasarme por el laboratorio y también por la cafetería a horas pick, más de una vez lo vi a unos metros en el campus, pero agarraba el brazo de Roxy y desaparecía como una cobarde, sin darle oportunidad de que se acercase.

No había nada más difícil que mantenerme alejada de él, con una parte de mí muriendo cuando veía su rostro cargado de tristeza y preocupación. Los sueños era lo único que me quedaba en las noches, imaginando si las cosas fueran distintas, ideas abstractas de nosotros en un picnic; conversando mientras caminábamos, agarrados de las manos; viendo películas en el cine; saliendo a patinar en un lago; riéndonos en mi cama, mientras nos dábamos besos inocentes; abrazados en su sofá; yo viéndolo patinar, jugando hockey; él contándome su día; verlo, sonriéndome, a mí.

Los recuerdos me atormentaban, todos esos buenos momentos no concordaban con Jack queriendo jugar, no pensaba que él fuera capaz de eso, sin embargo, una vocecilla molesta en mi cabeza me recordaba que no lo conocía, no del todo. Tal vez, él solo me mostró lo que quería que yo viera, tal vez si estaba jugando conmigo, queriendo hincharse el pecho con orgullo por conquistar a la fea del baile. Y, para mi mala suerte, muchas veces esa vocecilla ganaba, haciéndome sentir fatal.

Luego, el correo de Martin diciendo que habría un jurado para aceptar el proyecto, arruinándome la posibilidad de disfrutar mi corazón roto en paz (obvio, no lo disfrutaba, era un decir). La pena combinándose con los nervios en mi cuerpo era una pésima forma de pasar la semana.

Sexta hipótesis: El amor entrega, todo, sin que te des cuenta. Te vuelve vulnerable.

Jack me había hablado de Alice, podría haber sido una forma de advertirme: «oye, voy a jugar contigo, por si acaso». No obstante, también había cuidado tan bien de mí que no parecía ser un juego, pero qué podría saber de eso, no había tenido una relación antes, jamás había sentido la atención de un chico en esa manera, jamás me había sentido así antes, él fue el primero, en tantas cosas, que dolía y no saber me fastidiaba.

It's Love at Quantum LevelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora