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Me presenté en la pista de hielo, más abrigada de lo que había estado nunca

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Me presenté en la pista de hielo, más abrigada de lo que había estado nunca. Que buena forma de empezar la semana; resfriada. Es cierto que no me enfermaba seguido, pero cuando lo hacía se me daba fatal, tan así que me dejaba en cama toda una semana, lamentablemente quedarme con Daphne a mi alrededor, diciendo un montón de porquería, no era precisamente como me gustaría pasar mi resfrío así que vine a trabajar en el proyecto.

Ezra estaba en la mesa de trabajo que nos dieron la semana pasada.

—Te tardaste, patito feo. ¿Qué sucedió contigo? ¿Te hiciste un robot romántico y tuviste sexo con él todo el fin de semana?

—Muy gracioso —mi voz salió gangosa, dejándome en evidencia.

Ezra se giró de inmediato, alzando una ceja.

—Jesús, Danny, ahora si te ves como un patito feo —dijo. Le alcé el dedo del medio como respuesta. Él sonrió y volvió a la computadora —. ¿Podrás trabajar? Te ves horrible, sin ofender, pero creo que lo mejor es que te vayas a casa. Tengo sopa de verduras y pollo de mi abuela, te servirá.

—Prefiero probar el algoritmo, hoy es el primer día de pruebas.

El entrenador Duncan nos dijo el viernes que hoy se haría un partido entre ellos para ponerlos aprueba, lo que nos permitiría afinar a nosotros el algoritmo.

—Danny, en serio, no te ves bien.

Lo podía imaginar, me vi en el espejo esta mañana y aunque traté con todas mis fuerzas de arreglar mi aspecto tomando una ducha y pidiéndole a Daphne que me maquillara las ojeras, no logré nada. Bolsas moradas se me formaron bajo los ojos y mi piel estaba de un tono pálido enfermo, mis labios partidos por la fiebre del sábado en la noche y debía asumir que de un tono muy rojo por toda la sangre que circulaba en mis mejillas.

Me tuve que amarrar el cabello en una trenza desorganizada por el sudor.

—Estoy bien, descuida, si me quedo en mi cuarto un segundo más con Daphne y sus fobias a los patógenos me moriré, literalmente.

Se rió.

—Muy bien, fantasma de Canterville, saca tu cerebro portátil y ayúdame con esto —su atención volvió a la pista.

Me senté a su lado, sacando mi computadora y abriendo el programa con el algoritmo.

—¿Y Rox? Se supone que traería la cámara para hacer un plano 3D del partido.

—Se retrasó, como tú, pero te perdono por tu apariencia —había algo sutil en su tono, uno que indicaba buenos recuerdos y felicidad.

—¿Y a ella?

Me dio una ojeada, simple, sus ojos destellaron en algo feliz y secreto, el cual no era bueno ocultando.

—Digamos que seguimos tu consejo, arreglar nuestros problemas.

It's Love at Quantum LevelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora