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ᴅᴏs ᴀñᴏs ᴅᴇsᴘᴜés

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ᴅᴏs ᴀñᴏs ᴅᴇsᴘᴜés


El fin de semana iniciaba el viernes por la noche, y no había mejor panorama que sentarse a ver un episodio de «Big Bang Theory» en el ordenador sobre mi cama, mientras mi hermana (en fines prácticos, mi hermanastra) se pasaba de fiesta en fiesta hasta altas horas de la noche, hasta la madrugada.

Por lo tanto, habitación sola.

Por lo tanto, un viernes a lo máximo.

Desde que habíamos vuelto a la universidad después de pasar las vacaciones en Alaska, Whittier (mi pueblo natal) y en parte el de Daphne, me había acostumbrado a pasar los fines de semanas, sola. Mi hermana con la que compartimos edad, hogar, universidad y las primeras letras de nuestros nombres; no compartíamos nada más, nada de nada, ni el tono de piel, ni la contextura, o personalidad ni popularidad.

Volver a ese día en donde mi madre, Miranda Solis, me avisó que se iría a casar con el vecino Ted Newton, me traía recuerdos variados, como la primera vez que hablé directamente con Daphne, quien no conocía de mi existencia hasta ese día a pesar de haber compartido matemáticas y ser vecinas de casilleros toda la secundaria. También como tomó la noticia; bastante bien. Dap también tenía la idea de que su viejo estaba viéndose con alguien, lo mismo que yo con mamá.

¿El cambio? Largo, pero llevadero, resultó que nos llevamos bien, a pesar de que soy (y cito sus palabras): una nerd de principio a fin, con gustos raros y una increíble hermana. Nos logramos complementar y finalmente decidimos venir a la misma universidad, la estatal de St. Cloud, ella con una beca por deporte y yo por calificaciones.

El primer año fue más difícil de lo que esperaba en nuestro nuevo comienzo y luego todo se volvió mucho mejor para Daphne. Yo, en cambio, me volví más fracasada que en la secundaria, lo que no debería sorprenderme, a mi madre tampoco, lo que es más penoso ahora que lo pienso.

—Oh, vamos —me quejo, observando mi serie y las pésimas decisiones que toma Leonard.

El toque de la puerta me distrae de Sheldon y su parafernalia contra Penny.

—No puede ser —dejo caer mi cabeza sobre mi almohada y resoplo.

Dios santo, mi viernes de Big Bang Theory se ve interrumpido por alguna (o algún) idiota de la fraternidad, ya puedo imaginar lo que pueden llegar a pedirme: Cambia una bombilla por mí, ¿sí?. ¿Sabes qué le pasa a mi laptop?. Oh, Danny, ¿has visto a Daphne?. ¿Me ayudas con mi tarea de cálculo?.

Me levanto a regañadientes, no encontrándome con los normales lentes de abuela de Sophie del 206, o las pecas de Margaret del 412. No, en cambio, me encuentro con unos ojos azules, con un tono que jamás había visto antes tan de cerca. La altura también me impactó, demasiado alto, más de lo que cualquier chica de la residencia podría tener. La mueca de confusión debía de ser la misma que tengo.

It's Love at Quantum LevelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora