Seis

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         Estoy sentada en el que ya bauticé como mi rincón, un lobo me había acercado un poco de sangre que bebí con avidez, moría de sed, y si bien aún tengo ganas de beber más, me conformo con lo que me dieron, es mucho más de lo que me hubiera ...

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         Estoy sentada en el que ya bauticé como mi rincón, un lobo me había acercado un poco de sangre que bebí con avidez, moría de sed, y si bien aún tengo ganas de beber más, me conformo con lo que me dieron, es mucho más de lo que me hubiera dado mi padre si yo fuera su prisionera. Mi padre... la imagen de su cabeza en mis manos vuelve a atormentarme, cierro los ojos con fuerza intentando que se desvanezca, pero eso no ayuda en lo más mínimo. Lo que sí me ayuda es escuchar la puerta de este lugar abriéndose, escucho pasos acercándose y enseguida noto que son el Beta y Aila.

-Hola Ari, ¿te puedo decir Ari? – me pregunta Aila y yo frunzo mi nariz, nunca nadie me ha llamado así, pero supongo que no me disgusta, por eso asiento con mi cabeza con un poco de desconfianza.

-Te vamos a trasladar – me informa el Beta y yo lo miro con atención, veo en sus manos unos grilletes para encerrar mis manos y mis piernas, seguramente están embebidos de verbena, planta que nos debilita. Suelto un suspiro y me paro de mi lugar – Si intentas escapar sabes que te va a ir muy mal ¿no?

-No voy a intentar escapar, y lo saben.

-Siento que tengamos que ponerte esto, pero son órdenes del Alfa – dice frustrada Aila y yo asiento con mi cabeza viendo como el Beta abre la reja y se adentra a mi celda. Yo extiendo mis manos y dejo que me coloque los grilletes, primero en mis brazos y luego en mis piernas. Siseo de dolor cuando éstos tocan mi piel, arde, lo que me hace notar que efectivamente tienen verbena.

-Vamos – dice el Beta y comienzo a caminar siguiendo a Aila, detrás nuestro viene él.

Cuando salimos afuera cierro mis ojos por unos segundos por la luz, por suerte no es muy fuerte, por estos lugares muy pocas veces al año hay sol. Aila al notar que ya estoy un poco mejor comienza a caminar, por lo que comienzo a seguirla, siento como no solo nos sigue el Beta, sino que también varios lobos más, supongo que por seguridad, como si pudiera escapar de una manada de lobos con lo débil que estoy y si eso fuera poco, estoy encadenada. Mientras caminamos veo de reojo como los lobos paran sus quehaceres para mirarme con atención, miedo, repugnancia. Suelto un suspiro cargado de frustración, si mi padre no hubiera incumplido el tratado de paz, seguramente los lobos no me verían como amenaza, sino como una aliada más. Si mi padre no hubiera incumplido el tratado de paz, ahora estaría en esta manada como la mate de mi lobo, viviendo feliz entre ellos, siendo feliz con él, pero esa no es la realidad, solo soy una prisionera, a la que seguramente su mate no tarde en rechazar.

Veo como nos adentramos a la casa del Alfa y miro todo con mi ceño fruncido, ¿qué hacemos acá? Noto el silencio en la mansión, ningún corazón late allí, lo que me indica que no hay nadie, solo el séquito de lobos que me vigilan y Aila.

-Por acá – me indica ella y comienza a subir unas escaleras, yo la sigo sin decir nada y llegamos a un pasillo con varias puertas, ella frena en la primera que nos cruzamos y se adentra allí, una sencilla habitación nos recibe – Esta va a ser tu nueva habitación, por el momento no podrás salir de aquí, pero vas a estar más cómoda que en esa mugrosa celda.

-¿Por qué tienen estas atenciones conmigo? – pregunto sin entender por qué están siendo tan amables conmigo. No solo soy su enemiga por naturaleza, sino que mi familia les declaró la guerra a todos ellos.

-Porque nos has ayudado mucho – me asegura Aila sonriéndome, mientras le hace seña a su mate, él la mira con sus ojos cargados de amor y se acerca a mí, para poder sacarme los grilletes.

-Y porque la Luna peleó con todos nosotros para tenerte en mejores condiciones – una pequeña sonrisa tira de mi boca, Aitana parece tener un corazón enorme, o tal vez es lo suficientemente ingenua para no entender aún este mundo.

-Amenazó al Alfa con que él debía buscarse otro lugar para dormir mientras te tenga encerrada en esa celda – se carcajea Aila y yo tengo ganas de sumarme a su risa, pero no lo hago, para no faltarle el respeto al Alfa.

-Aila – se queja el Beta, defendiendo el honor de su Alfa.

-¿Qué? Esa humana tiene más ovarios que muchos seres sobrenaturales, siempre pelea por lo que cree que es lo correcto. No se puede decir eso de muchos – bufa, y algo en mí se retuerce, después de todo fue Aitana la que peleó por mi bienestar y no mi Tua.

-Aila – el tono de advertencia del Beta no me pasa desapercibido, y noto como Aila se muerde la lengua para no decir algo más.

-De todas formas – carraspeo para llamar la atención de ambos, intentando cortar con ese ambiente tenso – Agradézcanle de mi parte a la Luna por favor.

-Conociéndola, no demorará mucho en hacer de las suyas y venir personalmente – se ríe Aila – Tienes ropa para cambiarte y allí está el baño – me señala un armario y luego una puerta, que seguro me llevaría al baño.

-Gracias – le sonrío.

-La habitación está insonorizada, tampoco tu olfato funcionará acá adentro, como supongo lo debes haber notado. Las ventanas tienen barrotes de madera con verbena, yo si fuera tú me mantendría alejado de allí, y de todas formas tendrás guardias en tu ventana y en la puerta, así que no podrás escapar de aquí – me informa el Beta y yo asiento con mi cabeza, tampoco planeo escaparme, sé con certeza que no voy a llegar muy lejos, y acá al menos estoy cerca de mi Tua, tal vez ver que no soy como mi familia, lo haga cambiar de opinión y venir por mí.

-Bueno, vamos a dejarte, supongo que tienes ganas de asearte y descansar – Aila me sonríe, y toma de la mano a su Alma, para después de saludarme con la mano, salir de la habitación.

Recorro con mi vista la habitación, para después no dudar en correr hacia el baño, muero por una ducha, aún tengo restos de sangre en mi cuerpo. Cuando me veo en el espejo ahogo un grito, luzco horrorosa, en mis mejillas puedo ver la sangre seca de mis lágrimas, mi ropa rasgada y llena de sangre mía y de mi padre, me deshago rápidamente de la ropa y me meto en la ducha. Veo como el agua comienza a teñirse de rojo, y suspiro de alivio, mientras restriego mi cuerpo una y otra vez.

Luego de al menos una hora debajo de la ducha, salgo de la misma, me seco y me tiro desnuda en la cama, pero enseguida me paro para conseguir algo de ropa, cualquiera puede entrar en cualquier momento, y no me apetece que me vean desnuda. Cuando termino de vestirme me tiro en la cama con cansancio, dejando que todo mi cuerpo se relaje y, como siempre desde estos últimos meses, pensando en mi lobo gris.

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Buenaaaas, estos últimos capítulos los he subido sin escribir nada, pues los subía apurada. Por suerte tengo varios capítulos escritos, porque no he tenido tiempo para escribir, pues no solo estoy con todo lo de la boda, sino que también comencé a estudiar para un examen muy importante (y largo) que tengo en junio.

Espero que todos anden muy bien, nos leemos en una semana (espero).

XOXO

Una Vampiresa para el DeltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora