Veintidos

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         Hace exactamente quince minutos me encuentro sentada en el sillón del living de la casa de Otto, aún me siento en una nube, lo que pasó anoche quedó tatuado en mi alma, y si tenía algún poquito de dudas por mis sentimientos por Otto (duda...

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         Hace exactamente quince minutos me encuentro sentada en el sillón del living de la casa de Otto, aún me siento en una nube, lo que pasó anoche quedó tatuado en mi alma, y si tenía algún poquito de dudas por mis sentimientos por Otto (dudas que ni siquiera existían) anoche se esfumaron. Aún puedo sentir sus caricias sobre mi piel, la forma de adorar mi cuerpo, sus besos que no expresaban más que amor. Nunca en mi vida me habían cuidado tanto, nunca me habían hecho sentir tantas cosas en tan solo unas cuantas horas.

Suspiro y miro el reloj una vez más, esperando con ansiedad a que Otto llegue. Él me había dicho que cuando llegara me llevaría a cazar, pero yo misma me había tomado el atrevimiento de pedirles a los guardias que me acompañen a cazar. Lo cierto es que anoche había gastado demasiadas energías y estaba hambrienta, y no quiero que Otto me vea cazar, no quiero que vea ese monstruo. Nunca había hecho las paces con mi lado vampírico, siempre me pesó tener que cazar, siempre lo odié, ver cómo una vida se escapa entre mis manos para que yo pueda vivir, siempre odié eso, y no estoy dispuesta a que Otto vea la peor parte de mí, al menos no por ahora.

-Buenos días mi pequeño ángel – su voz enseguida me hace sonreír y levantarme de un salto del sillón, sus brazos rodean mi cuerpo y su nariz se entierra en mi cuello.

-Hola Otto – envuelvo mis brazos en su cuello y me dedico a dejar suaves caricias en su nuca.

-Te extrañé demasiado – una risa de felicidad brota desde lo más profundo de mi ser - ¡Ey! no te burles de mi – me pide mientras sale de su escondite y me mira a los ojos.

-No me estoy riendo de ti – le replico sin perder mi sonrisa – También te extrañé – no dudo en unir nuestros labios y él no duda en seguir mi beso, y no solo eso, sino que lo profundiza, pone su mano en mi glúteo y me acerca a él, un gemido se me escapa mientras lo acerco más a mí.

-Eres tan adictiva – me dice y vuelve a atacar mi boca, enseguida siento como mi sangre hierve y no dudo en recorrer con mis manos su pecho - Me tengo que duchar, ¿me quieres acompañar? – una sonrisa pícara acompaña a su petición y yo no dudo en asentir con mi cabeza, él hace que envuelva sus caderas con mis piernas y nos lleva de forma rápida hacia su cuarto, en el camino voy sacando su remera y también la mía. Cuando llegamos al baño ambos nos terminamos de desvestir de forma rápida y torpe.

-Otto – gimo cuando lo veo completamente desnudo.

-Mierda Ari – dice recorriendo mi cuerpo con su mirada – A la ducha – me la señala, él la prende y cuando siente que está en la temperatura perfecta me ayuda a entrar.

La temperatura cálida del agua choca contra mi piel por unos breves segundos, porque enseguida Otto me toma por la cintura para besarme y con su cuerpo acorralarme contra los fríos azulejos. Besa mi cuello, mis senos y quiere seguir bajando, pero no lo dejo, lo levanto y vuelvo a besar su boca, mientras con una de mis manos tomo su pene y comienzo a masturbarlo. Sinceramente no hacemos mucha previa, no pasan muchos minutos cuando ya estoy nuevamente con mis piernas alrededor de su cintura, lo único que esta vez con él dentro de mí, penetrándome con fuerzas, profundo, haciéndome delirar.

-Vamos a que caces pequeño ángel, después almuerzo y luego tenemos que hablar – me dice mientras nos vestimos, enseguida me tenso, odio los "tenemos que hablar", nunca traen algo bueno.

-Ya fui a cazar, los guardias me acompañaron – apunto con mi dedo fuera de la casa, él frunce su ceño y yo muerdo mi labio – Podríamos hablar ahora – sea lo que sea, quiero escucharlo y pasar por ello ya mismo.

-¿Por qué no me esperaste?

-Tenía hambre, anoche gastamos muchas calorías – digo con una pequeña sonrisa y él ríe, para dejar un beso en mi frente.

-Bien, entonces vamos a la mansión, así almuerzo, ¿o prefieres esperarme acá?

-¿No tenías algo para decirme?

-Podemos hablarlo después – yo muerdo mi labio con impaciencia, debatiéndome si refutarle o no, al final suspiro y asiento con mi cabeza.

El almuerzo en la casa del Alfa, que siempre se me hace de lo más entretenido, se me hace eterno, no dejo de pensar sobre qué quiere hablar Otto, nada se me ocurre y eso solo hace que mis nervios aumenten.

-¿Sabes? Creo que desde aquí puedo escuchar tus engranajes – me dice Otto cuando caminamos de la mano hacia su casa, yo lo miro con el ceño fruncido, sin entender de qué habla - ¿En qué piensas tanto?

-En nada.

-Vamos bonita, te conozco, no hablaste de nada en el almuerzo – muerdo mi labio inferior y lo estudio con mi mirada, debatiéndome si decirle la verdad o no, al final suelto un suspiro.

-Odio los "tenemos que hablar" – le confieso y él me mira con el ceño fruncido – antes de ir a la casa del Alfa, dijiste que tenemos que hablar.

-Oh por Dios mi pequeña – suelta mi mano y me abraza de lado, sin dejar de caminar, deja un beso en mi cabeza y suelta una pequeña risa – No es nada malo sobre lo que tenemos que hablar, te lo prometo – me regala una pequeña sonrisa tranquilizadora y yo suspiro mientras asiento con mi cabeza – Si sabía que te iba a poner tan nerviosa no te lo decía nada – murmura, más para sí mismo que para mí.

-Es algo que no puedo evitar, siempre después de esa frase viene algo malo – bufo como una niña encaprichada.

-Pues, para que sepas, que cada vez que yo te diga "tenemos que hablar" va a venir algo bueno – me dice y yo río, por suerte justo llegamos a su casa, ambos entramos y él me dirige a su sillón, nos sentamos uno a lado del otro.

-¿Entonces?

-Ansiosa – me dice achinando sus ojos y me roba un beso, para después tomar una de mis manos entre las suyas – Estuve hablando con Einar, es hora de que recuperes tu libertad Arinka – me dice pasándome un mechón de pelo detrás de mí oreja, yo lo miro sin decir nada, con la alegría explotando mi pecho – Ya no más guardias, y si quieres estar en la manada va a ser porque tú lo quieras, no porque alguien te esté reteniendo, si quieres volver con tu clan puedes hacerlo, puedes hacer todo lo que tú quieras – cuando deja de hablar mi mundo se detiene, partiéndose al medio de forma inmediata. Por un lado está Otto, quien está ligado de forma irremediable a la manada; y por el otro mi clan, quien está esperando de forma paciente a mi llegada. Tengo que elegir entre mi Alma y mi clan, era obvio que este momento iba a llegar en algún momento, y sin embargo es curioso como nunca me tomé ni un solo minuto para pensar en qué iba a pasar cuando mi libertad llegara.

-Libertad – me escucho susurrar, que irónico que nunca me había sentido tan acorralada como en este momento, era feliz en mí cautiverio, no tenía ninguna decisión importante que tomar, solo me dedicaba a disfrutar, ¿qué iba a hacer?

-¿No estás contenta? – me pregunta con el ceño fruncido Otto, y yo no sé cómo responder a esa pregunta.

-¿Qué voy a hacer? – le pregunto, aunque en realidad esa pregunta es más para mí que para él. Ambos nos miramos en silencio por unos minutos y él suspira.

-Vas a hacer lo que tú desees, pero me gustaría que en esa decisión esté yo en tu futuro, luego podemos resolver qué hacer con la manada y con el clan, lo podemos resolver juntos.

-Juntos – repito y él asiente con una pequeña sonrisa, yo envuelvo mis brazos en su cuello y lo abrazo con fuerzas.

-Siempre mi pequeño ángel.

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Una Vampiresa para el DeltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora