Catorce

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         Un nuevo día había llegado a mi vida, me estiro con pereza  en la cama y me levanto

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         Un nuevo día había llegado a mi vida, me estiro con pereza en la cama y me levanto. Enseguida me baño, y cuando estoy lista espero a que alguien llegue a darme un poco de sangre. Es Aitana y Aila las que vienen con un vaso cargado de sangre para mí, y unas sonrisas en sus rostros que amenazan con partirle sus caras en dos.

-¡Buenos días! – Saluda feliz Aitana – Hoy hace un precioso día – dice corriendo las cortinas de la habitación.

-Acá tienes tu desayuno – me dice Aila y las dos me miran con ansiedad, yo solo frunzo mi ceño.

-¿Está todo bien?

-¡Está todo espectacularmente bien! – Dice Aitana – ahora desayuna tu sangre – arruga su nariz con un poco de asco – y cámbiate, ¡te trajimos ropa nueva! – dice emocionada y yo río con suavidad mientras comienzo a dar pequeños sorbos a la sangre.

-¿Ropa nueva?

-Así es – dice Aila sonriendo.

-Muchas gracias, la usaré mañana.

-¡No! – Grita Aitana, asustándome – Tienes que usarla hoy. No preguntes, solo ponte este precioso vestido – me pide y yo asiento con mi cabeza.

-Está bien – le concedo extrañada, y ambas se miran con satisfacción.

Cuando termino la sangre, amabas me apuran en cambiarme, yo voy hasta el baño y saco de la bolsa un hermoso vestido corto, blanco con flores de diferentes colores, es ajustado en el pecho y suelto después. Me lo pongo y me encanta como me queda, sonrío a mi reflejo y salgo para reencontrarme con las chicas.

-¡Me encanta! – Dice feliz Aila – Le falta algo – me mira de arriba hacia abajo, buscando eso que dice que falta - ¡Ya se! – exclama feliz, y cuando quiero darme cuenta tengo una tiara de flores en mi cabeza.

-¡Estás hermosa! – Esta vez habla una muy feliz Aitana, mirándome con una enorme sonrisa en su cara – Cuando te vea Otto no se va a poder resistir – yo la miro con los ojos entrecerrados, estas chicas están planeando algo, no tengo dudas de eso.

-¿Qué planean? – les pregunto y ellas se miran entre ellas.

-¿Nosotras? – Preguntan a la vez – Nada – y siguen hablando a la vez, lo que me confirma que si planean algo.

-Fingiré que les creo – me resigno y las tres reímos.

Nos sentamos como siempre en el pequeño living de mi habitación y charlamos sin parar, pero noto como las chicas miran con ansiedad el reloj, haciéndome poner nerviosa.

-Chicas, ¿tienen que estar en otro lugar?

-¿Por qué lo dices?

-Miran el reloj a cada minuto, tal vez deben ir a otro lugar, no se sientan en la obligación de estar acá.

Una Vampiresa para el DeltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora