Veintiocho

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         Cuando veo partir a Otto mi corazón se encoje, ya lo extraño y acaba de irse

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         Cuando veo partir a Otto mi corazón se encoje, ya lo extraño y acaba de irse. Llevo mi mano a mi cuello, donde está su marca y sonrío, recordando todo lo que pasó anoche. Costó que esté a lado de mi Alma, pero la espera ha valido la pena, Otto es todo lo que siempre soñé y más también.

Con una sonrisa en mi cara giro para entrar en el castillo, pero al entrar varios vampiros están esperándome con sus rostros serios, con mi ceño fruncido miro a Rosa, que está a mi lado y tampoco entiende lo que sucede.

-¿Qué está pasando aquí?

-Se dejó marcar por ese lobo – me dice Justin y yo suspiro, sabía que esto podía pasar.

-Es mi Alma.

-Es un lobo.

-Lo es – asiento con mi cabeza y suspiro, sabiendo que es hora de hablar con mi Clan – Los quiero a todos reunidos en dos horas, hablaremos de esto y otros temas.

Miro a Rosa y le hago una seña para que me siga, en el camino nos encontramos con Román y también le pido que me acompañe, los tres nos dirigimos a mi despacho.

-¿El lobo? – pregunta con el ceño fruncido Román.

-Otto, Román, el lobo es Otto – digo un poco molesta – Y sabes perfectamente que se fue a la manada, tiene asuntos por resolver.

-¿Te marcó y te dejó abandonada? – me pregunta frunciendo el ceño.

-No me abandonó. En todo caso, fui yo la que no pude acompañarlo, de todas formas en unos días vendrá. Pero no les pedí que vengan para hablar de eso.

-¿Sucede algo? – me pregunta Rosa, mirándome preocupada.

-Quiero que haya paz entre este Clan y la manada White Moon. Mi idea es firmar un tratado de paz con el Alfa, pero para eso debemos de convencer al Clan de que esta absurda guerra tiene que terminar, y necesito su ayuda para eso.

-Cuentas con nosotros – me dice Román asintiendo con su cabeza, yo le sonrío, me encanta eso de Román, sabe separar lo que siente por mí del resto de las cosas, y sabe que este tratado de Paz nos beneficiaría mucho.

-Debemos contarle a todos la historia verdadera, el por qué comenzó la guerra – me dice Rosa y yo asiento, todos merecemos saber la verdad.

-Vi que citaste a todos para dentro de dos horas, ¿qué harás con los que no están aquí?

-No lo sé, ¿tal vez podríamos pedirles que vengan?

-O tal vez podríamos usar la tecnología – me dice Rosa poniendo sus ojos en blanco – Podemos hacer una videoconferencia para dentro de dos horas, así dices lo que tienes que decir a todos.

Una Vampiresa para el DeltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora