Besar los labios de Otto es como tocar el cielo con mis manos, o no, es aún mejor. Mi lengua empuja suavemente contra su boca y su sabor a menta invade mis papilas gustativas. Una de sus manos se encuentra tomándome firmemente por la cintura y la otra por la nuca, impidiéndome escapar de su boca, algo que nunca se me cruzaría por la cabeza. Yo también tengo una de mis manos en su nuca, pero no ejerciendo la presión que él ejerce en la mía, sino que dándole suaves caricias, y mi otra mano permanece en su pecho, sintiendo los acelerados latidos de su corazón. Saber que soy yo la que provoca eso me llena de dicha.
Luego de lo que parecen horas besándonos, ambos decidimos frenar un poco nuestro ritmo, nos quedamos con nuestras frentes unidas y mirándonos a los ojos por unos segundos, para después yo retroceder un poco, generando un poco de distancia entre nosotros, pero aún sentada en sus piernas. Detallo todo su rostro, sus ojos tienen un brillo especial y sus pupilas están muy dilatadas, un leve rubor cubre sus mejillas, y en sus labios hay una pequeña sonrisa. Muerdo mi labio inferior, aún sin creer que al fin está pasando, que realmente me está aceptando.
-¿Estás bien? – me pregunta dejando una suave caricia en mi mejilla, yo cierro mis ojos para disfrutar de ella.
-Muy bien – le sonrío - ¿Tú? ¿No estás cansado por el viaje?
-Estoy bien, estoy realmente bien – me asegura mientras deja suaves caricias en mi cintura – Ahora, ¿podemos seguir besándonos? Por favor – me pide y yo lanzo una pequeña carcajada que él calla con sus labios.
El beso es más exigente que los anteriores, y siento como lava ardiente corre entre mis venas. Cambio de posición, sentándome a ahorcajadas sobre él, para estar más cómodos. Sus manos no se quedan quietas, recorren mi espalda, mi cuello, mis mejillas; y las mías no se quedan atrás, toco sus pectorales, sus abdominales por encima de la remera, pero no me es suficiente, necesito sentir su piel, por eso, las puntas de mis dedos se cuelan por debajo de su remera y comienzo a tocar ese pack de seis que tiene, su piel es suave y caliente y eso solo hace que me encienda más.
-Joder Ari – dice con voz ronca y él no duda en imitar mi acción, una de sus manos pasa por debajo de mi remera y comienza a tocar la piel de mi espalda.
Ante su acción mi cuerpo se mueve de forma involuntaria hacia adelante, haciéndome rozar el enorme bulto que se esconde debajo del pantalón, ambos gemimos ante el roce, nuestras manos y lengua se vuelven aún más locas. Otto abandona mi boca para dejar un recorrido de besos desde mi mandíbula hasta mi cuello, donde se encarga de besar, lamer y succionar, haciéndome gemir y volver a rozar su bulto.
-Me estás volviendo jodidamente loco, quería ir despacio, pero es imposible contigo – me gruñe.
-Ya fuimos demasiado despacio – le digo entre gemidos, mientras mis dos manos toman la parte inferior de su remera y comienzo a subirla. Él separa su boca de mi cuello permitiéndome sacársela.
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Una Vampiresa para el Delta
WerewolfSe conocieron en medio de una guerra, él solo quería correr hacia ella cuando sintió el hermoso olor a rosas y pino, ella sintió su mundo detenerse cuando sintió el olor dulce de su sangre. Pero nada podía ser tan fácil, porque él era el Delta de l...