☽ Capítulo 9 ☾

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55 horas antes

Prípiat



Dreaghan revolotea de aquí para allá, montando un espectáculo de sangre y muerte orquestado por la furia de Raegar. La oscuridad es cortada por fugaces destellos cada vez que la hoja de la espada muestra sus caras a la luna. El astro libra su propia batalla en el cielo contra las nubes que lo opacan de a momentos.

Raegar camina bajo una lluvia carmesí con olor a hierro. Ni un solo vampiro ha conseguido acercársele cinco metros sin haber terminado degollado o partido al medio por la espada danzante.

Drea'ghan, La Bailarina Sedienta en el idioma de los dioses y como a la gente le gusta llamarla. Algunos incluso se atreven a modificar los términos para dramatizar sus historias: La Bailarina Perversa o La Garra del Diablo.

No fueron nombres azarosos. Los Wealdath siempre fueron asociados con criaturas de pesadilla y lugares lúgubres, y Raegar fue especialmente vinculado con el Infierno. Arvandor también sufrió las consecuencias de su fama y la maravillosa ciudad se convirtió en el hogar del Demonio.

La palabrería jamás le robó al Arcano de Fuego un gruñido, ni siquiera un pensamiento. Sin embargo, mientras avanza implacable por la calle de tierra que afluye a la planta nuclear, hay una pequeña parte de su mente que evoca un demonio con su mismo aspecto y los cuentos populares comienzan a tener sentido para él.

Realmente parece y se siente el diablo en este momento.

Dreaghan se desliza a través de una garganta y más sangre le salpica la cara. La punta de su lengua se incursiona hacia la comisura para degustar un poco. Sabe a rabia y miedo. Si paladea un poco más, podría descubrir un recuerdo valioso o un secreto meticulosamente guardado. El poder vinculante de Drăculea es fascinante y le repugna al mismo tiempo.

—¡No pasarás de aquí, hijo de perra! —La vampira que vociferó aquello levanta ambos brazos y la tierra tiembla. El suelo se quiebra y se levanta en dos paredones recios. Entonces la mujer hace chocar sus palmas y las gruesas parcelas de tierra imitan su ademán, aplastando a Raegar.

La vampira se relaja con una sonrisa de satisfacción. Tres segundos después, Raegar contempla los restos de esa sonrisa pendulando en su mano. Arroja la cabeza cercenada a los pies de Dubrak, que se encuentra a más de quinientos metros. La cabeza cae con absoluta precisión, rueda e impacta contra la punta del zapato del líder. Ningún sentimiento se filtra en su expresión, aunque internamente le esté dedicando una plegaria a Nyx para que guíe a su subordinada al Más Allá y le conceda paz a su alma.

—Les dije que no lo atacaran.

—Quieren luchar. Es su derecho —espeta Onyx.

Un músculo salta en la mandíbula de Dubrak.

REDEMPTION【Libro II】| Disponible en físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora