☽ Capítulo 16 ☾

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Mantengo el aire dentro de mis pulmones hasta que queman

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Mantengo el aire dentro de mis pulmones hasta que queman. Cuando la falta de oxigenación comienza a nublarme la mente, vomito las palabras como si fuese una cuestión de vida o muerte. Tal vez lo sea.

—Raegar y yo... ¡t-tendremos un cachorro! Yo... ¡estoy embarazado! ¡Y quiero cortejarlo!

Aprieto los labios y las manos, mi cuerpo endurecido en una postura militar y mi corazón moviéndose entre mi garganta y mi pecho en cada latido.

Los tres espíritus me observan sin parpadear... si es que esos ojos blancos pueden ver algo. Comienzo a sudar frío. Una hora atrás no parecía tan mala idea reunirme con la familia de Moon, pero ahora la luna se oculta tras los nubarrones y me encuentro a solas en una habitación lóbrega que solo ha hospedado arañas y espíritus durante los últimos cien años, en una parte olvidada del castillo donde nadie vendrá a socorrerme si los difuntos Wealdath deciden que no desean compartir lazos filiales conmigo.

No es que esté arrepentido de haber regresado. Me alegra enormemente haber encontrado el pasillo espectral una vez más, es solo que... aún no me acostumbro a interactuar con fantasmas. Y no sé si su absoluta falta de reacción podría considerarse una buena señal. ¡Ni siquiera intentan asustarme!

En el instante en que esa línea de pensamiento cruza por mi mente, el niño pequeño da un paso hacia mí y me cago del susto.

—¿Papi?

Su voz etérea cala en mis huesos. Consigo detener el escalofrío antes de que sacuda mi columna vertebral, aunque fracaso en contener el temblor de mis manos. Dejo que el niño se acerque y trago saliva. Es mi oportunidad para coser el vínculo que se cortó y tal vez para cortar los vínculos que por algún motivo los retienen en este lugar. Puede que sea un neófito en el esoterismo y que mis conocimientos sobre el Más Allá sean limitados, pero estoy seguro de que estos espíritus no deberían estar aquí, así como Seth no debería estar en el cuerpo de Ouran.

Extiendo mi mano hacia el niño cuando se halla lo suficientemente cerca y toco su cabeza. Lo toco. Mis ojos se agrandan ante la novedad, pues esperaba que su cuerpo fuese vaporoso. Mis yemas son acariciadas por las hebras de cabello negro y siento familiaridad en el tacto. El mismo color y la misma sedosidad del cabello de mi Arcano.

Una angustia sibilina asola mi mente y mi corazón.

—¿Cómo te llamas? —murmuro. Mis mejillas pican por la sal de las lágrimas que no logro guardar dentro.

Mi pregunta confunde al pequeño fantasma. Sus finas cejas se alzan y su cabeza se inclina hacia un lado.

—Rys...

Sonrío, enternecido. Su lengua batalló con su paladar para lograr una "R" respetable, pero finalmente hubo un poco de "L". Rys habla como lo haría cualquier cachorro de cuatro años, solo que él no es como el resto de los niños de la manada. Los niños de la manada no superan los doce años de vida, mientras que él ha estado aquí por más de un siglo. Los niños de la manada mejorarán su pronunciación en algún momento, porque seguirán creciendo. Este niño se ha quedado congelado en el tiempo y en el espacio.

REDEMPTION【Libro II】| Disponible en físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora