—Cherez p'yatʹ khvylyn my prybudemo do Kyyeva, budʹ laska, syditʹ na svoyikh mistsyakh i prystebnitʹ remeni bezpeky. Dyakuyu za uvahu... In five minutes we will be arriving in Kiev, please stay in your seats and fasten your seat belts. Thank you for your attention.
El avión se sacude y juro por dentro, clavando las uñas en los apoyabrazos de mi butaca. En serio, no es necesario que me recuerden abrocharme el cinturón de seguridad, ¡lo he llevado puesto durante todo el jodido vuelo!
—¿Le temes a los aviones? —me pregunta la chica que me ha dado charla durante el viaje. No soy adepto a socializar, pero su voz amable y sincera afloja mi misantropía.
—No precisamente a los aviones... más bien a que el avión se caiga y me haga pasar los últimos cinco minutos de mi vida esperando una muerte trágica mientras imagino a los de investigación hallando mi cuerpo despedazado e irreconocible junto a los trozos de turbina.
Katerina lanza una risita discreta, ajustando la posición de su gorrito y de sus mechones negros.
—No es tan malo cuando te acostumbras.
La aeronave comienza a descender escalonadamente y mi estómago se eleva hasta mi garganta.
¿Acostumbrarse a esta mierda? ¡Mi culo!
—¿Estás seguro de que podrás guiarte por el aeropuerto? —inquiere Katerina una vez aterrizamos y todos comienzan a levantarse.
Suspiro, sin hallar la fuerza y estabilidad para ponerme de pie y buscar mi bolso. Podría decirse que mi mente y órganos no han aterrizado aún.
—Estaré bien. Mientras las indicaciones estén en inglés¹, podré hacerlo sin problemas.
—Si quieres puedo acompañarte hasta que encuentres a tu amigo. No tengo prisa.
Según la historia de vida que Katerina me estuvo parloteando para matar el tiempo, ella vive en Grecia, pero es nativa de Ucrania. Será sencillo llegar hasta el punto de encuentro que pactamos con Izuru si la sigo, por lo que acepto su ofrecimiento con gusto. Aunque hace tiempo me habitué al ritmo de la sociedad humana y a las multitudes tumultuosas, jamás he estado solo en otro país. Otro país significa otra sociedad y otra cultura, y otras reglas, y otro idioma... ¡Y no entiendo una mierda su takataka!
Decir que mi ansiedad desapareció cuando el avión aparcó sería una gran mentira. De hecho, tal vez hubiese sido mejor si el avión se hubiese caído. Tengo la leve impresión de que sería un poco menos nefasto que la reacción de Moon cuando me vea.
Mi rostro arroja al suelo cualquier resto de color. Como sea, ya es demasiado tarde para arrepentirse.
Cargando solo con mi pequeño equipaje y mis pelotas de acero, franqueamos a los pasajeros que se acumulan para recibir las maletas de la bodega y avanzamos directamente hacia el control de documentación. Para los lycans se destinó una cabina de chequeo distinta, no obstante y gracias a que una vez Kuro consiguió una identidad falsa de quién sabe dónde en la que figuro como humano, soy capaz de mezclarme en la atiborrada fila de betas junto al resto de pasajeros. Cuando llega mi turno, la recepcionista me echa un escueto y agrio vistazo y luego se enfrasca en la supervisión de mi pasaporte y tarjeta de identidad, olvidándose de mi presencia.
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REDEMPTION【Libro II】| Disponible en físico
Fantastik《𝐀𝐁𝐑𝐀𝐊𝐀𝐃𝐀𝐁𝐑𝐀 #𝟐》 Luego de descubrir de la peor manera el secreto de su Arcano, Hazel se prometió a sí mismo dejar de hacerlo enojar. Debió haber sabido que la paciencia jamás encajaría entre sus virtudes. Moon se resiste a abrirse...