☽ Capítulo 22 ☾

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Parpadeo, petrificado en la escalera. Seth me sonríe con afecto, sus iris rutilan como un par de lunas llenas.

En mi siguiente parpadeo, ya no me encuentro en un peldaño. Mis pies derrapan sobre el alicatado de la planta baja y Seth me observa por encima de su hombro, arqueando sus cejas con pasmo mientras presiono la punta de un puñal entre sus vértebras cervicales. Esto acaba aquí.

Desde que tuve dificultades para utilizar magia en Prípiat, siempre llevo conmigo un arma hechizada amarrada bajo mi ropa. Una daga sutil, consagrada al asesinato con mi propia magia. La hoja rusiente lanza un grito de guerra, silencioso al oído, estridente al espíritu, pero se escapa de mi mano antes de que pueda rematar la puñalada.

Las flamas blancas que emana la hoja chocan con el aura roja de Dreaghan cuando Moon interviene. El aire se salpica de explosiones, una congregación de minúsculos fuegos artificiales, antes de que mi daga salga disparada hacia un lado.

Moon suspira ante la protesta y el desconcierto en mi expresión.

—No pasé años planeando cómo revivirlo para que lo vuelvas a matar.

Mi cabeza se nubla por un instante.

—¿Qué? —insto, sin comprender del todo.

—Hazel. Soy yo. —Mis ojos se arrastran desde la daga en el suelo hasta el rostro de Seth. Me alejo un paso de él, lo que a su vez me acerca a mi Arcano. Mi espalda impacta contra su pecho. ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué Moon está con él? ¿Realmente se alió al nigromante?—. Soy yo, pequeñín.

Mi visión ondula por las lágrimas. Miro a Moon. Esta vez intenta una sonrisa que resulta en una mueca desastrosa. Mis ojos ruedan una vez más hacia Seth. ¿Por qué luce más vivo que mi Arcano? Esas horribles venas oscuras que trepaban por su cuello han desaparecido, su piel está un poco reseca pero ya no muestra un color mortecino, y sus ojos... sus ojos. Ese mar tormentoso se agita con mil emociones. Lágrimas escapan de ellos como si las olas rompieran en sus orillas, vertiéndose hacia fuera.

—¿Seth? —sollozo. El interruptor en mi mente finalmente enciende todas las luces cuando me rodea con sus brazos y su fragancia me recibe.

Mi labio inferior tiembla. Los recuerdos, los buenos recuerdos, esos que habían quedado sepultados bajo la muerte y la desolación, resucitan.

—Dios... Te extrañé tanto... —dice en un hilo de voz, dejando caer decenas de besos en mi cabello—. Lo siento, bonito, no imaginas cuánto siento haberte dejado...

Sus disculpas se quiebran y las astillas se clavan directo en mi corazón. Me aferro a su cuerpo, mis garras se hunden en su espalda. Si es una ilusión, si no es real, quiero que se pinche ya. Pero no lo hace. Mi nariz se hunde en su pecho y siento el calor que irradia su piel, siento las feromonas de tierra y café y vuelvo a Lurmistha, a aquellos días cotidianos en nuestra casa, en nuestro cuarto, en la cama que compartimos. Es esa misma regresión a los tiempos donde creí tenerlo todo la que me hace consciente del lugar y tiempo presente, en el que todo cambió.

REDEMPTION【Libro II】| Disponible en físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora