Capítulo 4.

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—Fuaa, hace rato no lo hacíamos así, mi amor. — Dijo Julián acostándose a mi lado con la respiración agitada, dejó un beso en mi frente y se dirigió al baño.

Me tapé con las sábanas aún sin poder creer lo que sentí, la culpa y el miedo se apoderaron de mí sin evitar que pudiera pensar en otra cosa, admitía que nunca había pensado en otra persona mientras tenía sexo con mi pareja, pero hoy crucé todos los límites. Suspiré y pasé mi mano por mi cara sin entender mi comportamiento, poco tiempo después Julián volvió a acostarse a mí lado con su celular.

—Enzo dice que va a hacer una joda en su casa. — Comentó y volteó a mirarme, quizás se había dado cuenta de lo cuán arrepentida me sentía. — ¿Te pasa algo?

—No, nada. — Sonreí con falsedad y él fingió quedarse tranquilo ante mi respuesta. — ¿Querés ir?

Asintió como un nene chiquito, sonreí un poco aliviada de que no había sospechado y me levanté para irme a bañar, sinceramente muy dentro de mi quería ver nuevamente a Enzo, no entendía porqué tenía esa atracción con alguien que era muy diferente a mí novio, pero bien dicen que lo diferente atrae más que lo que ya conoces. Necesitaba relajarme para no pensar en todo lo que hice, aunque ya no ame a Julián serle infiel no era una de las opciones para dejarlo.

¿Por qué no lo dejaba?, no quería un quilombo mediático como decían las chicas, tampoco quería perjudicarlo en su mejor etapa en el Manchester. Conozco a Julián y sé que su salud mental se pone mucho en juego en los partidos, no quería ser la culpable de ello. Salí de bañarme y me puse un vestido negro pegado al cuerpo junto con unos zapatos del mismo color, Julián por su parte se puso una camisa blanca junto a un jean y unas zapatillas.

Tenía mis inseguridades presentes, lo que había pasado entre Enzo y yo en la sala de ensayos había sido único, tanto que sabía que al verlo no podría disimular ni un poco. Y así fue, al llegar a la casa Enzo no me sacaba la mirada de encima aunque Julián estuviera enfrente suyo, lo saludamos y pasamos al ver la cantidad de gente que había invitado. Entre los invitados estaban algunos de la selección y los jugadores del Chelsea.

Julián no tardó mucho en dejarme sola, se fue con sus amigos sin preocuparse por mí. Esperaba con ansias a que Malena se presentará en ese momento pero Enzo fue quien se acercó a mí en ese momento.

—Que hija de puta que sos. — Dijo sin pudor y con una sonrisa en el rostro, lo miré con un poco de sorpresa al no entender porqué decía eso. — No podes estar tan buena. — Se mordió el labio inferior mientras yo intentaba no sonreír ante ese supuesto piropo, lo miré y me di cuenta de que estaba cayendo lentamente en la tentación. Estaba mal y lo sabía, pero hace rato no sentía una sensación como esta, quería experimentarla aunque me costase la vida después.

—Sí te escuchara tu mujer.

—No me mires así. — Respondió a mi comentario, no entendía de que manera pensaba que lo estaba mirando. — Vos sabes por que. — Al parecer notó mi confusión y lo dijo antes de tiempo, en la oscuridad no lo veía con claridad pero ya sabía que estaba sonriendo, me acerqué un poco a él de forma provocadora y lo seguí mirando de la misma manera.

—Según vos, ¿Cómo te miro? — Pregunté ingenua y muy cerca de su cara, sabía que este juego de seducción nos llevaría al abismo pero a estas alturas, me importaba muy poco.

—Como si quisieras que te coma la boca otra vez. — Susurró cerca de mis labios y pronto como me di cuenta de lo muy cerca que estábamos, me alejé para no dar sospechas. — Vení. — Agarró mi mano y subimos hacia el primer piso de su casa que era bastante grande, miraba a mí al rededor y rogaba para que nadie nos vea, sino tendría que enfrentar las consecuencias de mis actos. Llegamos a su habitación y nos metimos en su baño, al parecer él también estaba perseguido por su novia y no quería que nos viera, al menos había una excusa si nos encontraban. — ¿Ahora si querés ser parte de está locura? — Susurró por encima de mis labios, la tensión hacia que el calor se apoderara de mi cuerpo y que la ropa me empiece a estorbar.

Enredé mis brazos al rededor de su cuello sin besarlo aún, quería tener un poco de juego previo y además quería verlo suplicar, no conocía este lado de mí pero al parecer, Enzo hacia que saliera esa Sara que nadie conoce. Comencé a mover mis caderas al compás de la música que se escuchaba debido a lo alta que estaba y a pegarme muchísimo más a su cuerpo, él sonreía con placer y tomaba mis caderas para estrujarlas más a su pelvis.

Me quemaban los labios por darle un beso nuevamente, deseaba con ansias que cortara la poca distancia que quedaba entre nosotros, él podía dominarme en el momento que quisiera, no lo conocía mucho pero lo conocía lo suficiente como para tener ese deseo sobre él. La tensión estuvo presente desde el día que nos conocimos, a lo mejor pensaba que yo era una presa fácil, pero esta noche le iba a demostrar que el juego que creó, se daría vuelta. 

—Sara... — Suspiró y me miró serio, me reí de su calentura mientras dejaba besos en su cuello, se sentía tan bien. — Dale, no me hagas esto.

—¿Hacerte qué? — Pregunté coqueta y sonreí de lado al verlo serio, al parecer ya no se aguantaba las ganas.

Como si fuera una pluma, me levantó desde la cintura y me sentó sobre el lavamanos, se colocó entre medio de mis piernas y agarró mi cara entre sus manos para plantarme un beso lleno de emoción. Nuevamente sentía esa presión en mi zona baja y está vez parecía que me dejaría llevar por el momento, poco me importaba la gente en la casa y también nuestras parejas, quería llenar ese vacío.

El chape fue bastante intenso, tanto que dejó leves mordiscos en mi labio y poco a poco bajó hacia mi cuello, jadeaba debido al placer extremo que sentía en ese momento. Mis manos recorrieron toda su espalda y pelo, Enzo apretaba su entrepierna más en mi zona íntima haciendo que sienta nuevamente ese cosquilleo en mi vientre.

—No tenes idea de las ganas que te tengo pendeja. — Dijo entre el beso y finalmente sus manos se fueron con dirección a mi culo.

Decidí no responder a su comentario y seguí gozando de sus manos, nunca me habían tocado de tal manera que hiciera que mi cuerpo pidiera más y más, necesitaba más de él. Intenté cerrar mis piernas ante el placer tan extremo que sentía pero me acercó más a él y pude sentir su bulto en mi zona íntima. Un gemido ahogado salió de mis labios sin previo aviso y sentía puras cosquillas en mi cuello debido a sus besos acompañados de mordidas.

Estaba a punto de dejar atrás todo y entregarme a él, pero:

—¿Sara? — La voz de Julián se hizo presente detrás de la puerta haciendo que los dos nos miremos con sorpresa y nos separemos.

Ahora si me había metido en un problema serio.

𝗜𝗡𝗖𝗢𝗡𝗗𝗜𝗖𝗜𝗢𝗡𝗔𝗟 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora