Capítulo 12.

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Me mantuve en silencio sin que las palabras correctas pudieran salir, sentía pánico ante la pregunta de Julián y no encontraba ni una sola respuesta que pudiera salir de mi boca. Estaba entre la espada y la pared, la mirada de Julián se hacía más fuerte y yo aún seguía pensando una respuesta creíble para la situación. El Paco Rabanne inundaba mi piel dejando en evidencia que realmente había estado con él. 

—Es que... — Balbuceé mientras buscaba una mentira creíble, Julián era inocente pero no tanto y eso me perjudicaba la mayoría del tiempo. — Me dió su campera cuando salimos del estudio y se ve que me quedó su perfume encima. — Sonreí para disimular mis nervios, parecía creíble mi respuesta y esperaba que así lo fuera. 

—Debe ser... — Dijo para alejarse de mí con camino derecho a la ducha. Suspiré aliviada pensando que se había creído mi mentira.

A lo mejor se lo había creído debido a su cansancio. Comencé a preparar la cena para que cuando saliera de la ducha, comiera, y finalmente pudiera irse a descansar. Siempre me encontraba al borde de que descubrieran mi secreto, me sentía perseguida todo el tiempo y no sabía cuanto podría soportar con este peso. La tarde con Enzo había sido una de las mejores de mi vida, no tenía arrepentimiento de ellos, pero me perseguía el no poder decirle a Julián que ya no lo amaba. 

De sólo imaginarlo ya me dolía la cabeza. Tener que dar mil explicaciones, sumando lo que serían los medios al momento de enterarse de nuestra ruptura. Me destrozarían. 

—¿Te pinta una peli? — Las manos de Julián se posaron sobre mi cintura haciéndome sobresaltar en el lugar. No contesté y simplemente le dediqué una sonrisa, él apoyó su mentón en mi hombro para seguir con unos besos en mi cuello, dejándome saber todas sus intenciones. —, de paso podemos aprovechar el tiempo juntos.

—Me duele la cabeza. — Me excusé para esquivar aquella actividad que él quería, claramente Enzo me había sacado todas las energías en sólo una tarde. Formó un puchero con sus labios y dejó un beso en mi mejilla antes de separarse de mí. Se sentó en la mesa con la vista en su celular, sin mencionar nada más. 

Por dentro, deseaba estar con Enzo en ese momento. Había pasado una hora y ya lo estaba extrañando, no entendía que era lo que causaba dentro de mí para hacerme pensar de esa manera. Por mi mente pasaban escenas de lo que habíamos vivido, una sonrisa se desplaza por mis labios de sólo imaginarme su cuerpo. 

—¿Te parece si el domingo viene Enzo con la mujer? — La pregunta de Julián me sacó de mis pensamientos y a la vez, me revolvió el estómago. Olvidé las desventajas de esta situación, Enzo también estaba con alguien. 

Mi cabeza había asociado que Enzo era sólo mío después de lo que hicimos, pero la realidad era otra. Quise no pensar en eso y asentí a la pregunta de Julián, como si lo del perfume no hubiera sido poco discreto, mi reacción ante la forma en la que él llamó a Valentina fue muy evidente. 

Enzo me hace querer cambiar de rutina todo el tiempo. 

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—No hacía falta que me trajeras. — Digo mientras intento ocultar mi incomodidad. Julián sonríe y estaciona el auto en la puerta del estudio. 

—Es el único día que tengo libre, — Dice mientras me mira a los ojos para luego acariciar mi mejilla. — suerte. 

Estaba bastante nerviosa ante la decisión de Julián para traerme al estudio. Tenía en mente las razones por las cuales lo había hecho, digamos que en estos dos años que tenemos juntos, era la segunda vez que me traía al estudio. Debía procurar ser más precavida la próxima vez que me viera con Enzo, la inseguridad de Julián había aumentado con el incidente del perfume. Aunque él no me lo dijera. Sonrio en forma de agradecimiento y me acercó a la puerta principal, a lo lejos puedo ver el Bora de Enzo llegando detrás del auto de Julián. Entro intentando esquivar el problema y saludo a mis alumnos como si nada hubiera pasado, los nervios se me notaban aunque quisiera ocultarlos. 

Esperaba a que Enzo entrara en cuestión de segundos pero, esos segundos se convirtieron en minutos al no verlo entrar por la puerta principal. Enzo era muy impulsivo, con sólo picarlo un poco sería capaz de revelar la traición que ambos habíamos cometido. Miro a la puerta repetidas veces esperando la presencia de él, tan concentrada estaba que no me di cuenta que una estudiante se acercó a mí.

—¿Profe? — Dice pasando su mano por mi vista para que reaccionara, rápidamente dirijo mi vista hasta donde está ella y sonrío para disimular. — Le estaba preguntando sobre el viaje a Somerset, ¿Se siente bien? 

—Sí, no te preocupes. — Digo fingiendo mi mayor interés a su pregunta. Seguía espiando a la puerta sin encontrar rastro de Enzo, el miedo me invadía porque sabía que había hecho algo malo. No tenía la consciencia limpia y por eso me perseguía cada vez que Enzo se quedaba a solas con Julián. — Ahora hablamos de ese tema. 

Decido caminar hacia la puerta para ver lo que estaba pasando. Pienso en lo peor y ni siquiera entiendo por qué. Insegura y perseguida me acercó cuando de repente aparece Enzo frente a mí, chocando nuestros cuerpos con un poco de fuerza. Suspiro al verlo relajado y con un buzo en sus manos, escaneo de pies a cabeza su cuerpo y parece tan sorprendido al igual que yo. No habíamos hablado después de lo que pasó entre ambos, creí que mandarle un mensaje sería algo comprometedor y más sí sentía un peso como lo era ocultarle las cosas a Julián. 

—¿Por qué tardaste tanto? — Pregunto con intriga e intento mirar hacia afuera por si había alguien detrás de él. Este sonríe al verme perseguida y pasa su brazo por mi cintura. Nunca se cansa de sorprenderme. 

—La araña me dijo que te dé esto para que no uses mis buzos, — Me clava la mirada más coqueta que tiene y alza las cejas para aumentar la tensión. Tomó aquel buzo de sus manos y me separo un poco de su agarre. — a parte mi mujer quiso acompañarme hasta la clase. — La sonrisa se me borró al escucharlo decir esas palabras, me recordaba constantemente que debía ser la segunda en esto que se estaba formando entre ambos. Sentía una especie de celos al escucharlo llamarla de esa manera a Valentina y como todo el mundo se refería de igual manera a ella. 

Pasa por mi lado dejándome totalmente atónita en el lugar después de lo que había dicho. Como si tuviera cierta indiferencia. Una angustia se me forma en el pecho con rápidez e intento hacerlo pasar como si no fuera nada, siento que me ilusioné con eso y que mis amigas estaban en lo correcto. Enzo sólo quería sacarse las ganas. Vuelvo a la sala de ensayos mientras todos mis estudiantes se ponían en posición para iniciar con la clase, mi cara no podía ocultar lo decepcionada y tonta que me sentía después de haber hecho todo. 

Enzo hablaba con un grupito que se había formado en la clase, parecía estar bastante tranquilo ante la situación. Mientras yo me moría de angustia por dentro. Saqué una planilla donde los estudiantes debían firmar para el viaje a Somerset, un viaje de convivencia mientras se aprende, el cual me había dejado con ganas de quedarme en mi casa. 

—Bueno, respecto al viaje de convivencia se llevara a cabo el fin de semana que viene y nada más tienen que firmar la planilla que voy a colgar en la puerta. — Mi tono de voz se oye bastante apagado a como siempre, evito con la mirada a Enzo que simplemente me mira con intensidad. 

¿No había sido lo suficientemente buena? 

—¡Julián Álvarez! — Grita uno de mis alumnos mientras señala a la puerta principal. De lejos, visualizo a Julián junto a Valentina, ambos sorprendidos por el reconocimiento de mis alumnos.

Sonrio con cierta tristeza al verlo, corro hacia sus brazos y lo abrazo dejándolo totalmente confundido. Le había hecho daño por un momento que pensaba que duraría para siempre, mi futuro pendía de un hilo y mi única forma de repararlo era alejarme de Enzo. Valentina se acercó a Enzo pero este le restó importancia y mantuvo la vista en nosotros. Miraba a Enzo sobre el hombro de Julián mientras lo abrazaba, me sentía culpable por todo lo que había pasado. 

—¿Te sentís bien? — La voz de Julián retumba en mis oídos mientras mantengo la vista en Enzo, me abrazo más fuerte a él y escondo mi cara en su hombro, nublando mi vista en negro. 

—Ahora que estás acá, sí. — Respondo con una voz bastante desequilibrada y este me separa para darme un beso en los labios, bastante duradero. 

¿No di lo suficiente de mí? 

𝗜𝗡𝗖𝗢𝗡𝗗𝗜𝗖𝗜𝗢𝗡𝗔𝗟 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora