Capítulo 2.

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Iba de camino a mí estudio de baile, había sido una noche intranquila ya que no pude pegar ni un solo ojo en toda la noche, lo único que me mantenía viva era el café en mi mano. Saludé a mis estudiantes y dejé mis cosas en un rincón de la sala de ensayo, comencé a prepararme para empezar con la clase cuando escuchó como mis alumnos empiezan a hacer un bullicio en la sala, volteé viendo al mejor amigo de Julián, Enzo.

—Estoy buscando a Sara. — Dijo y con una sonrisa me vio desde lejos en el momento en que me señalaron.

—¿Qué haces acá? — Pregunté acercándome a él y sonreí tratando de disimular.

—Te dije que quería aprender bachata. — Alzó sus hombro y se acercó más a mí cara para decir esas palabras.

Su aliento mentolado por el chicle en su boca chocó en mi cara sintiendo tal frescura, lo miré desafiante y lo miré a los ojos.

—Te tenés que ir, dale. — Intenté echarlo pero me fue imposible ya que él tenía mucha más fuerza que yo.

—Aaah ya entendí, querés que venga a las clases privadas, Sarita. — La sangre me hirvió al escuchar ese diminutivo, odiaba que me dijeran de esa manera.

Ni siquiera sabía porque él estaba en mi estudio y tampoco entendía porque me hablaba como si me conociera de toda la vida. Sonrió dejando ver sus brillosos dientes y alcé una ceja bastante molesta.

—Sarita las pelotas, andate antes de que empiece la clase. — Respondí con una sonrisa falsa dejándole entender que no me gustaba ese apodo y menos la confianza con la que se dirigía hacia mí.

—Yo vengo por la clase, no me voy a ir. — Se agachó a mí estatura y me habló lo más cerca posible de mi cara dejándome paralizada.

Bufé enojada y caminé hacia el frente para iniciar con la clase, mis estudiantes estaban bastantes desconcentrados por la presencia de Enzo, era increíble tener una estrella mundial en mi clase compartiendo con ellos. Rodeé los ojos al verlo por el espejo y decidí que sería buena idea devolverle la provocación.

Puse la música y dejé que mis estudiantes estiraran antes de empezar con la clase, sabía con claridad que todo esto era a propósito, lo que no sabía era que Julián tenía amigos tan buitres e infieles. Llevaba un buzo blanco y unas zapatillas del mismo color junto a un pantalón negro, la gorra no dejaba ver su cabello blanco platinado, tenía que dejar de mirarlo antes de que piense que lo estaba haciendo por algo en especial.

—Bueno, chico nuevo, al medio. — Sonreí desafiante y lo señalé haciendo que todas las miradas se dirigirán a él. — Vamos a ver que podes hacer además de jugar a la pelotita.

Coloqué la música y sonaba sobredosis de Romeo Santos junto con Ozuna. Él simplemente se paró en el medio con una sonrisa, decidí que si quería jugar con fuego, que se quemara. Comencé a bailar a su al rededor con el ritmo de la música, movía mis caderas exageradamente y pegaba mi cuerpo al suyo con provocación, toda la clase era espectadora de la danza.

Me deslicé por sus brazos y él con una rapidez inhumana me tomó de la cintura con su brazo izquierdo apegandome más a su cuerpo, la sorpresa en mi cara se había hecho notoria, esperaba que se quedara quieto pero simplemente parecía que sabía bailar la canción. Nuestras pelvis se unieron y su pierna se interpuso entre mis piernas, sentí un cosquilleo en mi vientre bajo después de aquel movimiento y como nuestros cuerpos se movían al mismo tono que la canción.

Sabía moverse bien, le faltaba práctica pero claramente se veía una mejoría antes de la primera clase. La canción terminó y simplemente nos quedamos en la misma posición, los aplausos se escucharon en la sala y él simplemente me sonrió.

𝗜𝗡𝗖𝗢𝗡𝗗𝗜𝗖𝗜𝗢𝗡𝗔𝗟 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora