Capítulo 22.

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Me desperté en medio de la noche, abrí los ojos con un poco de confusión y agarré mi celular observando la hora, eran las 4:54 de la mañana y se escuchaban ruidos en la cocina, miré a mi costado notando que Sara no estaba al lado mío. Decidí bajar para ver si le había pasado algo, todavía estaba un poco dormido por la hora y me había dejado un poco preocupado que ella bajará sola, creía que había tenido algún problema.

Podía decir que su presencia en la casa me aliviaba el estrés que venía manejando hace semanas, también me hacía olvidarme de la noticia que me había dado Valentina unas horas antes. Desde lo que me dijo, comencé a preguntarme en qué momento habíamos tenido sexo y sin protección, hace tiempo que no la tocaba de esa manera y prácticamente dudaba de que ese bebé sea mío.

—¿Todo bien? — Asusté a Sara con mis manos en su cintura, ella se sobresaltó en el lugar y se dió la vuelta con una sonrisa aliviada.


Llevaba puesto un pijama que me dejaba poco a la imaginación, un shorcito bastante corto y un remera corta que dejaba ver la parte sobresaliente de su corpiño. La escaneé en la oscuridad mientras me relamía los labios, era imposible no sentirse caliente cerca de ella en ningún momento.

—Bajé a buscar agua pero no encontraba los vasos. — Rió nerviosa y se recostó en la cerámica de la mesada, sonreí sintiendo ternura por lo que era y abrí la alacena para darle un vaso. — Gracias.

Se volteó a llenar el vaso en bacha dejando ver todo lo que tenía debajo de aquel shorcito, me toqué la cara sin poder creer a la mujer que tenía a mi lado en ese momento y que ahora era sólo mía. La luz que venía de afuera la alumbraba y aquella piel morena brillaba en ella, me miró mientras tomaba agua de aquel vaso y como si fuera a propósito, se dejó volcar sobre aquella remera que rápidamente se trasparentó. Limpió su barbilla con sus dedos de una forma tan adictiva de ver y sonrió para finalizar, me tiré hacia atrás sentándome un poco en la mesa mientras la veía simplemente, sólo podía admirarla antes de desarmarla toda.

—¿Qué estás buscando? — Pregunté finalmente con una sonrisa de lado, estaba en bóxer nada más y se podía ver a la lejanía la gran erección que tenía en ese momento. —, mirá que yo no perdono nada.

Ella se mordió el labio inferior y se acercó a mí lentamente, me crucé de brazos esperando una respuesta de su parte, porque quería escuchar de su boca lo que quería. Sus brazos se enredaron en mi cuello con la intención de acercarse más a mí, le sonreí sabiendo que eso le provocaba más que si la tocaba en ese momento. Pasó sus manos por mi pecho en forma de masaje y comenzó a besar mi cuello en el transcurso, ni sé para que me hacía el fuerte si sólo con eso la podía romper toda.

—Enzo, dale. — Rogó volviendo la vista hacia mis ojos, sonreí y ella desplazó su mano hacia el borde de mi bóxer, lo bordeó con su dedo índice y puso esa carita que hace cuando quiere que la tenga solo para mí.

—¿No te enseñaron a pedir "por favor"? — La tomé por el mentón obligándola a que se acercara más a mi cara, dejé un beso en sus labios para prenderla un poco más de lo que estaba. —, me parece que necesitas a alguien que te enseñe vos.

Encerré mis brazos en su pequeña cintura y con un poco de fuerza la subí a la mesa, corrí con la mano toda la decoración que había puesto Valentina y le ordené a que se acueste. Lo primero que hice fue deslizarme con besos por todo su abdomen, suspiros pesados salían de su boca y simplemente me costaba bastante no hacer esto. Arranqué su shorcito mientras ella largó una pequeña risa, abrió las piernas de par en par para dejarme una vista segura y perfecta de lo que era una de mis perdiciones de mi cuerpo. Con mis dientes tiré de los hilos de su tanga mientras ella comenzaba a desesperarse más, veía como su pecho subía y bajaba sin control.

Le sonreí por última vez antes de enterrar mi cara entre sus piernas.

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La alarma sonó haciendo un barullo en la habitación, observé a mi lado viendo la espalda desnuda de Sara y leyendo aquel tatuaje en su espalda que decía "La novia del sol". Estaba durmiendo boca abajo y su piel morena se reflejaba con el brillo del sol que entraba por la ventana, bien puesto tenía ese tatuaje. Me levanté de la cama y fui directo al baño para pegarme una ducha para ir al entrenamiento, el teléfono me reventaba de mensajes y llamadas de Valentina por el tweet que nos dejaba en evidencia a Sara y a mí. Decidí ignorarla y continuar sin tener que soportar sus reproches en persona, principalmente no tenía que escuchar su voz tan chillona y asquerosa, pero no siempre fue así.

Valentina fue uno de mis primeros amores, una de mis primeras relaciones oficiales y en la cuál yo estuve muy enamorado, pero estaba totalmente ciego también. La busqué desde mi adolescencia, quise estar con ella desde hace mucho tiempo pero ella aceptó estar conmigo recién cuando debuté en River. Tarde me di cuenta que me quería por la plata, me había obligado a sacarle una tarjeta con mis ingresos para ella y todo se lo gastaba en ropa, viajes, anillos, etcétera. Aunque no era muy diferente cuando me iba con otras minas, pero desde que estoy con Sara, me doy cuenta que ella quiere estar conmigo por como soy y por otras cosas que no tienen nada que ver con la plata o con el título de "Campeón del Mundo".

—Me voy a entrenar, en un rato vuelvo, mi amor. — Le dije mientras dejaba varios besos sobre su piel, finalmente dejando uno en su mejilla para despedirme de ella. Hizo una sonrisa inconsciente y se removió entre las sábanas blancas.

De sólo recordar lo que había pasado en la madrugada ya quería volver para repetirlo y con más ganas. Agarré mis cosas y salí con el auto hasta el predio, me habían cambiado el dorsal de la camiseta teniendo el 8 esta vez, me sentía más cómodo con el club y poco a poco comenzábamos a recomponernos después de la temporada pasada. Saludé a algunos de mis compañeros y me senté en una de las bancas esperando al director técnico para que nos diera las noticias.

Comencé a pensar en Sara y también en Valentina, tenía que buscar una forma de sacármela de encima después de tantos años y sacarle a la luz que ese bebé no es mío. Sí Sara se llegará a enterar sobre el embarazo, no me va a querer ver nunca más y eso sería lo peor que me podría hacer. Observaba en mi celular la página principal de Twitter con el video de nosotros bailando en el concurso, sonreí como un imbécil al celular recordando aquel momento y deseando con ganas volver a repetirlo, aunque si Sara se enterara que hice desaparecer al chico con el que iba a bailar, me mataría.

—Chicos, el sábado jugamos contra el Manchester City y tenemos que estar muy preparados para ganarlo, recuerden que la última vez perdimos 1-0. — Sonreí con malicia pensando en algo que podría poner aún más picante el partido y podría cobrarme unas cuantas después de un largo tiempo.

Tenía que ganar ese partido como fuera.















































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𝗜𝗡𝗖𝗢𝗡𝗗𝗜𝗖𝗜𝗢𝗡𝗔𝗟 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora