Capítulo 7.

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No podía creer que me encontraba frente a frente comiendo con Enzo, de reojo lo miraba a veces sin poder creer todo lo que había causado en poco tiempo. Preparé fideos con queso porque claramente no tenía ganas de cocinar y él prácticamente me obligó a cocinarle, mentiría si dijera que él no me miraba de reojo cada tanto, todo era silencio y cada uno estaba con su celular, parecía como si nada hubiera cambiado, con Julián ni siquiera nos sentabamos en la misma mesa para cenar.

Respiré hondo debido a la molestia que me causaba Enzo y levanté mi plato para guardar las sobras, y finalmente lavarlo. Por su lado, Enzo aún seguía comiendo pero no me sacaba la mirada de encima, odiaba cuando se ponía baboso y no podía decirle nada, extrañaba sentirme deseada por un lado y no rogar por que me miren. Terminé de lavar mi plato y subí dispuesta a darme una ducha antes de irme a dormir, no planeaba pasar tiempo con Enzo debido a que perdería la poca moral que me quedaba, o la dignidad. Me adentré a la ducha cuando el agua finalmente se calentó, dejé que las gotas cayeran en mi cuerpo cambiandolo a una temperatura más apta y me relaje lo más que pude mientras me lavaba el pelo.

Tenía cierto deseo de conocer más ese lado de Enzo que me había mostrado hace poco, hasta cuanto podía llegar y cuando podía durar sin caer en la tentación. Al sentir las gotas de agua caer por mi cuello comencé a recordar aquella noche en la que nos encerramos en su baño, nos devoramos como si no hubiera mañana y empecé a imaginarme como sería una noche con él, me sentía la peor basura pero parecía que la tensión y el placer me estaba alcanzando, no podría escapar la próxima vez.

Mismo comencé a recordar sus manos en mis caderas cuando bailamos por primera vez, su tacto me había encantando por única vez y pedía más de él. No sé en que momento el tiempo pasó y no me di cuenta de que estuve mucho en la ducha, los dedos se me habían arrugado por el agua y eso indicaba que era hora de salir. Sequé mi pelo para finalmente acostarme en la cama king size donde la ausencia de Julián se notaba más, deslicé mis dedos por el resto de la cama marcando el lugar donde él se recostaba y me abracé a su almohada que aún mantenía su olor.

No podía dejar de imaginarme posibles escenarios de él y Emilia, sé que soy una paranoica pero no desconfiaba de Julián, desconfiaba de su inocencia. Intenté cerrar los ojos para dormir profundamente y olvidarme de aquellos problemas que rondaban en mi cabeza, pero parecía que era imposible.

Finalmente agarré un poco de sueño, casi llegaba al punto final de quedar totalmente dormida, cuando siento unas manos deslizarse por mi abdomen con lentitud, poco a poco subiendo hasta mi pecho, me removí en la cama sintiendo un cuerpo detrás de mí. Volteé aún media dormida viendo la cara de Enzo mirándome con lujuria.

—¿Qué haces acá?, Te di- — No pude terminar la oración ya que sus labios se apoderaron de los míos con cierta brutalidad que sólo él tenía, no pude resistirme a no corresponder así que termine accediendo.

Sus labios eran tan jugosos y carnosos que podía jugar con ellos durante el beso, su mano lentamente se posó entre mis piernas como si quisiera que le abriera las puertas de manera rápida. Me di la vuelta completamente para besarlo con más facilidad, este se recostó encima de mí sin aplastarme y lentamente bajó sus besos hacia mi cuello.

Pequeños jadeos salían de mi boca al sentir esos hermosos labios dejar besos húmedos en mi cuello, dicen que es mejor probar para saber si realmente te gusta, pero creía que no era el tiempo suficiente para hacerlo de esa manera. Me detuve e intenté separarlo de mi, este me miró un poco confuso sin entender por qué había cambiado de opinión. 

—¿Qué pasa? — Preguntó un poco alterado, al parecer ya estaba bastante excitado como para que cortara la tensión entre ambos. Me miró buscando una respuesta en mi cara pero no consiguió lo que estaba esperando.

—Vamos a dormir. — Lo empujé un poco y cayó de costado arriba de la cama, este bufó con molestia al verme darme la vuelta nuevamente sin prestarle mucha atención.

—Mira morocha, cuando quiero algo lo consigo, — Dice pasándose la mano por la cara y noto como su presencia se acerca a mi cuerpo otra vez. — vos vas a ser mía aunque no quieras...

Susurró en mi oído para terminar con la charla y con frustración se levantó de la cama con dirección al baño, desde ya me imaginaba que estaba haciendo así que me dormí nuevamente intentando olvidar aquel momento tan cercano que tuvimos. Apreté mis piernas tratando de quitar esa sensación que había dejado cerca de esa zona, sabía perfectamente ese sentimiento y no quería que él se enterara de ello.

Finalmente caí rendida y sentí como sus manos se adueñaron de mi cintura al dormir.

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Desperté entre los brazos de Enzo, estaba en cuero y podía ver todos sus tatuajes con claridad, cada uno representaba algo importante para él y uno me llamó mucho la atención ya que lo hacía ver más atractivo. Tenía una cruz junto a la palabra "Fe" debajo del cuello que sin pensarlo los toqué con la yema de mis dedos. En ningún momento se despertó, tenía su cara hinchada y al parecer todavía no era hora de que vaya a entrenar, me levanté con lentitud de la cama y bajé hasta la cocina para prepararme algo.

Calculé mal las porciones y terminé haciendo lo que sería el desayuno para Julián también, me sentí mal y decidí mandarle un mensaje para preguntarle como estaban sus papás, subí nuevamente a la habitación y lo vi a Enzo de espaldas abrazado a mí almohada. Una sonrisa inconsciente se desplegó por mi cara y en el momento en el que me di cuenta, cambié completamente de expresión,  me senté en la cama junto a la bandeja y prendí la tele para poner alguna serie.

Mi vista se dirigió hacia Enzo quien dormía plácidamente a mi lado, no quería despertarlo para verlo con más detenimiento, sus facciones eran perfectas y sinceramente no entendía como podía perseguirme a todos lados a mí, cuando podría tener a la mina que él quisiera, incluso su novia es tres mil veces más hermosa que yo, sin embargo no todo es lo que parece dicen. Su pelo ya se estaba destiñiendo y se podían ver sus raíces negras, deslicé la mirada hacia sus espalda viendo lo ancha que era y lo trabajada que estaba, además del tatuaje que abarcaba toda de ella.

—Me voy a gastar de tanto que me miras, morocha. — Dice con una voz bastante ronca haciendo que mi cuerpo temblara, no esperaba que se despertará y me encontrará mirándolo de esa manera.

Nuevamente me llamaba por ese apodo y no entendía por qué me causaba tantas emociones, era el típico apodo del pibe chamuyero. Sentí el calor subirme por la piel hasta la cara y finalmente me puse colorada ante su sonrisa encantadora mañanera.

—Acá tenes tostadas si querés. — Dije intentando cambiar de tema para evitar la vergüenza, pero a este punto ya nada me causaba más pudor que esto.

—Gracias por hacerme el desayuno, Sarita. — Dejó un beso en mi cabeza y se levantó dispuesto a ir al baño, mi mirada se deslizó por todo su cuerpo mientras hacia su camino hacia el baño. Sus tatuajes decoraban cada parte de su piel morena, no podía sacarle la vista de encima y dejar de imaginarme lo que pude haber tenido anoche.

No quería caer tan rápido, pero al parecer había un cambio de planes tan brusco.

𝗜𝗡𝗖𝗢𝗡𝗗𝗜𝗖𝗜𝗢𝗡𝗔𝗟 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora