𝗜𝗡𝗖𝗢𝗡𝗗𝗜𝗖𝗜𝗢𝗡𝗔𝗟 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯

Capítulo 8.

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Habíamos terminado de almorzar junto a Enzo. Realmente esperaba conocer a una persona totalmente diferente pero me lleve una gran sorpresa. Enzo era mucho más que eso, teníamos bastantes cosas en común y simplemente parecía que podríamos llevarnos bien si todo ocurriera en una situación diferente. Al parecer también teníamos en común lo que sentíamos por nuestras parejas, ninguno quería a la persona que tenía al lado.

Julián volvía en dos días y quizás todo volvería a la normalidad, aburrida a comparación como lo que pasaba con Enzo en estos días. Levanté los platos y me dirigí hacia la bacha para lavarlos y finalmente salir hacia el estudio.

Me concentré definitivamente en lo que estaba haciendo, realmente no podía pensar en otra cosa que no fuera la llegada de Julián. Todo dependía de un hilo. Era obvio que no podría ocultar mi decepción de que volviera antes. Tengo sentimientos tan confusos de él que simplemente prefiero no tenerlos en mente.

¿Por qué me pongo celosa si ya no quiero estar con él?

Mi piel se erizó en segundos al sentir unas manos deslizarse por mi abdomen con lentitud, sentí su respiración en mi cuello y pronto respondí al estímulo de sus labios en él, dejando un beso húmedo. Suspiré intentando resistirme. Apretó más su cuerpo al mío por la espalda, sentí cada parte de él gracias a ese acercamiento y con rapidez, sentí el bulto de su pantalón rozar en mi culo.

Enzo tomó mis caderas y simuló una embestida contra él, un jadeo se escapó de mis labios sin poder contenerlo. El placer se estaba apoderando de mi cuerpo al igual que la adrenalina. Agitada. Comencé a moverme al compás de sus manos sobre mis caderas, cada vez me apretaba más hacia la mesada sin lugar para escapar. La vida me estaba poniendo una prueba que era difícil de aprobar, sentía cada parte de su cuerpo tonificado en mi espalda. Sus manos tatuadas parecían saber a qué lugar apuntar durante el acto, su respiración en mi cuello me hacía estremecerme en sus brazos.

Sentí un cosquilleo en mi abdomen bajo, al parecer ya estaba bastante excitada como para rotreceder. Mi mente estaba tan nublada que había olvidado la clase que tenía, sus jadeos congeniaban tan bien con los míos, mixtos en grave y agudo.

—Aprovechemos que falta poco para que venga el gil de tu novio. — Dijo con su boca pegada a mi oreja, me agarré de la mesada debido a tal excitación que tenía. La voz de Enzo me causaba cosas que ni yo podía explicar, simplemente tenía que hablar para tenerme como él quería. No quería detenerme. Mi consciencia me advertía que me arrepentiría en el futuro.

Apreté mis piernas intentando calmar el placer entre ellas, los estímulos que me brindaba la tensión sexual que los dos teníamos me hacían perder la memoria. Sus manos viajaron sin pudor hacia mis senos y los apretujó por encima del corpiño, mordí mi labio inferior inclinandome hacia adelante chocando mi pelvis con la mesada. No entendía como todo se volvía tan tenso en cuestión de segundos, a lo mejor ambos teníamos esas ganas de comernos sin prejuicio.

—Enzo, me tengo que ir. — Intenté aguantarme pero lo que dije salió con un gemido de por medio. Sus manos apretaron con más fuerza mis senos y un jadeo bastante fuerte fue presente en la cocina. Enzo tenía magia. Tiré mi cabeza hacia atrás recostandola en su pecho debido a nuestras alturas. Mi pecho subía y bajaba debido a la agitación, la necesidad de tenerlo sólo para mí se hacía más fuerte.

—Te voy a dar una razón para que te quedes entonces. — Respondió con brutalidad, su mano derecha se deslizó por mis muslos mientras su bulto se hacía más grande y más lo resfregaba en mi culo. Suspiré sin intención y sentí como una sonrisa ganadora se esparció en su cara. No aguantaba. Lentamente sus manos viajaron por dentro de mis muslos llegando poco a poco hacia mi entrepierna que ya estaba bastante húmeda.