Capítulo 9.

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Enzo.

Volvía junto a Sara en el auto. Todo era silencio después de la bachata que habíamos bailado en el estudio, al parecer era una buena idea para resolver nuestras discusiones. Su cuerpo y ella me volvían loco, tanto que me olvidaba de Julián la mayoría del tiempo. Decidí tomar el primer paso para finalmente poder concretar con ella. Se volvía a una necesidad. Deslicé mi mano sobre su muslo junto un leve apriete para que me mirase, una sonrisa se apareció en mi cara al verla calentarse por solo tocarla una sola vez.

Sara ya era una obsesión para mí. No podía pasar ni un sólo día sin verla, sin tocarla y sin besarla. Su piel morena me causaban ansias de probarla y dejarle mi marca en cada parte de su cuerpo. Intenté todas las cosas que funcionaban con las demás chicas, pero al parecer me va a costar bastante para que acceda. Aunque ya casi la tenía ahí. Al llegar a la casa, nos bajamos del auto al mismo tiempo y decidí caminar detrás de ella. Que hija de puta, está más buena que comer pollo con la mano.

Tiene una cinturita bastante marcada y una cadera de perdición, no entendía como estaba con el nabo de Julián que seguro ni primera puso. Me tocó los labios tratando de disimular mis ganas de estamparla contra la pared y darle como nunca le supieron dar. Por dentro, tenía la esperanza de cumplir todas sus fantasías en cuestión de horas. A lo mejor está noche tenía suerte y finalmente acababa con el misterio.

La llegada de Valentina me había dejado un mal gusto en la boca, más aún que me haya causado problemas con Sara. Veo a la morocha poner las llaves en la puerta y finalmente abriendola, tiene unas manos tan finas que podría hacerme lo que quisiera y no me quejaría. Vi unas valijas en el living y me adentré dejando las llaves del auto en la mesa que estaba al lado de la puerta.

—¡Amor! — Gritó Sara mientras corría por el pasillo del comedor. Tiré la cabeza hacia atrás con molestia al darme cuenta de quién se trataba. Tensé la mandíbula acercándome hasta donde estaban ellos y fingí la sonrisa más falsa que existía. —, pensé que volvías el sábado. — Finalizó besando sus labios con intensidad. Perfectamente vi como las manos de Julián se fueron hasta el culo de la morocha que me tiene como loco.

Apreté los puños con fuerza debido a que me molestaba muchísimo verlos de esa manera, más si quería que Sara fuera sólo mía. Sonreí con falsedad. Me acerqué a Julián y lo abracé para disimular la molestia que sentía en ese momento. Sara me miró bastante sorprendida, le dediqué una sonrisa a espaldas de Julián y ella fue capaz de mirar hacia otro lado. Sabía que la ponía nerviosa sólo mirándola.

—¿Todo bien, amigo? — Dije de una manera tan hipócrita. Si supiera que ya me comí a su mujer y él todavía ni cuenta se dio. Él asintió con una sonrisa que hasta me daba pena. Aunque Julián era bueno, no podía evitar sentirme atraído de una manera obsesiva por su novia. Palmeó mi espalda y sentí una repulsión bastante fuerte ante eso, decidí que finalmente debía volver a mi casa.

No quería ver a Valentina. Pero no tenía otra opción, no quería pagar un hotel tampoco porque estaría lejos del predio. Fui a la habitación donde me estaba quedando y agarré mis cosas con molestia, bruscamente metí todas las cosas en aquella mochila y salí hacia el living. Sara y Julián estaban chapando sin importarles mi presencia. La seriedad en mi cara se hizo muy obvia y me acerqué a ellos para despedirme.

—¿Te vas? — Preguntó Julián con la mirada en mis cosas. Sara me miró un poco apenada y no volvió a pronunciar ni una palabra. Alcé los ojos con una sonrisa falsa y agarré las llaves de mi auto. — Gracias por quedarte y cuidar a Sara. — Dijo con una sonrisa y la abrazó por los hombros atrayendola a su cuerpo. La sangre me hervía, sentía que los celos me iban a comer vivo si me quedaba un segundo más.

𝗜𝗡𝗖𝗢𝗡𝗗𝗜𝗖𝗜𝗢𝗡𝗔𝗟 | 𝙚𝙣𝙯𝙤 𝙛𝙚𝙧𝙣𝙖𝙣𝙙𝙚𝙯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora