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Capítulo 20_ Tal vez debo superarte.

Necesito urgentemente que alguien me explique como le digo que sí, sin parecer una total loca.

No encuentro otra manera de hacerlo que desplegar un leve sonrisa y asentir con la cabeza.

Gesto que parece relajarlo, porque sus hombros bajan al soltar un pesado suspiro.

Kurt no me parece mal chico, demuestra interés, es muy interesante, para nada intenso, y los temas de conversación parecen fluir muy bien entre nosotros.

No se se me hace raro aceptarle la salida, principalmente porque no tengo razones o motivos para negársela.

Le acepto quedarme a ver el show de la tarde, y que como siempre sé que estará maravilloso.

En cuestión de minutos veo a los mismos chicos de siempre instalar equipos y demás implementos para hacer su arte, frente al ojo crítico del público que se encuentra llenando el café.

Cuando terminan Kurt se dirige hacia el micrófono.

—Buenas tardes, con ustedes, Royal boys.—Presenta.

Realizo que no sabía el nombre de la banda y le hago saber que me gusta con el universal símbolo de pulgar arriba.

Los acordes de una canción muy conocida por todos empieza.

Y eso no es lo impactante, la canción es Born This way de Lady Gaga, llevado a una tonalidad rockera que en la voz de Kurt se oye fenomenal.

Hacen su actuación bajo aplausos y gritos hasta que acaba, y en seguida sé el porqué de la decoración.

El baterista de la banda cumple años, y el chico es gay, por lo que supongo que intentaban hacerle un gesto bonito y de apoyo.

Definitivamente lo lograron, y eso lo compruebo con la gran sonrisa del muchacho, su rostro alegre, pero con un deje melancólico, como de quien ha pasado muchas cosas.

Terminada la presentación, me despido de Kurt y me dirijo hasta mi residencia.

En mi cabeza no deja de dar vueltas que debería escribirle a mi madre, porque yo estoy bien, pero ella en su retorcida forma de ver las cosas simplemente puede pensar, que la perreta está por pasarse, cuando primeramente nunca se trató de un capricho.

Y no se trata de molestarla o castigarla con este asunto, pero mantengo esa fé ciega de que algún día me comprenda.

De que vagamente recuerde su juventud y se diga a ella misma que también cometió errores, que probablemente le costaron más y no quiere que yo los repita, pero también quiero que entienda que no somos iguales.

Que lo que ella pasó no necesariamente tiene que pasarme a mi por estar escrito o algo tan raro como eso.

No sé, a veces si quisiera sentirla como la madre comprensiva que algún día fue y que desapareció con el pasar de los años.

Mientras me hice grande y a su juicio perdí toda la inocencia que alguna vez tuve.

Entre pensamientos oscuros llego a la residencia, el guardia me saluda y le brindo una sonrisa a modo de saludo.

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