LA RAZÓN DE MI DECISIÓN

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PVO MAAM

Estoy sentada en unos de los escalones de mi casa en la villa de Nayle, observando a Nina y los demás pequeños, mientras intentan en vano hacer que Hyunckel les permita usar su nueva espada.

Larhart tiene cara de pocos amigos y parece que le molesta que los niños no los dejen continuar con su entrenamiento, aunque pienso que en el fondo siente curiosidad por la animosidad que demuestran las crías de los humanos, (un término que les dio cuando llegamos), porque no quiere demostrar debilidad ante los que aún considera seres malignos que no merecen el sacrificio que nuestro querido Dai, hizo por nuestra raza.

Pensar en mi amigo, provoca que venga a mi mente la imagen de otra persona a la que en este momento quiero golpear por haberse atrevido a abandonarme.

Sin poder evitarlo, comienzo a recordar todos los malos momentos que pasé por su culpa.

Hace una semana habíamos formado dos grupos para la búsqueda de Dai.

Popp, Merle y yo, éramos uno de ellos, pero después de que mi supuesto mejor amigo regresó de ver al tío Matriv, nos teletransportó al reino de Ringaia y ahí solicitó una audiencia con el rey, pero ni Merle ni yo, pudimos entrar.

Nunca supe el motivo por el que decidió visitar primero ese lugar y tampoco entendí la razón de habernos dejado a cargo del rey para que llamara al mago Foster y posteriormente éste llevara a Merle con su abuela en Terán y a mí me trajera a la aldea de Nayle, usando un hechizo que él domina a la perfección y bien pudo llevarnos por sí mismo.

«No me encuentro en las mejores condiciones para volver a utilizar Ruura y no quisiera que acabáramos en un sitio desconocido a tan altas horas de la noche... Lamento el inconveniente, pero pensé en que lo mejor es iniciar el viaje cuando me recupere, y para no desaprovechar el tiempo, ustedes pueden ir a visitar a sus familias»

Aquello fue todo lo que dijo antes de desaparecer utilizando el hechizo que supuestamente no podía usar por falta de energía.

Lo raro del asunto fue que Hyunckel y Larhart aparecieron en el castillo durante la cena y fue sospechoso porque ellos habían iniciado la búsqueda de Dai, algunas horas antes de que Popp regresara por nosotras a Papunika y además tomaron otro camino.

Recuerdo que salí del comedor con el cuerpo rígido y con una sensación de decepción al entender que mi amigo hizo una jugada bastante traicionera.

Antes de iniciar el viaje, Popp no quería que viniera con él y con Merle, e insistió hasta el cansancio en que sería mejor que acompañara a Hyunckel y de no ser porque Larhart se le impuso, hubiera ganado.

«¿Tanto desea viajar a solas con ella?... ¿Acaso, le gusta?»

Una rara punzada en mi corazón me obligó a detenerme.

Sé que no debería enojarme si a él le gusta Merle. En realidad, no tengo derecho a reprocharle su actitud porque fui la primera en pedir tiempo para descubrir si podía llegar a amarlo como hombre, pero eso no significa que acepte que corra a los brazos de cualquier mujer.

De pronto me di cuenta de que ese pensamiento fue muy egoísta.

No le correspondo como quiere, pero me molesto si fija su atención en otras mujeres.

-Quizás... -empecé a decir en voz alta -lo mejor es que me vaya con Hyunckel.

Al levantar la vista me encontré justamente con mi compañero guerrero.

Hyunckel me miró con melancolía y su dolor me hizo querer desaparecer ese horrible sentimiento de su alma atormentada, por eso me le acerqué y lo abracé efusivamente.

EL VIAJE EN BUSCA DEL HÉROE Y EL DESCUBRIMIENTO DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora