2. Encuentros Casuales

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TW: Kazuha x Scaramouche

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Paimon quería un dulce, de prefencia esponjoso, de prefencia rosado. Algo muy, muy, lleno de azúcar para terminar de reventar toda su hiperactividad. Y Lumine estaba tan cansada de oírla hablar sobre dulces que habían tomado el teletransporte más cercano y ahora paseaban por las calles de Inazuma buscando esa tan dichosa golosina.

Cuando lo vio.

Oh, mierda, lo vio. Y él alcanzó a verla por el rabillo del ojo, y Paimon lo señaló y hubiera gritado si no tendría la boca llena de azúcar rosa. 

Scaramouche es incapaz de sonrojarse, e incapaz de sudar, que eran todas alertas de cuando una persona está tan nerviosa que podría morir. Él tampoco puede morir pero entiende el sentimiento. 

Porque de todas las personas en la galaxia tenía que encontrarlo la única que sabe quién es, que tortuoso. Kazuha estaba sentado delante de él, a espaldas de la viajera, totalmente ajeno a todo, tomando su bebida y sonriendo, cuando de repente notó como el chico delante de él iba alejándose poco a poco de la realidad viendo un punto detrás de él.

Se volteó despacio, siempre tan suave, y sonrió al encontrar a la rubia en el paisaje.

—¡Viajera!— sonreía y le hacía señas para que se acercará y Scaramouche, de verdad, quería ser comido por un Lawachurl. Escondió el rostro detrás de una mano y maldijo, demasiado tarde.

A Lumine la movía la curiosidad. Pura y genuina curiosidad, nada de maldad, tal vez a Paimon la movía más la malicia inocente que la curiosidad. Pero a Lumine... Ella solo estaba intrigada.

—¡Hola Kazuha!— Paimon chillo por las dos y ambas tomaron asiento en esa pequeña mesa de té.

—¿Las conoces a las dos?— Scaramouche habló con su cita y luego con las dos chicas— ¿Cómo es que conocen a cada persona de Teyvat?

—¿Qué haces aquí?— Lumine susurró modulando los labios en movimiento amplios, como hablando con un niño.

Ella susurraba, como si Kazuha no pudiera literalmente verla hablar con el peliazul sentada a veinte centímetros su cara. Que adorable. Kazuha observaba todo divertido.

—¿Qué haces tu aquí?

—No me evadas

—¿Se conocen?— Kazuha interrumpió sonriendo.

Malditos arcones, ¿Por qué él siempre sonreía? Es majestuoso. Scaramouche se sentía encandilado, literalmente atacado por la belleza contraria.

—Es una historia muy larga, estábamos en Sumeru y...— Paimon hablaba, porque para maldición de Scaramouche, se había terminado su postre. Así que hablaba y hablaba y..

—¿M-me disculpas por un segundo?— Scaramouche sonrió amplio a Kazuha, se levantó y tomó rápido a Lumine del hombro y Paimon de su pequeña capa, alejándose unos metros del lugar y escondiéndose detrás los puestos de comida de las calles de Inazuma.

—¡Ah! ¡Auch! ¿¡Cómo arrastras así a Paimon?!— la pequeña chillaba ensordecedora.

—No arruinen esto— el contrario advirtió y Lumine levantó una ceja silenciosa

—¿¡QUÉ QUIERES DECIR?!— Paimon habló de nuevo.

Scaramouche comenzó a hablar, mirando un punto fijo en el agua detras de Lumine, las pequeñas islas, el santuario, las montañas, el bosque, todo estaba allí detrás, siendo un punto en la lejanía. Y él estaba balbuceando como un humano débil.

—Esto... Él ...está pasandome y es bueno, y eso es raro, porque las cosas buenas simplemente no me pasan. Y todo está bien. Todo estaba bien hoy. Al fin pude volver aquí, porque lo conocí en un barco y es... y me dijo que venía aquí y yo... "Arcontes, no voy a volver allí" y me dijo "¿por favor, comigo?" E hizo una carita y yo...— Lumine estaba entendió la mitad de todo eso. Y Paimon menos de un cuarto— Y ustedes son...— Wanderers parecía que iba a dudar pero su lengua filosa continúo sin peros— entrometidas, mucho. No lo arruinen.

Paimon lucia escandalizada. Lumine era normalmente de pocas palabras y ojos determinantes, mirándolo en advertencia. Ella frenó los gritos y gestos de Paimon.

—¿"Esto"?— Era lista. Que molestia que Lumine sea tan lista.

—Esto— Scaramouche repitió con un tono de voz que no usaba nunca, jamás, porque nada lo merecía tanto. Era el tono de voz para algo que merecia ser cuidado. Una pequeña semilla recién enterrada. Hasta Paimon entendió ahora.

Lumine rió. ELLA SE RIO, ELLA SE ATREVIO. Y Paimon la siguió. Scaramouche iba a matarlas. Lumine estaba chillando bajito porque así reía, como un pequeño cerdito, muy pocos habían tenido el honor de verla bajar la guardia de esta manera.

—¡Deja de reírte de mi!

—¡N-no, no es eso!— Lumine recuperó la compostura.

—Lo sé— Wanderer comenzó a hablar de cosas que Paimon no entendería. Cosas que solo él y la rubia recurdaban— sé que crees que es irónico, y que no lo merezco, que soy... Que no debería.

—No pienso eso.

—¿Y por qué te estás riendo?

—Son... Si es irónico.

—¡Lo sé!— Scaramouche admitía eso. Si, pero no fue a propósito— ¿Puedes imaginar mi cara cuando alguien en el bote lo llamó por su apellido? ¿¡Luego de horas de tomar saque juntos y besarnos?! No puedo desmayarme pero creo que ya se cómo se siente un desmayo

Lumine rió de nuevo como un cerdito, lo que en verdad era el objetivo de contar aquello. Scaramouche estaba feliz de oírla perder su dignidad de nuevo.

—Dios, eres horrible cuando te ríes— oh, eso la detuvo completamente. Lumine volvió a su seriedad natural.

—Kahedehara Kazuha es especial y sensible— la viajera hablo sería ahora y Scaramouche se cruzó de brazos como si estuvieran acusándolo de algo.

—¡LO SÉ! No le he hecho nada... Actualmente ¿Qué crees que estoy haciendo ahora? ¿Ustedes no creen que deba al menos tratar de ser feliz?

—¡No es lo que Lumine dijo!— Paimon gritó en defensa. No estaba entendiendo nada.

—¡ME ESTAN ACUSANDO!

—¡Te estoy advirtiendo!

—¡Oh, déjame en paz!— Scaramouche posó toda la mano en el rostro de Lumine y empujó hacia atrás.

La rubia arrugó la nariz en desagrado, había una sola persona en el universo que solía hacerle eso y no estaba aquí.

Kazuha llegó con una mano sobre la empuñadura de su espada y la otra en la pared de madera del pequeño local, se apoyó en ella y sonrió.

—¿Puedo ayudar?

Los ojos violetas del trotamundos se encendieron, brillantes y esperanzados en cuanto lo vieron, tartamudeo antes de negar con la cabeza y caminar hacía el samurai, lejos de la rubia con ceño fruncido.

—Oh, no, todo está bien— Kazuha buscó darle la mano mientras se despedía de Lumine con un movimiento de cabeza.

Volvieron a su mesa. Con su té y sus galletas.

Lumine y Paimon se quedaron viendo con los brazos cruzados como Scaramouche reía de alguna cosa que Kazuha había dicho, y luego en viceversa. Pacífico.

—Que extraño— Paimon comentó, con la mitad de su atención ya puesta en el aroma que desprendía un puesto de comida que estaba asando pescado.

—Es más extraño de lo que crees— Lumine asintio y escuchó a su propio estómago rugir.

—Mn

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