16. Días Complicados

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TW: Al-Haitham x Kaveh

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Kaveh estaba, como Al-Haitham lo denominaba para si mismo, en un día "gravoso".

Eran esos días en los que dormía extremadamente poco y mal y se levantaba a buscar su café como si lo hubieran empujado de la cama. Despeinado, gruñendo, rascándose la nuca. Veía a Al-Haitham en la cocina y sus primeras palabras hacia él eran insultos. No es que Al-Haitham no acepte que a veces hace cosas que merecen insultos, pero en estos días en especial, él juraba que no hacia nada más que mirarlo o esbosar un "Buenos días" suave.

—¡Y tengo que ir al otro lado de la maldita ciudad y...

—Aja— Al-Haitham asintio con la cabeza sin decir nada más, era un buen método de supervivencia.

—Y no puedo cocinar hoy, y se que queríamos preparar ese...— Kaveh movía las manos de un lado a otro mientras hablaba, Haitham las seguía como un gato a un laser.

—Yo puedo hacer la cena— habló con voz neutral y Kaveh lo miró con ojos acusadores.

Era mentira

—No, no puedes.

—Voy a hacerlo— a quien le importaba, claramente no a Al-Haitham. Tal vez no lo demostraba las veinticuatro horas del día, pero Kaveh le importaba, y mucho. Así que salir del trabajo más temprano sin dar explicaciones no era algo muy difícil para él, y menos si se trataba de cuidar a su compañero de cuarto.

—Esta bien, si tú haces la cena...— Kaveh sacaba cuentas en su cabeza, con la mirada en su taza de café— puedo ir al mercado cuando termine con mi cliente, a las seis...

—Tenemos víveres, deja eso— Haitham le peinó el flequillo rubio y se inclinó sobre la mesa para acomodarle las hebillas rojas desordenadas.

—Haitham— gruñó un regaño.

—No pierdas tiempo, vuelve aquí a las seis

Le hablo suave, Al-Haitham nunca le habla suave, ni a él ni a nadie. Kaveh pudo respirar más lento después de eso. Inhaló. Había días en los que se hacía demasiado agotador vivir dentro de su mente. Exhaló. Las manos de Al-Haitham soltaron su cabello y fueron a tomar las suyas. Le dió un apretón sobre los guantes negros de dibujo y continúo tomando su té como si no acabará de revolucionarle el corazón.

—Esta bien.

—Te irá bien

Kaveh bufó, pasivo-agresivo.

—Lo dudo.

—Kaveh, solo vuelve a las seis, no importa si todo sale bien o no— Kaveh sabía de lo que estaba hablando, Al-Haitham le estaba pidiendo que no vaya directamente a un bar a beber hasta olvidarse de la dirección de su casa.

Tragó saliva. Zapateo, bufó y se levantó listo para irse ofendido. Al-Haitham quedó con su ceño fruncido y confundido mirando la silla vacía. Iba a ser un día complicado.

Y así lo hizo, Kaveh regresó a casa a las seis y media exactas. Con un terrible temperamento y dolor de espalda. La casa entera olía a estofado, y Al-Haitham leía uno de sus libros en el sofá.

—Ey.

Kaveh lo miró, soltó sus bolsos en el suelo haciendo un ruido estruendoso, y lo ignoró para ir a su habitación.

Un día común Al-Haitham lo habría dejado pasar, es más, un día común Al-Haitham no lo habría saludado. Pero él sabía el poder que tenía la mente de Kaveh para crear bolas de nieve. El primer paso era despertarse de mal humor, el segundo era tener que pasar el día con personas que no lo valoraban, lejos de casa y de sus zonas de confort. Luego venía la tristeza, y si no lo detenía Kaveh comenzaría a llorar en silencio sin dejar que nadie lo ayude, sobre cosas del pasado y reflexiones angustiosas.

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