Genshin Things

20. Ojos Iluminados

TW: Kaeya x Albedo

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—¿Sabes que ocurre contigo? Eres tan estúpido que toda tu estupidez no entra en tu cabeza y debes llevarla colgando por fuera, eso es lo que creo.

—Ouch, si, muy maduro, eso fue súper maduro, volvimos a tener 13 años por un momento.

Diluc se cruzó de brazos y reclinó en la silla. Con su copa de jugó delante y el sol dándole de lleno en el cabello rojo. Kaeya reía y olía a alcohol a kilómetros, inclinado hacia adelante con los codos en la mesa y una sonrisa altanera en los labios.

—¿Qué más?— preguntó con la jarra de cerveza en los labios.

—Tu existencia me molesta.

—Esta bien, eso fue más maduro.

—Tu cerebro no esta maduro.

—¿Diluc?

—¿Mn?

—¿No me extrañas...

—No

—¿Ni un poquito?

Diluc rodó los ojos y escondió una sonrisa detrás de su copa.

—Adelinde te extraña a veces.

—¿Tu no?

—Adelinde a veces... En las cenas, se aburre porque no estás tú para contarle tus estúpidos chistes— Diluc murmuró.

—¿Adelinde te dijo todo eso?

—Estas tan ebrio que me das asco.

Estaban en una pequeña mesa a las afueras del Obsequio del Ángel, bastante alejado y, como acto milagroso, ninguno de los dos estaba escapando de la presencia del otro. Había algo en Kaeya bajo la influencia del alcohol que calmaba los sentidos de alerta de Diluc, no era una amenaza en ese estado. Tampoco en cualquier otro, pero en fin.

—Oh, un milagro de navidad en pleno Abril— esa era la voz suave de Albedo. Kaeya levantó el rostro como un perro que siente el sonido de un envoltorio.

La mano de Albedo le acarició el hombro antes de que pueda girar a verlo.

—Albedo— Diluc saludó acercando una silla de otra mesa.

—Señor Diluc— el alquimista saludó con un movimiento de cabeza y se sentó junto a ellos.

Él no quería llevarse el crédito de todo, pero se podía decir que mucho era obra suya, y el hecho de que se sienten a menos de un metro de distancia y no se asesinen podía ser por su merito y esfuerzo. Albedo estaba consiente de eso, y de lo frágiles que eran sus logros, así que no podías culparlo si al verlos conversar por tanto tiempo no se acerque a corroborar que no estén asesinandose ni asesinando todo su esfuerzo.

—¿De que hablaban?

—De que Diluc me odia.

—Oh, que divertido— Albedo le alejó la jarra de su alcance y peino los cabellos del flequillo— Jean estaba buscándote.

Diluc tomaba jugo mientras todos sus sentidos estaban ahora prestándole atención a esa conversación.

—¿A mí?— Kaeya se señaló el pecho y Albedo respondió con un leve "Ajá"— Ugh, es sábado.

—¿Jean necesita algo urgente?— Diluc se sentó recto y apoyó los codos en la mesa como su hermano.

—Oh, no, solo... Papeleo— Albedo respondió agitando la mano y Diluc relajo los hombros y su expresión preocupada.