19. Vergüenza

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TW: Al-Haitham x Kaveh

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Kaveh estaba cocinando algo, Al-Haitham lo veía de reojo, por encima de su libro de texto. Lo veía lidiar con tres tareas diferentes a la vez, con batir lo que estaba en el fuego, cortar verduras y demás, totalmente abrumado.

Al-Haitham leía en el sofá, calmado hasta que escuchó el estruendo y levantó la vista, al parecer a Kaveh se le había caído algo, y estaba despeinado, insultado, chillando, frontandose la sien e intentado solucionar el problema con las mejillas rojas. Al-Haitham sonrió de lado, un movimiento de labios sutil y suave antes de continuar con la lectura.

No era la primera vez que sentía algo así, y tampoco sería la última, porque al día siguiente en una de sus tantas peleas en las calles de Sumeru, Kaveh intentó ir más rápido que él para alejarse y solo consiguió caerse de cara a la acera. Al-Haitham se frenó completamente, primero asustado y luego encantado, el rubio había puesto sus manos así que no habia más que unos pequeños raspones en juego. Cuando noto que no había peligro, sonrió suave otra vez, con los brazos cruzados.

Kaveh se sentó y sacudió las manos, cuando levantó la cabeza, Al-Haitham le estaba ofreciendo una mano. Lo insultó.

Solía pasar muy seguido y desde que eran muy jóvenes, Kaveh es un remolino de malos augurios, y Al-Haitham vive como constante expectador. Fascinado por como todo lo malo que puede pasarle, le pasa.

Está vez, estaba de nuevo en la cocina, y Al-Haitham estaba espiandolo detrás de un libro otra vez, cuando al parecer el fuego se extendió por la punta de su cabello y unos trapos de cocina. Sus chillidos fueron un desastre. Tanto que Al-Haitham tuvo que dejar su libro a un lado y levantarse.

Lo vio. Hermoso, brillante, sonrojado, mojandose el cabello y con los ojos rojos de tanto evitar llorar. Lucia patético, por alguna razón a Al-Haitham le encantaba. Kaveh lo escucho llegar y se volteó, con la camisa mojada y la expresión adolorida y frustrada.

—¿Estás bien?

Al-Haitham lo preguntaba con suma honestidad, pero no podías culpar a Kaveh por no creer en sus buenas intenciones, Al-Haitham no suele hacer ese tipo de preguntas. Respondió con un "mn" y se marchó.

—¡La cena se retrasa!

Al-Haitham sonrió de lado viendolo alejarse, moviendo las caderas más de lo necesario, oliendo a chamuscado y con el cabello empapado.

Era patético. Tal vez sonaba extraño, pero Al-Haitham sabía perfectamente que era ese algo que le atraía con solo ver lo estúpido que Kaveh era. Había algo que despertaba en él al ver cada tontería vergonzosa que Kaveh hacia. Al-Haitham era un hombre autoreflexivo, el tiempo que se ahorraba al no hablar con las personas, lo utilizaba en pensar sobre las cosas, y sobre él incluído. Así que había llegado hace tiempo a la conclusión de que Kaveh siendo patético lo atraía de la forma más sexual posible, él quería tumbar a ese hombre estúpido, con el cabello quemado, las manos raspadas y comida en su ropa, quería empujarlo a una cama, besarle las mejillas y abrazarlo hasta que deje de insultarlo.

—¿Estás bien?— Kaveh estaba sentado dándole la espalda a la puerta de su cuarto cuando Al-Haitham la abrió.

—¡No! ¡Mi cabello se quemó!

Dios, estaba llorando, esto era más de lo que Al-Haitham podía soportar. Se sentó en la cama contraria e intento ocultar su sonrisa divertida mientras le acariciaba un hombro.

—Podemos cortarlo.

—¡No voy a cortar mi cabello!

—Esta bien— Al-Haitham besó si hombro mientras dibujaba círculos con la mano en su espalda y Kaveh giró el cuello para mirarlo extrañado.

Tenía las mejillas enrojecidas y efectivamente estaba llorando. Al-Haitham se mordió el labio para evitar limpiar las lágrimas el mismo. Quería pasar los dedos o la lengua por las mejillas calientes, quería morderlas y ver qué tan rojas podían ponerse. Aunque no sería una buena estrategia de supervivencia.

—¿Qué ocurre contigo? ¡¿Te parece que estoy de humor para tener sexo?!

Al-Haitham parpadeó.

—¡No dije nada!

—¡Te conozco demasiado bien, Haitham! Tus ojos se ponen...— Kaveh se detuvo y Al-Haitham levantó una ceja.

—¿Cómo?

Ugh, Kaveh se sonrojo aún más.

—Ya sabes y... Mn. Tu me miras así y sonríes. Al principio creí que te estabas burlando de mí, como esa vez en la biblioteca que se me cayeron los libros de ese estante y sonreiste con dientes, o como cada vez que me caigo en público. Pero siempre era lo mismo, solo una sonrisa, nunca decías nada más. Así que no es burla, estás cachondo— Kaveh lo señalaba acusador mientras reflexionaba.

Al-Haitham no tenía la fuerza para negar las acusaciones.

—Esa vez en la biblioteca fue hermosa, no sé cómo ninguno de esos libros no te noqueó. Eran muy pesados...

—¡No me evadas!

—Libros como ladrillos, Kaveh, podrías haber muerto...

—¡Haitham!

El nombrado suspiró, exhalando. Se arrastró más cerca en el colchón y se acostó usando la almohada del contrario.

—No entiendo— Kaveh lo empujó a un lado y se acostó junto a él en la pequeña cama.

La casa estaba perfectamente diagramada. Había dos cuartos, uno con una cama doble y armarios, el de Al-Haitham, y otro con escritorios de trabajo y una cama individual, el de Kaveh, independientemente de dónde esté pase la noche. Así cada uno tenía donde estar cuando quería estar solo y podían elegir donde dormir.

—¿Te gusta verme hacer el ridículo o algo así?

—No, no es eso— Al-Haitham le peinaba el cabello rubio y acunaba su cabeza— es... Complicado de explicar. Pones una cara adorable, no cuando "haces el ridículo" es... Más bien cuando sientes vergüenza, tu rostro se sonroja y haces esa cara con las mejillas y los ojos arrugados, yo...

—Veo que haz hecho tus observaciones.

—Por favor, Kaveh, soy un erudito serio.

—Aja... ¿Y que? ¿Eso te pone cachondo?

—¿Qué si me calienta ver el rostro más hermoso del mundo inflarse y enrojecerse como un tomate? No lo sé, llámame loco.

—Lo haré.

Al-Haitham sonrió de lado y sintió la cabeza de Kaveh caer apoyada en su hombro.

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