22. RED

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TW: Diluc, solo Diluc.

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Lumine estaba segura de que la fatídica idea inicial había sido de Paimon. Pero pasaba tanto tiempo con la pequeña molestia, y hablaba tanto, que también podían estar fusionándose sus propios pensamientos con la voz de la rata voladora.

Suspiró.

—¿Sigues creyendo que esto es buena idea?

Estaban escondidas detrás de una vid, el rostro de Paimon era completamente tapado por un racimo de uvas, más específicamente, estaban detrás de una vid en el jardín de Diluc. Y el hombre supuestamente debería estar en casa para que el plan marche a la perfección. La chica era bonita, trabajaba en Liyue en algo sobre contabilidad o algo así les había dicho Ganyu, en realidad no importa, Lumine ni siquiera se había aprendido su nombre. Era la quinta. La segunda de esta semana.

Diluc estaba solo y amargado, le había dicho Paimon, necesita relajarse, talvez tener citas, había dicho Paimon.

Lumine creía que Diluc era un encanto así como era normalmente, si se la dejaba opinar sobre todo esto. Cómo sea, el hombre siempre suspiraba educado y bajaba la cabeza como saludo a cada chica o chico que Paimon arrastra de la mano para que se acerque a saludarlo.

"Paimon, para poder volar eres una terrible cupido" Lumine había dicho eso luego de que el segundo chico presentado fracasará, un atractivo pero torpe Aventurero del gremio.

Había comenzado con Donna. Paimon la escucho llorar necesitada mientras caminaban por la calle principal. Para empezar, estaban en Mondstadt porque su pirata sexy de confianza las había invitado pizzas de Jean en el comedor de los caballeros de favonius, y nadie es humanamente capaz de rechazar una pizza de Jean. Para allí iban cuando escucharon a la florista gimotear lo apuesto que Diluc era y lo mucho que ella lo amaba. Que desagradable. Lumine arrugó los labios asqueada pero los ojos de Paimon se iluminaron viendo la oportunidad.

Era un día especialmente caluroso cuando la presentaron al pelirrojo. Diluc caminaba por la calle principal atendiendo a sus cosas, traía una pila de cartas, papeles importantes, en una mano y su abrigo bajo el otro brazo. Estaba distraído y ocupado y en camisa, sin más capas, solo una camisa blanca con el cuello abierto y sus pantalones negros. Y Donna iba a llorar. Y Paimon a hacer el ridículo...

Lumine quería dejarlo, irse antes de que el barco se hunda. Pero se quedó a observar, como el chico sonreía con dientes blancos a una Paimon muy ilusionada, que hablaba y hablaba como una niña pequeña, Diluc asentía, ligeramente inclinado para estar a su altura, siguiéndole el juego. Miró a Donna cuando se la señalaron y luego volvió toda su atención a Paimon. Acomodó un mechón de su cabello rojo detrás de su oreja y su frente sudaba y sus mangas se pegaban a sus bíceps y Lumine empezó a entender a Donna un poco. Diluc le tendió la mano a la chica, la estrecho y se alejó hacia la salida de la ciudad.

Lumine tenía la boca abierta y la expresión de Donna era indecifrable. Estaba... ¿Feliz? Supuso que era el efecto de haber sido tocada... Aunque rechazada. Paimon se lo había tomado como un reto desde entonces.

Cada chica medianamente atractiva y agradable entraba en su lista. Luego de varios intentos también comenzó a agregar chicos.

—¿Novia... A Diluc?— Kaeya tragaba pizza como si su vida dependiera de ello. Albedo se ahogo con su refresco.

—¿Quien quiere una novia para Diluc?— preguntó volviéndose hacia este lado de la mesa.

—¡Yo!— Paimon chilló masticando, ella no se quedaba atrás. La pizza estaba deliciosa— Donna está enamorada, yo...— Kaeya se echó a reír desbocado, irrespetuoso y muy, muy ruidoso.

—Mierda, Paimon eres un encanto.

—¿Gracias?— Paimon no comprendía y Lumine levantó una ceja, ella tampoco. Albedo comenzó a reír junto a él también.

Luego de esa cena y la posterior escena con Donna, Paimon asumió que Diluc era gay o algo así, ahora también intentarian con chicos.

No estaba funcionando. Ni un poco, Diluc ni siquiera abandonaba la barra del cantinero para ir a conocer a los chicos que Paimon le había seleccionado.

Y ahora estaban allí, escondidas detrás de las vides en su jardín, con una chica de Liyue esperando su señal para ir a tocarle la puerta.

—Esta vez no la presentaremos, tal vez si ella llega sola y él cree que fue su idea...

Paimon explicaba cuando la puerta se abrió de la nada.

Diluc traia un bonito traje blanco y el cabello suelto por completo, ahora que lo veía bien, el traje ni siquiera estaba bien puesto, lucía como si se hubiera estado cambiando hacia un segundo y lo hubieran interrumpido. El cabello le caía por la espalda y brillaba fogoso contra el sol. Lumine sonrió suave, está bien, Donna y todas esas chicas y chicos tenían buen gusto.

—Viajera.

Lumine salió de detrás del arbusto y se alisó el vestido, hizo una seña y Paimon se vio obligada a salir también, seguidas de una avergonzada muchacha liyuen.

Diluc hizo un movimiento de mano y Lumine entendió que la estaba llamando solo a ella hasta el pórtico.

—¿Si?— decidió fingir demencia un poco y Diluc sonrió negando con la cabeza y la mirada en el suelo.

—¿Cuándo crees que esto vaya a acabar?— preguntó terminandose de abrochar los últimos botones de su saco blanco inmaculado, y siguiendo con las muñequeras.

—¿Qué cosa?

—El nuevo hobby de Paimon

—Oh... Bueno, tal vez deberías conciderar salir con alguien, solo para... Dejarla contenta.

—No voy a hacer eso, y te agradecería que la convenzas por mi.

—¿Por qué no?— eso salió de la boca de Lumine antes de que ella misma pueda procesarlo. Solo era una duda, pero las cejas de Diluc se juntaron... ¿estaba enfadado? Lumine no podía decirlo, sus expresiones faciales eran demasiado nulas como para reconocerlas.

Pero el rostro de Diluc volvió a relajarse, alisó el traje y se acercó para quitar una hoja del vestido blanco. Estaba manchado, Paimon la había obligado a arrodillarse y se había manchado color vino. Diluc sonrió al notarlo y sintió que podía confiarle cualquier cosa a esa chica.

—Porque las personas no me atraen de esa forma.

—¿De que forma te atraen?— Lumine preguntó en automático otra vez.

—De ninguna. ¿Podrías decírselo?

—¿Qué?— Lumine lo observaba ponerse los guantes que traía en los bolsillos y acomodar el cuello de su camisa.

—A Paimon, viajera

—Oh, claro, si— parpadeó volviendolo a mirar a los ojos y sonriendo— le diré que deje de molestarte.

—Gracias.

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