14. Desayuno

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TW: Kaeya x Albedo|Eula x Amber | Lisa x Jean

La Sede de los caballeros de Favonius tenía un enorme comedor de mesas largas de madera macisa dónde todos desayunaban antes de ir trabajar, también se servía el almuerzo y la cena pero no eran horarios tan concurridos por quienes vivían en los dormitorios de la sede.

Kaeya se despertó tarde, se cambió rápido y corrió al comedor, se dejó caer en su mesa de siempre.

—Llegas tarde, cariño— Lisa comía de un preciosos plato de frutas cortadas en figuras geométricas.

—Alguien no me despertó— habló con cizaña y una manzana de la bandeja de Noelle apareció delante de él— Eres mi favorita— susurró y la chica asintio comiendo en silencio y calma.

—Lo intenté, no funcionó. Duermes muy profundo— Albedo estaba sentado frente a él, con Klee en una silla alta para niños a su lado, le estaba cortando el sándwich en triángulos mientras hablaba.

—Debiste intentarlo con más ganas— habló con la boca llena de fruta.

—Ponte una alarma, eres peor que un niño— el rubio tomó de su café mientras Kaeya casi salta sobre la mesa para estrangularlo.

La risa suave de Lisa a su lado lo sostuvo en su lugar.

—¿Alguna vez pensaron que tal vez, solo tal vez, al resto de nosotros no nos importa una mierda?— Eula habló de la nada, con un agarre elegante en su taza de té y la vista fija en su bandeja, Kaeya y Albedo la miraron sorprendidos.

—Buen día, cielo— la saludó sarcástico.

—Vete a la mierda, Kaeya

—Yo también te quiero.

La chica gruñó negando con la cabeza. Las mañanas no eran el fuerte de Eula, al igual que las tardes o las noches.

Klee estaba media dormida, con los ojos aún pegados intentando tomar su jugo y comer sus sandwiches, sonriendo esporádicamente ante la pequeña pelea de sus hermanos.

—¡Kaeya gege!— habló cuando pudo abrir bien los ojos y vio que Kaeya se estaba calmando.

—¡Princesa! Buen día, ¿A ti si te despertó Albedo gege?— Albedo rodó los ojos.

—¿Vamos a explorar la playa si hoy?— okey, ayer le había prometido ese paseo pero había trabajado hasta tarde así que la promesa se transferia para hoy porque la pequeña monstruo tenía buena memoria.

—Tal vez.

Jean llegó a la mesa y se paró detrás suyo mientras Kaeya pensaba en que momento del día podría llevar a la niña a la playa.

—Kaeya, es tarde— habló la rubia.

—¡Mi persona favorita para ver a las 7am!— Kaeya saludó y Jean sonrió negando con la cabeza mientras obedecía las señas de su novia y se agachaba para recibir su beso de buenos días en la mejilla.

Lisa la dejó llena de marcas de labial violeta. Jean señaló a Kaeya con un dedo.

—Tarde. Trabajo.

—Albedo no me despertó.

—¡¿Otra vez?!— Albedo habló desde el otro lado de la mesa.

—Despertar a la niña de 8 años y no a mí me parece favoritismo, bebé.

—Ponte. Una. Alarma.

—¿Por qué me odias tanto?— Albedo rodó los ojos y lo ignoró, de repente Kaeya pareció recordar algo y comenzó a buscar con la mirada en sus alrededores— ¿Dónde está Amber?— estaba mirando a Jean, así que volteó hacia su otro lado y volvió a hablar mirando a Eula— ¿Dónde está Amber?

—¡¿Por qué me estás preguntando a mi?!— Eula entró en pánico.

El grito hizo a Lisa reír suavesito, un cosquilleo gracioso, tapó sus labios con una mano enguantada y siguió comiendo fruta. Eula estaba pálida y sudando. El resto tuvo la decencia de no emitir sonidos.

—Trabajando, por Barbatos, haz lo mismo.

—Ugh, ella madrugando nos hace quedar mal al resto.

—Kaeya— Jean le rogó y se dió la vuelta para irse y estaba esperando que el contrario la siga.

Kaeya se levantó torpemente, le sonrió coqueto a Albedo cómo saludo y caminó detrás de Jean cómo un bebé pato.

—Estas muy gruñona hoy— le susurró al oído y la rubia no paró de caminar con los hombros erguidos y la barbilla en alto.

—Tienes que ponerte una alarma

—Mi alarma bonita no me despertó hoy

—Es la quinta vez este m...

—¿Estás contandolas?

Jean sacudió su cola de caballo. Ugh, estaba enfadada.

Kaeya sonrió con esos dientes brillantes. Él la conocía tan bien.

—A ver, ven aquí, espera— Kaeya la tomó del hombro y pudo frenar el movimiento rápido de sus pasos. La hizo detenerse y girae a mirarlo.

Luego se chupó el dedo pulgar con abundante saliva y lo pasó por toda la mejilla ajena. Jean puso la cara más asqueada que pudo y Kaeya rió divertido. Limpió todo el lápiz labial de Lisa que pudo y luego continúo caminando como si nada. Jean lo siguió.

Se limpió la humedad de la mejilla con la manga y negó con la cabeza al oír las risas estruendosas de Kaeya, quien se alejaba con pasos cada vez más rápidos hacía su despacho. Corriendo como un niño.

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