Capítulo II: El No Presente

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    Bien, ahora despertaba con el sol en la cara, es lo único que me faltaba. ¿Acaso no había dejado la cortina abajo? ¿Por qué el sol me daba en la cara como si estuviera en medio del patio?
    —Parece que has tomado un largo viaje hasta aquí. —Abrí los ojos con pesadez—. Y también pareciera que no sólo fue la distancia, sino mucho tiempo el que viajaste, si no me equivoco.
    Me levanté al instante al ver que no estaba en casa, y que estaba debajo de lo que parecía ser un árbol bastante grande. La persona que hablaba llevaba trenzas, un sombrero extraño con una flor y un arpa en la mano. Lo miré perplejo, incluso asustado. ¿Por qué estaba vestido de una forma tan rara? Era la pregunta menos importante en este momento.
    —¿Quién eres? —No me atreví a preguntar todo lo que tenía en la cabeza y miré a mi alrededor, parecía estar en… ¿Alemania? O tal vez Escocia—. ¿En dónde estamos?
    —Puedes llamarme Venti, soy un bardo. —Me sonrió amablemente, pero olía demasiado a alcohol. Tal vez era amable porque estaba borracho—. Estamos en Mondstadt, la ciudad de la libertad.
    —¿Mondstadt? He oído ese nombre antes. —Hice un esfuerzo por recordar, y entonces volvió el recuerdo de inmediato—. ¡¿Qué?! ¿Por Mondstadt te refieres al Mondstadt de Teyvat o…?
    —¿Hay otro Mondstadt? —El bardo comenzó a mirar al cielo, pensando—. No recuerdo que en Teyvat exista otro Mondstadt, no sé si en otros mundos…
    —¡¿Teyvat?!
    —¿Es una clase de hábito repetir lo que te acabo de decir con tono de pregunta o estás tan sorprendido que necesitas decirlo dos veces? —El bardo se reía, pero mi corazón iba tan rápido que podría jurar que me daría un infarto.
    —Lo siento, es sólo que yo… no sé cómo llegué aquí, Venti. —Me senté en el pasto nuevamente y abracé mis piernas—. No sé cómo explicarlo, pero no soy de este mundo, no soy de Teyvat.
    —Lo sé, vistes de manera peculiar. —Venti me miró—. No eres de Mondstadt, pero tampoco pareces ser de alguna de las siete naciones.
    —¿Yo visto de manera peculiar? —pregunté, pero me di cuenta que estaba a punto de hacer un comentario bastante racista, contando con que este era otro mundo—. Bueno, sí, supongo que para aquí sí, pero… ese no es el punto. Tengo que volver a mi mundo, a menos que… ¡A menos que esté soñando! —Me levanté y miré a Venti emocionado—. ¡Venti, dame un pellizco!
    —¿Estás seguro, viajero? —Venti me miró risueño—. Eso podría doler, y no me gusta lastimar a la gente.
    —No me lastimarías, porque esto es un sueño, creo, aunque eso sería muy cliché, ¿no crees? —Me llevé la mano a la barbilla, intentando meditar—. La nueva Alicia solía pensar que todo era un sueño, pero después de lastimarse se da cuenta de que no es así. Entonces si ahora me pellizcas y me duele…
    —¿Alicia? ¿Te refieres a la madre de Klee con una variante en otro idioma?
    —Venti, ¿esto es un sueño?
    —Es tan perfecto estar en Levantaviento que podría sentirse de esa manera, pero no creo que sea literalmente un sueño, supongo que sólo metafóricamente.
    Cerró los ojos, parecía querer sentir la brisa del aire en su rostro. Era bastante obvio que él vería esto como algo poético, era un bardo después de todo, pero yo me sentía tan desesperado por respuestas que no sabía qué hacer. Pero recordé que mi padre estuvo aquí, y él sí sabría qué hacer. Tal vez Venti podría decirme algo.
    —Venti, ¿conoces a alguien llamado Aether?
    —¿Has venido a buscarle? —preguntó curioso—. Noté tu parecido con él, pero tenía entendido que a quien él buscaba no eras tú.
    —No soy Lumine, soy… —Aún no podía confiar en él, debía ser discreto y ocultar nuestro parentesco por ahora—. Alatus, un conocido.
    Venti no me dijo nada, pero me miró con dudas. «¡Maldición! —pensé—. ¿Cómo fui tan idiota como para olvidar que Alatus es el nombre del alma gemela de mi padre. Ahora tendría que improvisar y rápido a menos que quisiera un problema persiguiéndome de una persona en la que aún no sabía si podía confiar».
   —Bueno, pensé que eso sería gracioso, pero parece que no. En realidad soy Sherlock, su amigo de estudios. —Venti me miró divertido, pero algo en él me hacía sentir que conocía la verdad sobre mí, sin importar cuánto mintiera—. ¿Sabes cómo puedo encontrarle?
    —Así que eres del mismo mundo que Aether, y aún así vistes diferente a él, lo cual encuentro curioso, pero no preguntaré. —Venti me miró una vez más y sonrió divertido—.  Bien, todos saben dónde se encuentra Aether ahora, así que te diré. Él está ahora en la Posada Wangshu.
    —Bien, muchas gracias. —Me di la vuelta, pero entonces me di cuenta—. Hum… perdón que te moleste una vez más, pero ¿dónde queda eso?
    —En Liyue. —Supongo que Venti vio mi cara después de decirle eso, ya que se rió, más de lo que esperaba—. Bien, ten, un mapa, a través de él puedes transportarte a cualquier punto que quieras.
    —¿Existe la teletransportación aquí? —Miré el mapa admirado—. ¡Aquí es genial! ¡Muchas gracias, Venti. Debo irme ahora.
    —Espera, quiero algo a cambio de todo en lo que te he ayudado.
    —¿Algo a cambio? La verdad es que no tengo dinero o algo de valor encima, pero te prometo que si encuentro a mi… —Eso estuvo tan cerca que mi corazón se detuvo—... amigo aquí, podré darle algo de dinero o alguna joya.
    —No quiero nada de valor, sólo quiero que toques esa estatua que está ahí. —Venti señaló la dirección en la cual se encontraba una estatua. Tenía la forma de alguna persona hasta arriba. No sabía si era de la religión de este mundo o algo parecido, pero parecía ser así, o tal vez alguna escultura, ya que lo había llamado “estatua”—. No es nada especial, sólo debes poner tu mano sobre ella y entonces habrás pagado todos los favores que te he hecho.
    Me acerqué con algo de miedo. Este mundo, que había recorrido mi padre, era mágico, si no había entendido mal, así que no sabía qué efectos tendría sobre mí el tocar esa estatua. Dio el último paso delante de ella. Era majestuosa, realmente, muy bien detallada. También podía sentir una energía extraña emanando de ella, pero para ser honesto, tampoco me parecía que fuera algo malo.
    Confié en mis instintos, cerré los ojos, y sin titubear más, la toqué. Al tocarla pude sentir un tipo de iluminación proveniente de la estatua, así que abrí los ojos, y en efecto, frente a mí, la estatua se iluminaba en ciertos puntos con un tono turquesa. Después una corriente de aire ascendió ante la figura aparentemente humana y la bola que tenía en sus manos se iluminó. Entonces algo voló hacia mí. Parecía una insignia de explorador. Se acercó y entró en mí, si es que eso era posible, al igual que algunas partes de mí se iluminaron con el mismo tono turquesa. Sentí una sensación extraña en mi cuerpo, como si tuviera aire corriendo por mis venas.

Daga Fragmentada || Xiaother AU || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora