Capítulo XIV: El Precio a Pagar

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    Xiao me había tenido tomado por el brazo todo el tiempo, pero al cambiar de locación me aventó con una fuerza que ya suponía que tenía, pero que nunca había usado conmigo. Caí al piso. Mi pierna me dolió, pero no me quejé, de alguna manera, me dolía más el hecho de que él me empujara.
    —¿En qué demonios pensabas al matar a alguien? ¿Acaso te gustó actuar como un maldito llorón después de que mataste a una persona inocente? —Sólo lo veía con miedo mientras aún lloraba—. ¡Responde!
    No podía responder, sólo quería llorar y dejar atrás todo lo que acababa de pasar. Cualquier cosa que dijera, sin importar si era una explicación o una queja por su actitud, no importaba qué le dijera, porque lo único que él quería era desquitar su furia conmigo.
    —¿Por qué no respondes? ¿Acaso estás pensando en qué mentira decir? —Me tomó por ambos brazos, levantándome con fuerza y pegándome hacia la pared—. ¡Contesta de una puta vez! ¿O tienes el valor para contestarme con la verdad?
    —Golpéame, sé que es lo que quieres. —Dejé de llorar—. Está bien si lo haces, porque sé que no quieres una respuesta, sólo quieres golpearme por equivocarme. Esperas sacar lo peor de mí y que te conteste, pero no importa qué conteste, ¿no es así? Sólo lo tomarás a mal.
    —¿Cómo puedes ser tan cínico? —Xiao me soltó, mientras me miraba a lo lejos con unos ojos llenos de disgusto—. ¡Era un padre de familia!
    —No lo sabía.
    Xiao no dijo nada esta vez, sólo me dio una cachetada. Noté que se arrepintió al instante, pero tampoco era capaz de pedirme perdón por perder el control de esa manera. Esperaba que me pegara más, que se desquitara conmigo; esto no era algo nuevo para mí, después de todo. «Vamos, cúlpame de todo lo malo que te ha pasado, dime cuánto has sacrificado por mí. —No podía evitar decir en mi cabeza. Por un momento incluso olvidé que no estaba con mi padre—. Dime lo malo que soy, dime cómo tu vida ha sido peor desde que llegué a ella. Dime cómo sólo te causo problemas».
    —El arconte geo dijo que te detendría si tú no te detenías. —Xiao me daba la espalda—. Para él no eres nadie, pero para mí sí. ¿No pudiste detenerte? ¿No pudiste pensar un poco en las consecuencias?
    —¿Y por eso es justificable que me golpees y que me hables de esa manera? ¿Por eso es justificable que te llevaras a Aether lejos para que no pudiera defenderme? —Las lágrimas rodaban por mis mejillas sin que yo pudiera detenerlas—. Sé que hice algo mal, estuve cerca de no hacerlo, pero aluciné con la voz de mi padre, el Aether mayor que tú no conoces, ¿y sabes qué pasó? Que lo solté, pero en cuanto lo solté sentí que debía ser yo el que debía morir y no ese señor.
    —Alatus…
    —¡No! Me toca hablar a mí, así que cállate y escucha. A ti un dios malo te hizo matar gente inocente. Mataste a muchísima gente en contra de tu voluntad. Es completamente justificable, porque no era lo que tú querías para tu vida, no era lo que querías hacer. Tú no querías matar a gente inocente… ¡yo tampoco quería! Pero a mí no me sigue un dios malvado, me persigue el demonio de la eterna infelicidad de mi papá.
    »Me persigue el cómo me desprecia, el cómo en cada pelea me recuerda que yo no soy nada para él, que siempre sacrificó mucho por mí, que siempre he sido un estorbo. Me persigue el cómo él jamás… el cómo él jamás me ha amado. —Xiao me miró mientras yo lloraba desconsolado—. También sé lo que es el sufrimiento, Xiao. Todos los humanos sabemos lo que es el sufrimiento. No hay un día en el cuál no desee morir, pero ahora al menos mi vida tiene sentido. Así que no espero que me justifiques, sólo espero que puedas entender que no lo hice por gusto.
    Xiao no decía nada, sólo me miraba. Su mirada ya no era una mirada de odio y asco, era más una mirada de pena por mí. De alguna manera, lo que le había dicho parecía haberle llegado al centro de sí mismo. No parecía odiarme ya, incluso parecía que comprendía lo que le estaba diciendo, parecía que había entendido mi dolor.
    —Veré cómo explicarle esto al arconte. —Miraba hacia el piso, no parecía querer mirarme—. Pero quiero que me prometas algo, Alatus. Y tiene que ser una promesa de sangre.
    —¿Qué? —Estaba cansado, ya ni siquiera podía llorar.
    —Sé que para salvarme alguien más debe pagar por mi vida, así que ahora mismo quiero que me prometas que no derramarás sangre inocente con tal de que yo viva. —Me entregó una piedra afilada—. Promételo, Alatus.
    Lo miré con detenimiento. Su vida valía cualquier cosa en este mundo para mí, porque el hecho de que él viviera era fundamental para que mi padre fuera feliz. «No, Xiao, no será sangre inocente la que pague. Sin embargo, hay un “vacío legal” en tu promesa, y es que jamás dijiste que no debo matar a nadie, sólo dijiste a alguien “inocente”, así que puedo prometerlo».
    —Está bien. Prometo no derramar sangre inocente por tu vida. —Corté mi mano antes de que pudiera decir otra cláusula para esta promesa.
    —Bien, entonces iré con el arconte geo. No sé qué me dirá, pero haré todo lo posible por hacerle entender que no eres un riesgo. —Xiao me miró de reojo—. ¿Te llevo con Aether?
    —No, necesito un tiempo a solas.


Daga Fragmentada || Xiaother AU || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora