Capítulo IX: Gotas de Sangre

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    ~Aether joven POV~

    Había obtenido información sobre mi hermana, información que decía que Lumine se encontraría en la Guarida de Stormterror hoy, y venía la ubicación exacta también. Pero mi recorrido había sido en vano, porque Lumine no se encontraba en donde decía la carta anónima. Y, aún sabiendo que podría ser una trampa, había venido con la esperanza de verla.
    Comencé a caminar por las orillas de las montañas, en lo alto. Si hubiera alguna posibilidad de ver a Lumine, podría notarlo desde aquí. Caminé durante un buen rato sin mucho rumbo, sólo inspeccionaba todos los ángulos posibles. Y, en una de las ocasiones en las que me moví por un punto de teletransporte, vi una silueta, y no cualquier silueta, era Lumine. Pude ver a la —no tan lejana— distancia su cabello rubio con la flor que le regalé.
    —Maldición —maldijo junto con una pequeña rabieta mi hermana—. Esta vez realmente me excedí…
    —Princesa, —un mago del abismo se acercó a ella—, si me permite una observación, tal vez lo mejor sea esconder el cuerpo del muchacho.
    —Espero que no sea un cuerpo, pero si mi hermano se entera que su hijo está… Por mucho que renuncie a este plan, él jamás me perdonaría.
    Me quedé atónito al ver y escuchar todo. ¿A qué demonios se referían? ¿El cuerpo de quién? Mi corazón se aceleraba ante la posibilidad de imaginar a quién se referían. Sentí que todo en mi interior hervía y a la vez me sentía con mucha debilidad. Y esta vez mi imprudencia ganó.
    —¿A quién te refieres por mi hijo? —Salí de mi escondite sin poder resistir mucho más.
    —¡Aether! —Lumine se veía más sorprendida y asustada de lo que esperaba—. ¿Qué haces aquí?
    —¿A quién te refieres? ¿Te refieres a… Alatus? —No quería ni decir su nombre, pero debía saber si se trataba de él.
    —Lo siento, Aether. Yo realmente no sabía que era tu hijo del futuro y la herida hará que se desangre en cualquier momento.
    —¿Q-Qué? ¿Cómo que mi hijo del…? Espera, no hay tiempo para eso, ¿dónde está Alatus? Dímelo ahora mismo Lumine, o te prometo que esto no te lo perdonaré jamás.
    —Está por el camino de la entrada a la Guarida, al sureste, en las estructuras que han sido prácticamente demolidas. Solía haber un guardián de las ruinas ahí, así que supongo que saber a qué lugar me refiero.
    —Bien, iré por él. —Iba con rapidez, pero me frené y miré a Lumine por encima del hombro—. ¿Es esto lo que realmente quieres? ¿Acaso quieres herir a más gente inocente por está necedad sin fundamentos? Si sigues por este camino, no serás diferente a los dioses que castigaron a Khaenri’ah. Harás lo mismo que ellos, dañar a inocentes porque piensas tener la razón.
    Miré a Lumine esta vez. Para mi sorpresa, ella se veía avergonzada, y en cierto modo, también parecía que mis palabras le habían hecho ver la realidad de la situación.
    —Una guerra, sólo lleva el sufrimiento más fuerte a los inocentes,  Lumine. —Me giré con lágrimas en los ojos—. Y espero  que, por tu bien, Alatus esté vivo. Si no, él sería probablemente el primer inocente que hayas matado por tu codicia.


    Corrí hacia el lugar que había mencionado Lumine. Grité con desesperación el nombre de Alatus en repetidas ocasiones, pero él jamás respondió. Corría por cada rincón del lugar esperando encontrarlo con vida. Lo único que pedía era que cuando menos respirara.
    Tenía tantas cosas en la cabeza ahora que no sabía ni en qué enfocarme. Entre saber que Alatus corría peligro de muerte, las palabras de Lumine afirmando que él era mi hijo del futuro y la sed de venganza de mi hermana, sólo podía enfocarme principalmente en cómo sabía Lumine que Alatus era mi hijo del futuro. ¿Realmente lo era? Xiao había dicho que era el hijo de alguien especial para él, y ahora no sabía qué pensar. ¿Alatus era mi hijo?
    Recordé, entonces, la manera en la que él me había llamado padre cuando había estado convaleciente, con temperatura. Recordé cómo me había mirado… la manera en la que me veía, sabiendo la verdad. Lumine tenía razón, ¿no era así? Ella no tenía motivos para mentir, ella no era de ese tipo. Ni siquiera tenía la intención de pelear contra mí, así que, ¿qué sentido tendría mentirme?
    Alatus era mi hijo, así que tendría que protegerlo, aunque aún no supiera cómo sentirme respecto a él, pero no podría hacerlo solo.
    —¡Xiao! —grité en desespero al no ser capaz de encontrar a Alatus.
    —¡¿Aether?! —Apareció ante mí tan pronto que me asustó—. ¿Estás bien?
    —¡Eso debería preguntar yo! ¿Por qué tienes rasguños?
    —Aether, algo terrible pasó, pero no sé con exactitud qué hacer.
    —Espera, Xiao, no dudo que sea urgente, pero Alatus está en riesgo de muerte por culpa de Lumine. Lamento no poner advertencias de por medio, pero debemos encontrarlo y pronto.
    —¿Alatus está… muerto? —Xiao parecía lleno de pánico—. No, él estaba conmigo y desapareció y luego Lumine me puso una distracción y yo no pude…
    —Xiao, ¡Xiao! —Estaba tan metido en sus pensamientos que tuve que interrumpirlo—. Xiao, no hay tiempo que perder, ahora mismo Alatus está en riesgo de muerte. Tenemos que buscarlo en esta zona.
    —Tú busca por tierra y yo desde lo alto.
    La idea de que Alatus estuviera solo en este lugar ahora me aterraba más, por alguna razón. Supongo que, ahora que sabía que él probablemente era mi hijo, me dolía más que algo le pasara. La realidad era que yo siempre tenía en mente que en un futuro tendría hijos, pero, ahora que sabía que eso se había vuelto realidad, no sabía cómo sentirme. Quería hijos con Xiao, pero ¿lo habremos adoptado en el futuro? ¿O qué había pasado exactamente?
    —¡Alatus! —Volví a gritar mientras corría viendo en cada dirección.
    Seguí buscándolo, pero esta vez trotaba. No sabía si mi condición física había empeorado o si mis nervios se interponían ante la idea de perderlo, pero ya no podía correr debido a la falta de aire. Así que trotaba, hasta que vi algo moverse.
    —¿Alatus? —Pude vislumbrar su ropa, era él—. ¡Alatus!
    Corrí hacia él. Aún estaba algo lejos, pero caminaba con una pierna coja. Antes de que pudiera llegar se desplomó en el piso, lo cuál aumentó más mi desespero, aumentando la velocidad con la que corrían mis pies. En unos cuantos segundos estaba a su lado.
    —Que… papá… sonría. —Alatus hablaba en pausas, divagando—. Y que yo… muera.
    —¿Alatus? —Le di unas pequeñas palmadas en la mejilla—. No digas eso, por favor. Estarás bien, ¿de acuerdo? Todo estará bien.
    —Papá… papá. —Mi corazón se contristó, y pensé que, tal vez, sí era mi hijo, y la misma sangre me había llamado a él—. Perdón.
    —Alatus, no tengo nada que perdonarte. —Acaricié su frente con delicadeza mientras hacía un mejor torniquete que el que tenía en su pierna—. Por favor resiste, ¿sí?
    —¿Por qué no soy… suficiente… para ti,... papá?
    Alatus comenzó a llorar, pero no parecía ser de dolor físico. No entendía a qué se refería, pero al hacerme ese tipo de preguntas, presentía que yo había sido un asco de padre. Quise llorar al imaginarme a mí mismo siendo una mala persona para mi hijo, pero debía ser fuerte por él.
    —Eres más que suficiente, Alatus. —Lo abracé tan fuerte como pude y besé su cabeza—. Por favor, perdóname por todo el daño que te he hecho. Ahora llamaré a Xiao y te salvaremos, ¿sí? Resiste, por favor. ¡Xiao!
    Aún sostenía el torso de Alatus en mis brazos. Lo arrullaba sin darme cuenta. Sólo me movía con él en brazos como si de un bebé se tratara. Sus piernas seguían en el piso, pero me aferraba a él con tanta fuerza que a momento podía sentir que se despegaban ligeramente. Sentía que comenzaba a volverme un poco loco por algo incierto, pero, una parte de mí, quería que Alatus fuera mi hijo.
    —Maldición, Xiao, ¿por qué no llegas? —Miré a Alatus, quien ahora se sentía más pesado y tenía los ojos cerrados—. ¿Alatus? ¡Alatus! ¡Mierda! Despierta, por favor.
    —¿Aether? —Miré a Xiao con terror y desesperación, y él entendió de inmediato la situación—. Vamos, vamos ahora con Baizhu.
    —Baizhu no está, dijo que se iría de vacaciones, ¿lo olvidas? —Mi respiración se entrecortaba y mi corazón aceleraba más y más—. ¿Tal vez Tighnari o Bárbara puedan…? ¡Maldita sea, Xiao! Piensa conmigo, Alatus se muere.
    —Bárbara es la monja sanadora de la catedral de Mondstadt, ¿no? —Xiao cargó a Alatus en brazos—. No tengo mucha energía, y debemos llegar rápido, así que vayamos con ella.
    —Adelántate, no puedes con tú peso y el de dos más al mismo tiempo. —Xiao asintió y desapareció con Alatus en brazos—. Xiao, salva a mi hijo, por favor.

Daga Fragmentada || Xiaother AU || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora