Capítulo III: Encuentros Inesperados

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    Un golpe seco pegó contra mi hombro. Sentí cómo salí disparado por los aires. Podía sentir, también, dolor en el brazo, un dolor que me quitaba el aire. La peor parte no era lo que sentía físicamente, sino emocionalmente. Mi miedo por ser impactado otra vez, el pánico por no haber aprendido a pelear y el shock por el dolor me estaban dejando como a un inútil y no podía responder a una batalla contra este individuo.
    Lo miré alzando su martillo una vez más, y supe que era mi fin. Alcé mi mano con toda la voluntad de detener su martillo, aún sabiendo que no tenía la fuerza suficiente para hacerlo y que sólo acabaría con una fractura en mi brazo servible, pero era peor no intentar, supongo. O tal vez sólo era un reflejo. Alcé mi mano y cerré mis ojos, y esperé que todo acabara rápido. Pero pasó más tiempo del necesario, y luego escuché voces con un tono sorprendido. Entonces abrí los ojos y entendí el porqué de la conmoción. De mi mano emanaba un viento que detenía el martillo.
    —¡¿El viajero tiene una visión?! —preguntó uno de ellos.
    Retiré mi mano al instante. «¿Una visión? —Me pregunté intentando entender a qué se referían y por qué había pánico en sus ojos al decir eso—. ¿Qué demonios es una visión?».
    —Por favor, déjenme ir, ni siquiera sé qué es una visión. —No sabía en qué momento había ocurrido, pero las lágrimas recorrían por mis mejillas. ¿Sería por el miedo de recibir otro golpe o por el dolor?—. Alguien está en riesgo, y si no llevo el mensaje morirá. Por favor, no diré nada de ustedes, sólo me iré.
    —Me cansan las ratas como tú. Las ratas miedosas que huyen en cuanto los problemas se presentan, las que chillan. —El tipo del martillo nuevamente se acercó y me tomó de la camiseta para hacerme poner de pie—. ¿Sabes qué hago con esas ratas?
    —Por favor, ¡sólo déjeme entregar un mensaje a Aether y me puede matar! —De pronto gritaba, pero era más mi desesperación por ver la historia repetirse de nuevo que el miedo de morir.
    —A las ratas como tú… —el tipo se acercó tanto a mi cara que su nariz rozaba con la mía. Hablaba en voz baja—... las aniquilo.
    Me tomó por el cuello y me pegó a un árbol. Comenzó a estrangularme con una fuerza desmesurada, una que jamás había sentido. Mis pies ya no tocaban el pasto. Llevé mi mano sana hacia la muñeca del tipo, apretando con tanta fuerza como podía, pero era en vano. Por más que apretara no iba a soltarme. Era un maldito psicópata.
    Le solté la muñeca, porque no tenía sentido luchar una batalla que ni en mis más fantasiosos sueños podría ganar. Había perdido todo. Había perdido a Mika, había perdido a mi madre, había perdido la posibilidad de un final feliz para mi padre y había perdido mi vida.
    Cerré los ojos y dejé un par de lágrimas salir. La oscuridad me rodeó en un mundo que no conocía y me llevó con ella.


    Sentía un dolor en la garganta, uno fuerte. Quería respirar, pero lo hacía con dificultad. ¿Así era como se sentía la muerte, como un recordatorio de la manera en que moriste? Abrí los ojos con mucha lentitud. Me exasperaba no poder abrirlos con la rapidez que quería, pero algo tan simple como mover los músculos que se encontraban en los párpados ocupaba una cantidad descomunal de mi energía ahora mismo.
    —Bien, estás despierto. —Una voz conocida, pero un tono no amigable.
    Giré mis ojos con pesadez para mirar a la persona que hablaba. Era el alma gemela de mi padre. ¿Qué hacía con él? «¡Oh no! —pensé—. Maldición, estoy muerto, pero ha pasado tanto tiempo que seguro él también está muerto y ahora tendré que compartir el paraíso o lo que sea que es esto con él. Tal vez sólo hasta que llegue mi padre».
    —Tienes suerte de que te siguiera para investigarte, de otra manera ahora ya no estarías en este mundo. —Xiao se acercó a mí, apuntándome con su lanza—. ¿Por qué nos espiabas? ¿Cuál es el mensaje que tienes para Aether?
    —No puedo decírtelo. —Me ardía la garganta al hablar, mi voz sonaba increíblemente rasposa y me costaba muchísimo más trabajo de lo que imaginaba—. Pero sé que pasará en el futuro, y necesito evitar muchas cosas.
    —¿El futuro dices? —Se puso en cuclillas para quedar cerca de mi rostro. No parecía creerme—. Bien, astrólogo de poca monta, si esto es cierto me explicarás a mí todo con detalle, y si no lo haces me encargaré de terminar el trabajo que empezaron los ladrones de tesoros. No permitiré que te acerques a Aether sin saber tus intenciones, no me arriesgaré a que toques un simple pelo de su cabeza.
    La situación no podría ir peor, pero yo sonreía ligeramente. Mi padre siempre había sido el protector de la casa, pero aquí tenía a alguien que protegía de él, alguien que lo amaba y que arriesgaría todo por él. Y si este hombre frente a mí era el alma gemela de mi padre era por algo. No quería crear una paradoja del tiempo, pero tal vez le podía confiar algunos detalles no tan vitales. Mi padre confiaba en él, así que yo también lo haría.
    —Lumine, ella morirá. —Intenté incorporarme para sentarme en el sillón—. Su plan era… es acabar con las siete naciones y sus arcontes, pero fue detenida por su hermano, sólo que tuvieron que luchar. Tú estarás en esa batalla, ya que Lumine mandó a su ejército del abismo. Aether la dañará, y quedará tan mal herida que morirá, pero eso lo destrozará y provocará que él jamás vuelva a ser el mismo.
    —¿Ah, sí? —Xiao aún parecía escéptico—. ¿Y quién te dijo eso? ¿Un dios de Celestia? ¿Las estrellas? ¿Alguna deidad?
    —Me lo dijo mi padre. —Xiao frunció el ceño mientras me analizaba—. Me lo dijo Aether, mi padre.
    Por primera vez obtuve una reacción que no era escepticismo, pero no sabía qué era peor, su escepticismo o lo triste que se veía después de tal noticia. Me miró de arriba a abajo, como si ahora se diera cuenta del parecido que tenía con mi padre, el cual era bastante.
    —¿Padre, has dicho?
    —Xiao, mi padre me habló de ti también. —Bajé la mirada, me sentía mareado—. No puedo darte los detalles de cómo ocurrió, pero eres su alma gemela y el amor de su vida. Él me lo dijo.
    —¿Eso quiere decir que vienes del futuro? —Asentí—. Entonces, Aether y yo ya no estamos juntos si tú naciste.
    —Créeme cuando digo que no es por falta de amor, o porque lo suyo se haya roto. —Sentía que mis ojos se cerraban. Era casi imposible mantenerme despierto—. Xiao, no puedo darte los detalles, porque no quiero una paradoja temporal, pero te prometo que cambiaré las cosas para que todo termine bien. Mi padre, él… Xiao, él te amó, te ama y te amará por el resto de la eternidad. No le digas quién soy, y por favor, no te… separes de… él.


Daga Fragmentada || Xiaother AU || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora