Capítulo VIII: La Princesa del Abismo

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    Después de que Aether y Xiao nos ayudaran un poco con las heridas, en lo que podíamos ir con Bárbara, fuimos a El Buen Cazador. Esta vez pudimos comer sin inconvenientes y todo transcurrió normal. Parecíamos una familia normal, los dos padres, el hijo y su tal vez futura pareja. Todo parecía tan normal que era extraño. Algunas veces Aether o Xiao le preguntaban cosas a Mika, sobre sus planes a futuro o cosas por el estilo. Cuidaban de mí, supongo. Era el típico interrogatorio de padres.
    —Alatus, ¿puedo hablar contigo un momento? —Xiao se levantó de la silla y me indicó la dirección con la cabeza.
    —Sí, claro.
    —Enseguida regresamos.
    —Espera, de hecho yo tengo que salir a recolectar algunas flores para… —Aether era tan malo para mentir como yo—... Eh, bueno, algunas cosas, así que aprovecharé para retirarme también.
    —Sí, y yo iré a la Biblioteca a investigar algunas cosas para poder hacer una mejor ruta de comercio, después de eso iré con Bárbara.
    Todos nos levantamos y nos despedimos. Mika parecía indeciso a qué hacer frente a mis dos padres, así que inicié yo y le di un abrazo para que no se sintiera incómodo.
    —¿Nos podemos ver en la noche para hablar de lo que me comentaste? —me preguntó tímido.
    —Sí, tenemos esa plática pendiente.
    —Perfecto.
    —Estaré aquí a las… Bueno, no sé la hora de este mundo, pero supongo que cuando anochezca.
    —Ten. —Mika se quitó su reloj y me lo puso en la muñeca, estaba a punto de rechistar, pero me calló de inmediato—. Yo sé dónde conseguir relojes en Teyvat, y tú necesitas uno ahora más que yo.
    —Gracias, Mika.
    —Nos veremos a las 10:00 p.m., ¿de acuerdo? No llegues tarde.
    —No lo haré. —Le revolví un poco el cabello a Mika con cariño y le brindé una sonrisa antes de retirarme—. Nos vemos esta noche.
    —Hasta esta noche —dijo con un ligero rubor en las mejillas y una sonrisa adorable.
    Me di la vuelta y comencé a caminar y, supe por el sonido de las pisadas, que Mika había hecho lo mismo. Xiao me esperaba solo ahora, parecía que Aether se había adelantado, probablemente iba a observar a su hermana, tal como lo escribía el diario.
    —Tenemos que ir a alcanzar a Lumine a la Guarida de Stormterror. —Xiao había comenzado a hablar mientras caminaba a la salida de Mondstadt. Antes de lo que esperaba ya estábamos lejos del puente de Mondstadt—. Necesitamos hablar con ella y explicarle la situación. Tal vez al saber la historia completa, ella pueda entender. Quiero decir, es hermana de Aether, algo parecido han de tener y ha de ser el buen corazón. Seguramente ella…
    —De hecho, Xiao… —lo interrumpí—. Ya hablé con ella.
    —¡¿Qué?! —No había gritado, pero su voz se había alzado mucho sin duda—. ¿Cuándo? ¿Le explicaste todo?
    —No, de hecho me mintió.
    Xiao y yo miramos de inmediato hacia lo que parecía la entrada de un mausoleo, pero recordando el diario de mi padre, estos eran dominios. Y ahí, encima de esa entrada al dominio, estaba Lumine, mirándonos con una mirada fría, era como si estuviera vacía por dentro.
    —¿No le contaste, extraño? —Lumine bajó del dominio y comenzó a caminar hacia nosotros amenazante—. Oh, cierto, tu nombre no mencionado ante mí es Alatus, ¿no es así?
    —¿Cómo lo sabes? —Sentía las manos tan frías que sentía que se me caerían hechas hielo—. ¿Cómo sabes…?
    —¿Tu nombre? No, creo que te refieres a ambos, a que sé tu nombre y que me mentiste. Es muy sencillo, me acerqué a la astróloga y le propuse que me dijera la verdad a cambio de la vida de su compañera, Fischl. —Lumine se acercó aún más, pero Xiao me empujó con ligereza hacia atrás, interponiéndose un poco entre ella y yo.
    —Aléjate de Alatus, por favor.
    —Xiao, tal vez en otras circunstancias hubiera sido un placer, pero ahora mismo esto es entre Alatus y yo, por favor, no te interpongas.
    Lumine parecía vacía por dentro, no hablaba con enojo, ni en tono burlón, de hecho, no parecía tener emoción alguna. Estaba acostumbrado a leer y ver villanos que demostraban mucha rabia, o se mostraban sarcásticos y burlones ante el hecho de que alguien los había engañado, pero Lumine no era así. Lumine se mostraba tan neutral que algo dentro de mí se sentía más asustado que con las reacciones anteriores. Ahí lo supe, Lumine no era una villana, sino una genocida que creía tener la razón.
    —Alatus es como un hijo para mí, no permitiré que le hagas daño.
    —Bien, insistes en interponerte.
    Lumine miró hacia atrás, como esperando que alguien apareciera. Xiao pareció notar de inmediato que algo no andaba bien y sacó su lanza, también colocó una máscara sobre su rostro. Algo salía de él, era como un humo verde turquesa con negro. No sabía qué era eso, pero era probablemente su poder.
    —Alatus, retrocede. —Xiao alzó su mano para darme la señal de alejarme y así lo hice—. No importa qué pase, no intentes ayudarme.
    —¿Qué? No, ni creas que te dejaré morir. —Miré a Lumine, quién seguía con la misma mirada carente de emociones—. Basta, Lumine. Esta vez te diré la verdad, pero debes prometer no hacer nada contra los arcontes.
    —Alatus… interesante nombre.
    Lumine desapareció en medio de una espiral que había aparecido de la nada. Era como un agujero de gusano, o un agujero negro. Tenía la misma apariencia que el universo y los gases que en él se encontraban, pero eso no tenía sentido. Poco después, aparecieron dos agujeros iguales, sólo que esta vez salían dos monstruos de ellos. Miré con miedo la escena. Yo no sabía pelear, pero no podía dejar a Xiao pelear solo contra esas dos cosas.
    —No creo que tu Yaksha tenga problema con dos emisarios del abismo —Lumine había aparecido detrás de mí, sobresaltándome en gran manera al hablar prácticamente en un susurro cerca de mi oreja—. Pero, lo entretendrá lo suficiente como para que resolvamos lo nuestro.
    Xiao comenzó a pelear contra ellos sin percatarse de lo que pasaba detrás. Y antes de que pudiera hacerlo, Lumine me jaló hacia atrás y me metió en aquel agujero de gusano extraño. Sin saber exactamente cómo funcionaba, y, asumiendo que era a voluntad de Lumine, nos teletransportamos a la Guarida de Stormterror.
    —¡No! Lumine, aquí no, tu…
    Antes de que pudiera seguir Lumine me había dado un golpe con su espada que me había lanzado varios metros hacia atrás hasta que choqué contra algo duro. Me retorcí del dolor en la espalda. Antes de que pudiera reaccionar me dio otro golpe en la cara. Sentí el calor de la sangre recorrer mi ceja, obligándome a cerrar el ojo para que no se llenara de sangre.
    —¿Quién te envió?
    —Nadie me envió, ni siquiera tenía planeado…
    Lumine enterró su espada en el muslo de mi pierna derecha, provocando que saliera de mí un grito de dolor que jamás pensé que alguien podría provocar. En las películas los hombres rudos jamás gritaban cuando les enterraban algo en el muslo, pero yo no era un hombre rudo, y esto no era una película. Comencé a llorar. Dolía demasiado para ser real. Quería despertar de esta pesadilla.
    —No más mentiras, Alatus. Quiero toda la verdad.
    —No te estoy mintiendo. —Lumine comenzó a girar ligeramente y con mucha lentitud su espada, provocando más dolor aún—. ¡No estoy mintiendo! ¡Soy tu sobrino! Mi nombre es Alatus, como el nombre del hombre que mi padre más amó, hijo de Aether y Noelle.
    —¿Aether y Noelle? —Por primera vez sentí su furia con sus bufidos molestos—. ¿No era Xiao a quien Aether más amaba?
    —Él jamás dejó de amarlo, Xiao murió en una emboscada, y tú también moriste. Ambos factores lo llevaron a tomar esa decisión, Lumine. —Ahora llorando, pero de rabia y dolor, no sólo de dolor—. Por tu maldito egoísmo es que mi padre acabó tan apagado que el verlo ahora duele. Él siempre fue tan brillante y tan bueno… pero no, tú tenías que venir con tu maldito plan a arruinar su vida. ¡¿No puedes simplemente dejarlo?! ¡¿Ah?! ¡¿Tan difícil es hacer un maldito sacrificio por tu hermano que ha recorrido las siete naciones de Teyvat para encontrarte?!
    —Tú no sabes nada, no eres más que un niño que…
    —Un niño que quiere ver a su padre feliz —la interrumpí—. Y haré lo que sea necesario para que mi padre sea feliz, así tenga que pasar por encima de ti o de quién sea para reescribir la historia y darle un final feliz. Así tenga que llevarte a rastras fuera de la pelea para que vivas y mi padre sea feliz, porque él te ama. Tú eres su alma gemela…
    —¿Y me dices egoísta a mí? —Lumine respiraba con rapidez por el enojo—. ¿Siquiera sabes qué es lo que tu papi quiere, lo que Aether quiere? ¿Y si es feliz con la vida que tiene ahora sin mí?
    —Él jamás volvió a ser feliz desde que te perdió, y mucho menos cuando perdió a Xiao. Creéme cuando te digo que sé perfectamente qué es lo que mi padre quiere, y eso es a sus dos almas gemelas a su lado.
    —¿Y qué hay de ti? ¿No te das cuenta que también eres parte de su vida y que este estúpido plan te podría borrar de la existencia?
    Ya lo sabía dentro de mí, pero el escucharlo en voz alta hacía que me doliera más el pecho que mi pierna ahora atravesada por una espada. Sabía que este plan podía hacerme desaparecer para siempre, y sabía que era posible que eso pasara en el instante en que salvara a Lumine, porque entonces todo cambiaría, y mi padre jamás buscaría a mi madre como refugio, por lo cuál jamás existiría.
    —Lo sé. —Lloraba nuevamente, pero no tan intensamente como antes, esta vez podía hablar con más claridad—. Pero sé de la misma manera que prefiero desaparecer a regresar a casa con un padre que no conozco porque está ahogado en tristeza; que me da consejos excelentes cuando se los pido, pero que el resto del tiempo finge que no existo mientras ve todo el día el canal de las noticias… Un padre que ni siquiera puede llamarme hijo, ¿es eso realmente una razón para existir? Sé que mi padre quiso tenerme, pero él no me ama… Yo no soy lo que él necesita. Así que por favor, te lo suplico, no… mueras.
    Lumine me miró tan sorprendida que era casi imposible pensar que era la misma que había visto a lado de Xiao, la que parecía carecer de un corazón y parecía de piedra. Sacó la espada de mi pierna. La sangre salía de mi pierna con algo de rapidez. No había tocado una arteria, pero probablemente sí necesitaría un torniquete de inmediato si no quería morir desangrado.
    Después de sacar su espada no dijo nada más, sólo me miró presionar la herida en la pierna, por unos segundos, después miró hacia todos lados. Parecía estar pensando en todo lo que le había dicho, pero aún mejor, parecía estar considerando el dejar su plan de lado.
    —¿Estás seguro que mi plan fracasará… que moriré y que eso le traerá tristeza a Aether?
    —Estoy totalmente seguro, porque ya lo viví. —Intentaba resistir las ganas de vomitar por el dolor—. Lumine, de momento no puedo decir que te quiero, pero también eres mi tía, somos familia. Ahora mismo podría desear que mi padre te atravesara con la espada por el dolor que me causaste, pero quiero lo mejor para mi padre, ¿no puedes querer lo mismo tú también?
    Lumine no dijo nada, sólo miró al piso. Quería que me contestara, pero tampoco quería presionarla. La miraba intensamente mientras mi cuerpo se debilitaba con cada segundo que pasaba. Sólo quería saber qué pasaría ahora. Necesitaba ver cuando menos una señal de algo. Sin embargo, después de que una lágrima rodara por su mejilla, se dio la vuelta y comenzó a caminar, pero a los tres pasos se detuvo y me miró de reojo, aún volteada.
    —No es una decisión fácil. —Mi corazón se desplomó. No había esperanza alguna, parecía—. Sin embargo, lo pensaré. No quiero que te hagas muchas ilusiones, o que pienses que esta es la respuesta que querías. Tengo muchos factores que considerar, entre ellos, justicia para la gente de Khaenri’ah.
    —Muchas gracias, Lumine. Eso ya significa mucho para mí.
    —Me iré ahora. —Lumine abrió un agujero de gusano nuevamente—. Ah, y para tu tranquilidad, el Yaksha está bien. Los emisarios del abismo regresaron casi de inmediato porque él es muy poderoso. Debe estarte buscando. Pero tranquilo, no está herido.
    —Gracias.
    Esta vez no contestó, simplemente se metió al agujero de gusano  y desapareció. Finalmente sentía poder respirar. Me preguntaba si realmente podría lograrlo. Tal vez yo podía buscar una salida equitativa para todos, para la gente que ella mencionaba y para Teyvat. Justicia, pero no venganza, que era lo que ella evidentemente quería.
    Intenté levantarme, pero no pude a la primera. El dolor era más de lo que algún día pensé podría resistir, pero aún así debía luchar contra él. Nuevamente me impulsé con mis manos y me recargué en la estructura tras de mí para poder levantarme. Afortunadamente lo logré. Sonreí con orgullo por mi logro.
    —¡Tú puedes, Alatus! —me di ánimos.
    Como pude, empecé a frotar un pedazo de la tela de mi ropa contra la estructura de piedra detrás de mí y la corté. Al lograrlo, la até sobre la herida. Ya dolía el simple roce de la tela, pero tenía que apretarla. Apreté los dientes y cerré los ojos con fuerza mientras lo hacía. No era el torniquete perfecto, de hecho probablemente no era un torniquete, pero tenía que intentar algo para evitar desangrarme.
    Miré el mapa, intentando buscar algo que pareciera un punto de teletransporte a las afueras de Mondstadt. Tenía que haber algo parecido a un dominio señalado o algo por el estilo, sin embargo, aún no sabía bien cómo usar el mapa para buscar ese tipo de señales.
    Cerré mis ojos un segundo, me sentía demasiado cansado. Sólo quería dormir unos segundos. Seguramente mi cerebro estaba agotado por la tensión de enfrentar a Lumine y enfrentar la realidad. Mi situación no era nada sencilla desde que nací, pero parecía que cada año que pasaba la situación empeoraba hasta llegar a este punto de mi vida.
    —Estoy muy cansado, padre. —Miré al cielo mientras imaginaba que él me podía escuchar—. No quiero seguir. Honestamente, quiero rendirme. Pero, pienso en la manera en la que ves la tele pero no la miras y mi corazón se hace trizas. ¿Por qué… no pude… ser suficiente… para ti?
    Mis ojos comenzaron a cerrarse por sí solos. Me sentía tan cansado que ni siquiera pude continuar la conversación. Sentí cómo caí al suelo, a aquel pasto verde que había estado a mis pies todo este tiempo, pero no sentí el dolor del impacto. Tal vez tenía el cuerpo tan adormecido que ya no sentía el dolor.
    Deseé que, si moría en aquel mar de oscuridad, cuando menos mi sacrificio valiera la pena y que eso hiciera a Lumine cumplir mi última voluntad. Deseé también por un segundo, que el sufrimiento parara por fin, después de 16 años de mi corta vida. Dejé de desear volver a casa con mi padre, porque mi padre, probablemente, ya no pensaba en mí, y no le dolería mi pérdida. Por un segundo, y sólo un segundo, deseé morir. Nadie me extrañaría si moría… y ahora al menos habría cambiado un poco Teyvat y el futuro, ¿no?
    Que algo cambiara, por favor, y que yo muriera.

Daga Fragmentada || Xiaother AU || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora