Capítulo 17

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De todo lo que podía estar pasando, esto era lo menos probable.

—Charles, ¿qué haces aquí?

—¿Cómo que qué hago aquí? He venido a buscar a mi mujer y ya de paso, a mi coche. Al parecer no cuidas muy bien de él.

Estoy sumamente desconcertada. No sé qué responder, no sé si echarme a llorar, salir corriendo o implorarle perdón. Desvío la mirada a Bel, que niega ligeramente con la cabeza mientras Enrique la sujeta, como si quisiera intervenir.

Charles da un paso hacía mí y me sujeta por ambos brazos antes de abrazarme con fuerza. Besa mi cabeza, pidiéndome perdón. No alcanzo a reaccionar, ni siquiera a devolverle el abrazo, lo que hace que me apriete aún más contra él. Así permanecemos no sé cuanto rato, envuelta entre sus brazos. Yo debería pedirle perdón; sin embargo, él implora el mío.

—Lo siento, Lena, cuánto lo siento. Te quiero, vuelve a casa.

—Charles...

—Lo siento, empecemos de cero, dónde tú quieras, cómo tú quieras... ¿Quieres que compre una casa en otro lugar fuera de Madrid? La compraré. Lo que quieras, mi vida.

—Pero...

¡Mierda! Al final mi plan ha salido redondo, se ha dado vuelta la tortilla y cree que es culpa suya. Empiezo a sentirme fatal por todo esto. Me quiere, me quiere de verdad, ha venido a por mí. Es tan dulce. ¿Cómo he podido hacerle algo así? Soy la peor persona del mundo, no se lo merece. Empiezo a experimentar sentimientos contradictorios y confusos.

—¿Podemos volver a casa y lo hablamos tranquilamente? —Sujeta mi barbilla obligándome a mirar sus preciosos ojos.

—¿Cómo sabías que estaba aquí?

—Muy fácil, uno no puede comprarse un Jaguar y no instalarle un sistema satelital por si te roban el coche o tu mujer se escapa con él... —intenta bromear atento a mi reacción—. He sabido en todo momento dónde estabas. Simplemente te estaba dando tiempo, el que me pediste.

Sonrío. Merece una sonrisa su comprensión y afirmo con la cabeza. Es muy típico de Charles tenerlo todo bajo control. Su expresión se relaja al verme sonreír, acaricia mi cara dulcemente y me besa. ¡Me besa! Es mi marido y no recordaba sus besos. No reacciono, no me lo esperaba, así que encajo ese beso que se ve interrumpido por mi nombre a gritos.

—¡Lena! ¡El coche, Lena!

¡Oh, no! La voz de Nacho, que sube a toda prisa las escaleras buscándome. Abro los ojos y veo cómo se detiene a mitad de los escalones; su cara de decepción habla por sí sola. Yo me quiero morir mientras me aparto de Charles y choco con su mirada, ahora ya de rencor. Aprieta los labios y se le agrandan las fosas nasales, por donde expira el aire con fuerza. No reacciono a la situación, pero Charles lo hace por mí.

—Todo está bajo control, señor agente. El coche es mío, lo recogí legalmente hace una media hora del depósito. Háganme llegar la multa correspondiente, ya le dejé los datos a su compañero.

Se crea un silencio asfixiante. Estoy a punto de entrar en shock.

—No se preocupe. Esa multa está más que pagada, ya se hizo cargo su mujer. Sarcasmo en estado puro.

Estoy a punto de echarme a llorar, o a correr. Quisiera poder decir algo; no obstante callo, la situación me supera. Nacho se da media vuelta escaleras abajo sin mirar atrás. Mi corazón corre tras él. Por un momento he creído que yo saldría tras él. No sé si Charles ha intuido lo que está pasando. He sentido el impulso de dar un paso hacia Nacho justo en el mismo instante en que me ha sujetado con fuerza, inmovilizando cualquier movimiento por mi parte. Estoy segura de que se ha percatado de la situación. Sin embargo, no dice nada, ni yo, ni Bel, ni Nacho... Silencio.

CUIDADO CON LAS EXPECTATIVASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora