Capítulo 14

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De acuerdo, Ismael no me besó. Menuda novedad... Eso yo ya lo sabía, pero me ha quitado un peso de encima oírlo de su propia boca. Aunque no deja de mirarme con esa cara de Julio Iglesias y de hacerme ojitos; cree que va a salir victorioso de esta comida. La lleva clara...

—Sácame de aquí, Leire —le susurro por lo bajo apretando los dientes y apenas moviendo los labios.

—Calla, ahora se está poniendo interesante... —Me suelta un codazo entre las costillas y prosigue con su propósito—. Isma, otra cosa... Entonces tú sabes quién quería besar a Lena. ¡Suéltalo de una vez!

Aitor hace un gesto de calma con la mano a su mujer, que se está pasando un poco. Ismael me mira confundido; se acaba de dar cuenta de que esto no es una doble cita y de que no tengo el más mínimo interés en él. Se desinfla antes de contestar.

—Bueno, pese a no ser la más de guapa de todas, sin ánimos de ofender Lena —me mira como pidiendo disculpas—, ese beso fue disputado, pero no recuerdo bien quién fue el afortunado finalmente. Yo bastante tenía, estaba flipando en colores con Eva y sus preciosas pecas...

—¡Ismael, por favor! Queremos nombres —insiste Leire.

—Gael...

—¡No! —lo corto en seco levantándome de la silla—. Gael no puede ser —digo bajando el tono de voz y sentándome poco a poco al darme cuenta de que todo el restaurante me está mirando—. Fue Juan, sé que fue Juan, no le demos más vueltas...

—¿Qué Juan? —pregunta sorprendido.

Me apresuro a sacar el teléfono móvil en busca de la foto que me ha mandado Bel.

—Este Juan —señalo con el dedo al chico que miraba de lado hacia nosotras—. Juan, el que murió en el accidente de coche...

Ismael no entiende nada, mira a la pareja uno a uno y seguidamente me mira a mí confundido.

—No murió nadie en el accidente. Milagrosamente, salimos todos ilesos. Incluso Gael, que era quién conducía. Ese flaco al que llamas Juan es Nacho. Aunque... ahora que lo dices, es cierto, realmente se llama Juan Ignacio.

¿¿Nacho?? Se detiene el mundo, me quedo totalmente paralizada. Leire se lleva ambas manos a la boca y Aitor sujeta el teléfono observando detenidamente la imagen. ¿Qué mierda está pasando? Ismael se da cuenta de que algo no está cuadrando e intenta arreglarlo bromeando.

—Era flaco, ¿verdad? Nadie diría que es el mismo Nacho. Tras el accidente estuvo varios veranos sin aparecer por el pueblo. Y cuando apareció de nuevo, ¡el tío ya venía como un armario! Nachito... Menudas collejas le daba.

Aitor estalla en carcajadas suavizando el momento de shock en el que nos encontramos Leire y yo.

—Prueba a darle una colleja ahora, si tienes valor —lo reta Aitor.

—Calla, no quiero comerme una noche de calabozo —bromean entre ellos dos.

—¿Me besó Nacho? —pregunto con la mirada perdida, todavía perpleja.

—O Gael —se apresura a contestar Ismael—. Ambos tuvieron un pequeño roce por ese motivo. Bueno, ya sabemos que Gael las quería y las sigue queriendo besar a todas. Probablemente fuera él. Le gustaba restregarnos en la cara que podía conseguir todo lo que se propusiera con ese acento argentino, todo un dandi por naturaleza. Me alegro de que Nacho le diera un puñetazo la otra noche. ¿Os habéis enterado?

La conversación cambia de rumbo. Aitor y Leire no sabían nada, se acaban de enterar. Ella me mira con la boca abierta y yo asiento con la cabeza. Leire se acaba de dar cuenta de que ha llegado el momento de hablar de lo que pasó la otra noche, así que pone fin a la doble no cita y salimos juntas bajo el pretexto de los niños.

CUIDADO CON LAS EXPECTATIVASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora