Capítulo 20

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Así no hay quien ligue...

—¡Dios mío, lo siento! Déjame que te ayude... —insisto con un pañuelo de papel intentado secarle la cara.

—No pasa nada. Una sutil manera de hacerme ver que no te intereso...

—No, no es eso... No sabía que era tequila y lo detesto... Ay, cuánto lo siento.

Leire se ha percatado perfectamente de la situación, y su mirada expresa un «ya te vale». Sonrío forzadamente mientras le seco la cara a Alberto: sé que Nacho me está observando y eso me pone el corazón a mil.

—Ya está, Lena —insiste Alberto mientras coge mi mano y la aparta de su cara, pero no la suelta—. Estás perdonada —me susurra.

Lo hace cerca del cuello, poniéndome los pelos de punta y dejándome helada, mientras, a su vez, de nuevo mi mirada se cruza con la de Nacho, que parece estar observando la situación.

Las chicas aprovechan que Alberto decide ir al servicio a lavarse la cara para estallar a carcajadas, y yo me uno a ellas. No puedo dejar de buscar a Nacho entre la gente, pero no lo encuentro. Leire, que es más avispada que ninguna, tira de mí haciendo ver que vamos a pedir algo a la barra.

—Dios, Lena, ¡no lo has superado!

—¿De qué hablas?

—¡De Nacho! ¿Te crees que no me he dado cuenta? Lo raro es que no se diera cuenta nadie más...

—Estás equivocada, Leire. Si no lo hubiera superado, no hubiera dejado que Alberto se uniera a nosotras. No descarto nada. Está bien, ¿verdad? Es un hombre sexi...

—Yaaaa, sexi es, pero esto no funciona así. ¿Es que no aprendes? ¿Quieres que hablemos de Nacho? Deja de bloquear el tema y afróntalo.

—Pero ¿es que hay algo más que afrontar? ¿Te parece poco que tenga un hijo? Y no un bebé recién nacido de una relación después de lo nuestro. ¡Un hijo de mucho antes de estar conmigo! ¿De verdad nadie sabía que tenía mujer e hijo? ¡Esto es absurdo!

—¿Ves como no lo has superado? Cálmate. Ella es su exmujer. Bueno, ahora no sé lo que son exactamente, pero estaban separados cuando vino a vivir aquí. Y sí, es cierto que nadie sabía que tenía un hijo. Desde que llegó al pueblo, ha aprovechado todos sus días festivos para irse hasta Zaragoza a estar con él. Nunca lo trajo aquí, y ya sabes que no es de los que cuentan muchas cosas.

—Pero ¡es que ni lo mencionó! Me tuvo engañada... Por eso insistió en que me fuera, estarían reconciliándose y yo no pintaba nada en medio de la familia feliz.

—Por favor, Lena, los dos escondíais cosas... No voy a ponerme del lado de ninguno.

—No hace falta, amiga, eso da igual. ¿Has visto a su mujer? —asiente—. ¡Qué asco me da que sea tan guapa!

—Venga, Lena, no pasa nada. ¡Anímate! El banquero no está tan mal, tal vez se merezca una oportunidad.

—Ni hablar, mi objetivo es ese trabajo de Barcelona. Además, allí hay millones de hombres, alguno habrá que me haga olvidar... las buenas duchas.

Ambas nos reímos y ambas sabemos que no es cierto, que sigo loca por Nacho y que me ha roto por dentro volver a verlo y no poder tocarlo. No hay hombre en la faz de la tierra que me haga vibrar como solo él sabe hacerlo.

La noche sigue su curso. Alberto se ha mojado la cara y el pelo y, no es por nada, pero tiene un puntazo sexi... Poco a poco, intuyo qué hay bajo esa camisa y esos pantalones chinos. No puedo evitar que me recuerde por un momento a Charles, pero es normal, son de edad parecida. Insiste en acompañarme a Barcelona, quiere mostrarme su ciudad. Lo esquivo todo lo que puedo, pero es que cada vez es más dulce, se toca el pelo con más gracia y cada vez lo veo más guapo. ¡Vale! Esa es la alarma para que deje de beber. Cuando un hombre se torna más guapo de lo normal y empieza a darte morbo todo lo que hace, es que ya has bebido bastante. Así que por hoy ya basta, no quiero amanecer en casa del banquero por despecho y junto a la poca dignidad que me queda. Voy a los servicios a mojarme la nuca y a pedirle a Bel que nos marchemos, que, por cierto, ¿dónde se habrá metido?

CUIDADO CON LAS EXPECTATIVASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora