«Venga, Gael, tú puedes»; «Pregúntales de dónde son»; «Gael, déjanos alguna...».
De nuevo, otro recuerdo se cruza por mi mente. Gritaban su nombre divertidos, lo incitaban a acercarse. Sin embargo, ni recuerdo qué chico acabó por acercarse. Dudo que fuera el flaquito que caminaba con las manos en los bolsillos. ¿Por qué no puedo acordarme de quién fue? Aquel día todos jugamos a la botella y todos buscábamos lo mismo. Un momento... Había otro chico a mi lado que también me gustaba, era muy amable y llevaba un piercing en la lengua. ¡Descartado! El de la camiseta azul ajustada también era mono, le salían unos hoyuelos al sonreír... ¡Todos tenían su encanto! No fue una buena idea jugar con los ojos vendados.
Me alegro de haber recordado su nombre, aunque no su cara en especial, pero... Algo es algo, ya tengo por dónde empezar. Ahora necesito que este pueblo deje de conspirar contra mí e intentaré acercarme a alguien más o menos de mi edad que conozca a la gente del pueblo y que estuviera viviendo aquí ese mismo año. Si la camarera tuviera mejor carácter... Ella parece algo mayor que yo, pero estoy segura de que no ha salido nunca de este lugar. Espero que no esté casada con él. Para mí sería muy violento si una desconocida se me acercara preguntado por mi marido. Vamos, la fundiría con la mirada del tigre... Así que será mejor que me asegure bien de no meter la pata en algo así.
***
¡Menudo frío! Voy a parar en una de estas tiendas las cuales parecen sacadas de otra época, con sus escaparates vintage de madera y su poco colorido en las colecciones de ropa. Necesito comprarme una chaqueta que abrigue un poco más, esto no lo esperaba. No he divisado ninguna tienda en la que haya podido percibir un mínimo de glamur, y no conozco ninguna de estas marcas. ¡Puf! Voy a tener que comprarme cualquier baratija de estas. Pienso tirarla antes de irme de este pueblo. Pero, en estos momentos, el gélido frío manda.
La puerta chirría de una manera muy molesta al entrar, provocando que la dependienta desvíe momentáneamente su vista repasándome de arriba abajo. He interrumpido su lectura. Apenas he puesto un pie en la tienda y no parece agradarle mi presencia. ¿Qué le pasa a este pueblo con los turistas? No puedo entender esa actitud. Esa joven ni se imagina que podría comprarle la tienda entera si quisiera, cosa que no haría ni muerta... No se ofrece a ayudarme y no me ha saludado al entrar; simplemente me vigila, y me está incomodando. Será mejor que me decida de inmediato y salga de este lugar.
Tras probarme varias piezas, elijo un plumón muy bonito en color Beis con un gorro enorme cubierto de pelo. Es ideal; con él no pasaré frío. Reconozco que no es lo más glamuroso del mundo, pero aquí nadie me conoce, y puedo permitirme vestir con algo así sin ser juzgada. Cuando me dirijo al mostrador, la chica, una joven morena de veintipocos años de pelo lacio, ojos claros (tal vez azules) y maquillada con poca maña, esconde algo bajo el mostrador. Me ha dado tiempo a cerciorarme de que era una revista. No sé qué le preocupa. ¿Acaso cree que me importa que lea en sus horas de trabajo? No ha sido capaz de ofrecerme ayuda ni de ser amable, ¿cree que voy a quejarme porque lea una triste revista? En fin... Observo cómo se fija en el nombre de mi tarjeta de crédito y me incomoda aún más. Esta vez el semblante de su cara refleja cortesía, me sonríe. Busca una buena bolsa para mi plumón nuevo, aunque decido llevármelo puesto y guardar en ella mi chaqueta Belstaff de entretiempo, que es justamente lo que no existe en este pueblo. La verdad es que el cambio de trato me hace sentir más cómoda, le doy las gracias y, sin tener muy claro a qué viene esa repentina amabilidad, me dispongo a salir sin mediar palabra ni mirarla a la cara. Que se sienta incómoda como me he sentido yo...
—Que tenga un buen día, señora Harington —se dirige a mí, dejándome helada.
Quedo petrificada al oír eso. En la tarjeta de crédito no consta el apellido de Charles, sino mi nombre completo.
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CUIDADO CON LAS EXPECTATIVAS
Chick-Lit¿Puede una extraña mujer a las tres de la mañana después de unos cuantos San Franciscos, remover el pasado y cambiar mi vida para siempre? ¿Mi perfecta vida? ¡Maldita mujer Siempre tuve claros mis objetivos, mi vida en Madrid ha superado todas mis e...