Capítulo 15

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Despierto con su olor en la piel, en la almohada... ¡Oh, no! ¡Debo tener un aspecto horrible! No quiero darme la vuelta y que me vea sin maquillar, sin peinar... Sé perfectamente que recién levantada puedo darle un susto al propio miedo. Intentaré darme la vuelta poco a poco, simulando estar dormida. Con un poco de suerte, él aún dormirá y podré escabullirme hasta la ducha, que, si no recuerdo mal, es la puerta de enfrente.

Me pregunto por qué cuelga esa bombilla simplemente del cable. ¿Tanto cuesta poner una lámpara? Cortinas demasiado oscuras, una cómoda con un par de cajones abiertos y unas mancuernas en el suelo es lo que atisbo desde este lado de la cama.

Dejo caer el brazo hacia un lado como si de un movimiento involuntario se tratase. ¡Sí que es grande esta cama! No he llegado a tocarlo. Disimulo con un bostezo, haciendo ver que me cuesta abrir los ojos, mientras giro la cabeza sobre la almohada en su dirección. Abro un ojo temblorosa; espero que no se dé cuenta de lo que estoy haciendo...

¡No está! Ahora sí, me incorporo de inmediato buscándolo por la habitación, sintiéndome idiota, pero merecedora de un Óscar por mi gran interpretación. ¿Se habrá ido a trabajar y me ha dejado aquí? Siento alivio y a la vez tristeza por no encontrarlo junto a mí. Reconozco que me hubiera gustado amanecer junto a él, aunque ya veo que él no le ha dado la misma importancia. ¡Se va a trabajar y ni siquiera me despierta!

Después de nuestro arrebato en las instalaciones municipales, había oscurecido y decidimos venir hasta su casa. No recuerdo el camino, solo sé que continuaba nevando y que yo no paraba de mirarle la mano sobre el cambio de marchas del vehículo mientras él conducía con mirada triste, como si hubiéramos hecho algo malo, y de nuevo, los eternos Guns N' Roses ponían banda sonora a nuestra historia, esta vez con la canción November Rain. El trayecto apenas duró unos minutos y no miento cuando digo que no recuerdo ni un solo tramo por el que circulamos hasta llegar a su casa. Sabía que al llegar tendríamos que enfrentarnos a la realidad y hablar de lo sucedido estos días. Quién mintió a quién y todo eso...

Me sorprendió ver que vivía solo en una casa, con su verja, su jardín ahora completamente nevado y un árbol que no tardé en percatarme de que era un olivo. Accedimos a la casa a través del garaje, donde resguardó el precioso Mazda X5 de la nieve. Apenas encendió luces, no me enseñó la casa, podía notar su tristeza. Seguíamos empapados por la nieve.

—¿Quieres cenar algo?

No le respondí al notar que esa pregunta denotaba enfado. Tras una breve pausa, quise adelantar la conversación pendiente y acabar con esta absurda situación. No entendía cómo, tras dejarnos arrastrar por una incontenible pasión, ahora volvíamos a ser dos extraños.

—¿Podemos hablar de esto? —musité.

Apretó los labios antes de contestarme.

—¿Qué es esto, Lena? ¿A qué te refieres?

—A...

—¿A que has venido aquí buscando a alguien que en su momento no cumplía tus expectativas y que sé perfectamente que continuará sin cumplirlas? ¿A esto te refieres? ¿De esto quieres hablar?

—¿Qué te pasa ahora? Hace un momento no estabas pensado en todo eso, ¿por qué me hablas así?

—Es que no te entiendo, Lena. ¿Qué mierda haces aquí? ¿Te aburrías en tu miserable vida de ricachona?

—Yo... —Tocada y hundida.

—¿Me buscabas? Bien, estoy aquí. Ya no soy aquel chico flaco y tímido que no estaba a tu altura. Ahora soy otra persona, no me hace falta una mujer como tú. No me hace falta esto...

CUIDADO CON LAS EXPECTATIVASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora