Meñique

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Terminó la lista de lo que tendría que comprar el día siguiente, buscó a la rubia hasta que la encontró y la miró atender las mesas con diligencia, realmente era buena trabajando, admitió antes de escuchar que alguien le hablaba.  de servir una nueva orden.

—Cinco coronas. —le dijo una mesera que no la había visto antes— Soy Alexa. —se presentó— Eres nuevo aquí ¿Dónde está el jefe habitual?

—Soy Xandro, por un tiempo estaré remplazando a Emmanuel. —respondió— Ayer no viniste a trabajar. —señalo poniendo las botellas de cerveza en su charola.

—Estaba de viaje, Emmanuel me dio vacaciones. —le explicó y el griego asintió— ¿Hay algo que deba saber?

—No llegues tarde y no bebas con los clientes. —declaró poniendo la ultima botella.

—Entendido, jefe. —le regaló un guiño y una sonrisa coqueta.

El griego negó antes de escuchar a otro mesero pedir una orden más, vigiló a Nina solo porque no quería que aceptara bebidas de los clientes, no había ningún otro motivo. Esa noche terminaron a las tres de la madrugada, se quedó un rato más, para poner los cartones de cerveza en los frigoríficos de la trastienda.

—¿Te llevo? —escuchó a su espalda mientras cerraba la puerta trasera del bar después que todos se habían marchado.

—No es necesario. —respondió girando para ver a la rubia, enfundada en su abrigo rosa.

—Quiero que llegues seguro a casa, alguien podría secuestrarte. —le dijo sonriendo.

—La única que quiere secuestrarme, esta frente a mí. —declaró guardando las llaves en el bolsillo del pantalón.

—¡Oye! —le dio un golpe suave en el abdomen— Te prometo que no voy a secuestrarte, por ahora, —habló poniendo el dedo meñique frente al griego, quien miró su mano y luego la miró a ella, sin entender que quería que hiciera— Promesa de meñique. —señaló.

—¿Qué? —inquirió

—¿Cuántos años tienes? No pareces muy viejo. —dijo tomando su mano— Préstame tu mano, no voy a arrancártela. —le pidió— Solo enlaza tu dedo meñique con el mío y esteremos haciendo una promesa. —le explicó— Ahora repite conmigo. —le pidió y Xandro la miró como si estuviera loca— “Promesa de meñique, si miento me tragaré mil agujas y me cortaré el dedo”

—¡Estás loca! —dijo soltando su mano.

—Un poco sí. —admitió riendo— Solo hazlo. —volvió a tomar su mano para entrelazar de nuevo sus dedos meñiques.

—Pero no me quiero tragar mil agujas y mucho menos cortarme el dedo. —declaró.

—Yo prometo que no voy a secuestrarte, pero para que sea efectiva debemos los dos decir el juramento. —le explicó con una gran sonrisa, divirtiéndose porque al parecer él carecía de sentido del humor, pero eso a sus ojos lo hacía mucho mas atractivo.

—Si tú eres la que promete, no tengo porque decirlo. —dijo con las cejas juntas, haciendo que se marcara su entrecejo.

—Solo hazlo grandulón. —le pidió, antes de pestañar de forma coqueta.

—Esta bien. —aceptó, y la rubia sonrió aún más, sus pestañeos nunca fallaban, sin duda el griego quedo fascinado con ese movimiento.

—Repite conmigo, “Promesa de meñique, si miento me tragaré mil agujas y me cortaré el dedo” —recitó— Hazlo robot.

—“Promesa de meñique, si miento me tragaré mil agujas y me cortaré el dedo” —repitió después de respirar profundo.

—¡Genial! Ahora puedo llevarte a tu casa y no voy a poder secuestrarte. —declaró, entrelazando sus dedos antes de jalarlo para que caminara— Vamos.

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