душа

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—Me estoy dando cuenta. —habló pensativa Nina.

—Por cierto ¿Qué traes ahí? —le preguntó Emmanuel.

—Hice un Ptichye Moloko para compartir con ustedes, ya que la próxima semana me voy de este congelador. —respondió con una suave sonrisa.

—Por fin, voy a probar está famosa torta. —dijo el chef acercándose a ella, para pasar el brazo por sus hombros mientras escuchaban el alboroto del resto de cocineros— ¿Que sucede contigo? —le preguntó en secreto.

—Nada, creo que estoy triste porque ya tengo que irme. —respondió.

—¿Estás segura de que es eso? ¿No tiene algo que ver con que te enteraste quién es realmente el griego?  —inquirió.

—Xandro no tiene nada que ver en esto, te aseguro que no quiero irme de aquí, pero debo hacerlo. —declaró.

—Me parece perfecto, ahora partamos esa tarta que se ve deliciosa. —dijo quitándole la caja donde la llevaba

—Está bien ¿Crees que está mal si le doy un trozo de tarta a la tía de Edward? —inquirió— Es que estoy usando su jeep, me la encontré cuando llegué y realmente es muy amable, me dijo que podía usarlo sin problema.

—No está mal, eso es muy amable de tu parte. —dijo sonriendo el chef sacando un cuchillo para partirla.

—Tengo que decirte algo. —declaró de forma tímida.

—Te escucho, dime lo que quieras Nina. —dijo sonriendo.

—Bueno, ¿has escuchado hablar del restaurante душа (Alma) en New York? —le preguntó.

—Si, es uno de los mejores restaurantes de la ciudad, también tiene tres estrellas Michelin ¿Vas a invitarme cuando vaya a visitarte? —bromeó.

—Sí quieres sí. —dijo con tono serio, el chef dejó de partir el pastel para verla.

—¿Qué sucede con ese restaurante?

—Es de mi mamá. —murmuró con voz baja.

—No entiendo, habla más fuerte.

—Es de mi mamá, el restaurante es de mi mamá.

—¿Tu mamá es socia de ese restaurante o tu mamá es la chef? —cuestionó.

—Es la duela y la chef del lugar, también es dueña del resto de restaurantes que hay en diferentes ciudades del país y fuera de él con el mismo nombre, todos tienen estrellas Michelin. —confesó.

—¡¿Qué?! —exclamó sorprendido— ¡Oh, por dios! por eso eres tan buena en la cocina. —señaló.

—Bueno no soy tan buena como tu o como mamá, pero hablé con ella y me dijo que puedes ir a trabajar en cualquiera de sus restaurantes cuando quieras, le conté que eres muy bueno.

—¡¿De verdad?! —preguntó cada vez más sorprendido.

—Si, pero deja de gritar, no quiero que nadie más sepa.

—¿Por qué? Tu madre es impresionante.

—Lo sé, tú lo has dicho es mi mamá, pero es difícil estar bajo su sombra, aun sin siquiera empezar la carrera.

—¿Cómo puede ser difícil estar bajo su sombra? Estás loca, deberías estar orgullosa de que ella sea tu madre. —contradijo y la rubia sonrió francamente— Esa sonrisa si es de verdad. —señaló— Me encantaría trabajar junto a ella.

—Solo tienes que llamarla y decirle que quieres un lugar en su restaurante de New York.

—Si, pero… —guardo silencio y miró hacia el restaurante.

XANDRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora