Comida

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—¿De cuándo acá te preocupas por mi espacio personal? —declaró Xandro antes de besarla con más ganas de las que después admitiría. 

—Siempre me he preocupado por tu espacio personal. —contradijo Nina entre el beso, mientras envolvía sus brazos en el cuello del griego, quien sonrió sobre sus labios antes de volver a devorar su boca, al tiempo que sus grandes manos bajaban por su culo y lo apretaban, para luego volver a subir por el cuerpo de la rubia.

—Lo siento. —dijo dejando sus labios, entrando en razón.

—¿Por qué lo sientes?  —preguntó con la respiración agitada.

—Por besarte sin tu consentimiento. —respondió separándose lentamente de ella.

—Tienes todo mi consentimiento, para besarme y hacerme más cosas. —declaró, Xandro sonrió antes de volverla a besar de forma casta.  

—Sabes que esto está mal ¿verdad? —cuestionó abriendo su abrigo para pegarle a él y cubrirla, para que no sintiera frio.

—¿Por qué?

—Porque soy mucho mayor que tú, te llevó casi diez años. —señaló.

—Eso solo es un número, además siempre he sido amante de las antigüedades ¿te olvidas de mi escarabajo? —inquirió con una gran sonrisa.

—¿Qué acabas de decir? —preguntó, aunque habia escuchado bien, no podía creer que pensara igual que las mujeres de su familia sin estar relacionadas.

—Que me gustan las antigüedades, tú eres, una muy sexy. —declaró poniéndose en puntas para besarlo, Xandro le respondió el beso con ganas de llevársela lejos de ese lugar.

—¿Qué hago contigo ardilla? —musito dejando sus labios.

—Yo puedo darte muchas ideas, sobre qué hacer conmigo. —dijo con una sonrisa coqueta.

—No lo dudo, eres un adolescente caliente. —declaró.

—Mañana cumplo diecinueve años, ya no soy una adolescente. —presumió para luego morder suavemente su barbilla.

—Es verdad, ya eres toda una adulta y como adulta deberías estar trabajando, no aquí besándote con tu jefe.

—Que conste que mi jefe me beso primero. —señaló.

—Tienes razón, me disculpo por eso. Volvamos a trabajar antes de que alguien se dé cuenta. —dijo separándose de ella.

—Tu solo calientas la comida y no te la comes, eso no es justo, la comida quiere ser comida. —declaró dándole un golpe en el abdomen.

—Aun no es hora de comer, es hora de trabajar. —dijo riendo, tomando su mano para entrar al bar.

—¿Cuándo será hora de la comida?  —quiso saber deteniéndose en medio de la trastienda.

—Pronto. —respondió pegándole a él volviéndola a besar— Ve a trabajar, si no quieres que tu jefe te despida.

—Mi jefe es un témpano de hielo, pero creo que quema. —declaró alzando las dos cejas al mismo tiempo, para luego regalarle una gran sonrisa e ir al bar, haciéndolo reír.

Xandro espero un par de minutos pues algo en su entrepierna no estaba congelado, si no muy caliente, la miró desde detrás de la barra, la rubia volvió a mostrarse como siempre, con una gran sonrisa, cuando fue hora de cerrar, lo esperó para llevarlo a la cabaña, tuvo que luchar consigo mismo para no caer ante sus encantos, realmente le gustaba mucho, pero era demasiado joven para él, no quería sentir que estaba aprovechándose de ella, se dio un baño antes de meterse en la cama, tardó en dormirse pues no podía dejar de pensar en Nina.

XANDRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora