—¿Qué? —cuestionó Nina cuando Xandro la miró a los ojos y no habló por unos largos minutos—Pensaste que seguiría detrás de ti, despues de todo lo que me dijiste, podré ser joven, pero no estúpida.—Sé que no lo eres. —murmuró mirándola, definitivamente no esperaba que la rubia le dijera que ya no estaba enamorado de él, ¿Por qué se sentía tan mal de escuchar esas palabras salir de la boca de Nina? se preguntó— Eres una de las mujeres más inteligentes que conozco.
—Me alegra que lo digas, ahora si estoy con alguien mayor que yo, ese es mi problema, no el tuyo, no necesito que venga de salvador, es más, no necesito que intervengas en ningún aspecto de mi vida, lo que sucedió en Alaska y en Las Vegas, ya pasó, no voy a negar que me encantaría que no hubiera sucedido.
—¡¿Que?! —exclamó interrumpiéndola.
—Sí, me hubiera encantado que mi primera vez no fuera con alguien como tú, pero yo tuve la culpa por dejarme llevar por tu bello rostro y cuerpo, bueno, a quien le dan pan que llore ¿Verdad? me ofrecí en bandeja de plata, tú tomaste lo que necesitabas, fue completamente mi culpa, pero ya estoy en paz con eso…
—Espera, no fue así. —contradijo.
—Claro que lo fue, no estoy loca, pudo recordar todo, lamentablemente, tú siempre dijiste que no te gustaban las mujeres jóvenes e intentaste alejarme de ti, pero yo insistí hasta que sucedió lo que los dos sabemos, te serví para quitarte las ganas y para calentar tu cama cuando lo necesitabas, después te deshiciste de mí. —continuó hablando, el griego la miró casi en estado de shock por escuchar todo lo que salía de la boca carmín de su ardilla— Pero repito, no te culpo, fue mi inmadurez, en eso tenías razón, aun soy demasiado inmadura. —mostro una suave sonrisa— Aun mi color favorito es el rosa, todavia me gusta los pijamas de mamelucos, me encanta andar en patines, como dice mi hermano aun me comporto como una niña, debe ser aterrador estar con una persona como yo, sobre todo casarse con alguien como yo, por suerte pudiste anularlo ¿Verdad?
—Sí. —declaró, sin saber porque parecía que una aguja se clavaba en su pecho cada vez que la rubia hablaba.
—Bien, entonces no tenemos nada de qué hablar, por favor, no vuelvas a acercarte a mí. —le pidió antes de dar media vuelta para salir.
—Nina. —la llamó viendo cómo se alejaba sin mirarlo— ¡Kátara! —exclamó antes de ir detrás de ella.
—Por fin te encuentro, acabo de encontrar a Mark Roberts, quiere hablar contigo sobre la fusión, se enteró que estabas de vuelta en la ciudad e insiste en hablar contigo. —le contó Camilo tomándolo del brazo.
—Necesito. —dijo deteniéndose, mirando a la rubia entrar al salón donde se llevaba a cabo la fiesta.
—¡¿Qué?! ¿Qué necesitas? —preguntó su mejor amigo.
—Nada, vamos con Roberts. —respondió, no tenía caso hablar con la rubia, por fin consiguió lo que tanto quería, pensó, pero si era así ¿por qué se sentía tan mal? Se detuvo en la pared, sintiendo que iba a perder la conciencia.
—¡Xandro! ¡¿Estás bien?! —escuchó muy lejos a Camilo, a pesar de que estaba a su lado
—No. —respondió cerrando los ojos, su corazón estaba latiendo de forma errática, sintió que le faltaba el aire.
—Llamare una ambulancia.
—No, espera, dame un segundo. —recargo su hombro derecho en la pared, intentando respirar profundo para tranquilizarse, ese no podía ser un episodio, habia dormido bien mucho más de lo necesario, comido a sus horas, eso no era el lupus, llevó su mano hasta su pecho.
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XANDRO
RomansaÉl es el último hijo de Xandro Kalonimos y ama que respeten su espacio personal...