Jeep

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—¿Que tan enojado sigues conmigo? —le preguntó su padre antes de abrazarlo.

—No estoy enojado contigo, no del todo. —respondió aceptando su abrazo.

—Me alegra saberlo, sin duda el frío te ha caído bien. —señaló el griego tomando su rostro para ver sus ojos, a pesar de los años su padre seguía conservando el metro con noventa y seis de estatura, lo que significaba que aún le sacaba dos centímetros de estatura, aunque podría consolarse con ganarle por tres metros a su hermano mayor.

—No puedo quejarme. —le sonrió, por esa razón no habia querido hablar con él, porque sabía que no podía permanecer enojado con él si lo miraba o hablaba.

—Mi turno. —dijo Sol metiéndose entre las dos torres que componían su hijo y su esposo.

—Mamá.

—Ómorfos ílios mou (mi hermoso sol) —dijo Xandro.

—Hazte a un lado grandote, tengo que abrazar a mi bebé. —declaró abrazando a su hijo.

—Tengo veintiocho años. —dijo dejando que lo abrazara, con los años aprendió a no hacer enojar a Sol, su papá era imponente, pero sin duda su mamá daba más miedo enojada.

—Lo sé ¿Has comido bien? ¿te has tomado el medicamento? —cuestionó.

—Sí, he dormido bien también y hago ejercicio con regularidad. —le respondió.

—Bien, se te nota. —dijo dándole un beso en la mejilla.

—Yo también vine. —anunció Ares guardando el celular, pues estaba en una llamada.

—El niño consentido de papi. —dijo el témpano de hielo sonriendo.

—Mira quien lo dice, el bebe de sus papis. —contradijo Ares antes de abrazarlo.

—No tengo consentidos, y si los tuvieran seria mi ramillete de flores. —declaró su padre tomando la mano de Sol para entrar a la cabaña, los dos los siguieron.

—Todo sigue igual. —comentó Sol mirando a su alrededor, se encontraban en la cabaña que Xandro había comprado muchos años atrás cuando habia descubierto que ella junto a Mia se escondían en ese pueblo perdido.

—Parece que sí.

—Por cierto ¿Dónde dejaron a los abogados y auditores? —preguntó Xandro al ver que solo eran ellos tres.

—En Juneau, ellos sugirieron que primero viniéramos nosotros, para ver cómo se comporta en estos días, antes de que ellos aparezcan, nos pareció una buena idea. —le contó su hermano.

—Me parece una buena idea.

—Tienes un buen ojo. —señaló su padre— Pero aun no puedes volver al trabajo, no en new york.

—Lo sé, no estoy pidiendo volver al trabajo. —declaró.

—No hablen de eso, mejor deberíamos comer, tengo hambre. —intervino su madre.

—Quiero una hamburguesa de la cafetería. —dijo Ares.

—Esos suena bien, vamos a comer a la cafetería, aprovechamos para saber cómo va el negocio.

—Te aseguro que el Bar y la cafetería van muy bien. —dijo sonriendo.

(…)

—Ellos son los padres de Xandro, el rubio es su hermano mayor. —escuchó a Emmanuel mirando entrar al grandulón abrazando a una preciosa mujer quien supuso era su madre.

—¡Vaya! Pensé que era un hombre normal y resultó ser un niño rico. —comentó su compañero de trabajo— Ahora entiendo porque Edward dejó que Xandro se hiciera cargo del Bar.

XANDRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora