Aire

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—¿Qué diablo crees que haces? —inquirió Nina molesta.

—No sé de qué hablas. —comentó Alexa mirándola como si estuviera loca.

—Hazte la tonta. —dijo enojada.

—¿Perdona? —repitió dando un paso hacia ella.

—Nina, ven conmigo. —le pidió el griego tomándola de la cintura por la espalda.

—No, no estoy hablando contigo.  —se quejó mientras se movía para que la soltara.

—Pero yo sí. —declaró mientras se alejaban de Alexa— ¿Qué fue todo eso? —preguntó dejándola con cuidado en el suelo.

—Tu dime ¿qué estás haciendo? ¿por qué hablas con ella?  —dijo enojada acomodándose el abrigo.

—Eso precisamente, hablando con ella. —respondió cruzándose de brazos, parecía mucho más grande cuando hacía eso, pensó la rubia.

—¿Por qué lo haces? Ella está coqueteando contigo, además no es rubia natural, no puedo creer que te gusten las peliteñidas. —le reclamó.

—¿De qué hablas, Nina? —preguntó mirando como las mejillas de la rubia se teñían de rojo, pues acababa de darse cuenta de que habia metido no solo una pata sino las dos y si tuviera más, seguramente lo hubiera hecho.

—Nada. —murmuró sintiéndose avergonzada, acababa de montarle una escena de celos, sin tener ningún derecho.

—¿Cómo que nada? Acabas de pelear con Alexa, sin razón alguna ¿Por qué?

—Me equivoque, lo siento, debo irme. —dijo empezando a caminar, pero Xandro la tomó por la cintura cuando pasó por su lado deteniéndola.

—No, vas a hablar conmigo y decirme ¿que fue todo eso?

—Fueron mis hormonas, aun me visita Andrés y me pongo un poco loca. —resolvió lo más rápido que sus neuronas pudieron responder.

—Karenina ¿estás celosa? —le preguntó.

—No, claro que no. —respondió bajando el rostro para que no viera el rojo de la vergüenza— Debo irme, olvide una olla en la estufa. —dijo tomando su mano para que la quitara de su cintura.

—¿No vas a trabajar hoy? —habló caminando detrás de ella.

—No, tengo otras cosas que hacer, de hecho, solo venía a avisarte, cuando mis hormonas se apoderaron de mí. —mintió.

—¿Segura? —preguntó deteniéndose frente al escarabajo.

—Sí.

—Bien, antes de que te vayas ¿quién te dijo que me gustan las rubias? —le preguntó deteniendo la puerta para que no la cerrara.

—Nadie, no sé de qué hablas. —comentó.

—Hace un segundo dijiste que me gustaban las rubias. —le recordó y Nina negó moviendo la cabeza con fuerza— Te aclaro, que me gustan todas las mujeres, no solo las rubias y aprende a controlar tus hormonas, ardilla. —dijo antes de cerrar la puerta, dio media vuelta sonriendo, caminando de regresó al bar.

—¿Está todo bien con ella? —le preguntó Alexa cuando estuvo cerca de ella.

—Sí, solo venía a avisarme que hoy estaría ocupada y no trabajaría.

—Parecía enojada conmigo, por estar hablando contigo. —comentó.

—Es demasiado joven e impulsiva, no le hagas caso ¿Qué era lo que estabas diciéndome? —le preguntó mirando como el escarabajo se alejaba por la calle.

XANDRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora