Servidor

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—Tengo hambre. —declaró Nina con la respiración agitada, boca abajo en la cama.

—Podemos ir por algo a la cafetería. —dijo besando su espalda antes de salir de ella.

—¿No tienes nada de comer aquí? —quiso saber, mirándolo bajarse de la cama.

—Creo que si, pero no cocino mucho. —respondió entrado al baño para quitarse el condón y tirarlo.

—Puedo cocinar. —dijo sentándose en la cama.

—No es necesario, ven a bañarte, nos vestimos y después vamos a comer a la cafetería. —habló abriendo la regadera.

—Sí es necesario. —contradijo yendo al baño— No puedo ir a la cafetería, Edward me pondría a trabajar.

—Lo había olvidado. —dijo mirándola entrar al baño— Podrías ver que hay en la cocina, sino podríamos ir a comer a la pizzería.

—Eso me gusta más. —aceptó entrenado con él a la regadera— Está ducha es grande.

—Mis padres saben lo que hacen. —dijo tomándola por la cintura para pegarle a él.

—¿Qué pasó con respetar el espacio personal? —inquirió, Xandro se rio antes de besar su cuello.

—¿Qué pasó con la ardilla atrevida? —preguntó en su oído antes de morder su oreja.

—Aquí esta, le estas invadiendo su espacio personal. —respondió abrazándolo.

—Esto solo es por ahora, cuando salgamos de aquí volveré a respetar tu espacio personal. —declaró antes de atrapar sus labios, en un intenso beso.

—Necesito un descanso. —declaró dejando sus labios.

—Está bien, necesito comprar condones. —aceptó dándole un beso casto antes de soltarla.

—Eso es algo muy importante. —dijo sonriendo girando para ver los jabones qué tenía— ¡Sandía! —exclamó.

—Ese no es el mío.

—Lo sé, nunca has olido a sandía, hueles más cítrico. —señaló sonriendo— ¿Por qué tienes este tipo de gel?

—Mi mamá se encarga de esas cosas. —respondió encogiéndose de hombros.

—Entiendo, eres un niño mimado. —dijo con tono burlón.

—No, solo que ella es la que se encarga de eso, vivo solo desde los dieciocho años. —le contó.

—Ya entiendo porque eres un témpano de hielo, te faltaron mimos. —dijo apretando sus mejillas con las manos llenas de espumas.

—Créeme que no. —declaró haciendo la cabeza hacia atrás, la rubia se rio, antes de seguir bañándose.

—¿Son cariñosos en tu familia? —preguntó y él asintió— Entonces ¿Qué sucede contigo? ¿Por qué no dejas que te toquen?

—Porque son muy cariñosos, y me hartaban. —declaró con franqueza.

—Hummm. —dijo mirándolo de arriba abajo.

XANDRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora