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Seungmin

La puerta se abrió y apareció la silueta de Sibila, la joven sirvienta.

- joven kim -susurro.

Me estaba haciendo el dormido, así que tenía que tardar en responder.

-Humm... -ronroneé a la vez que minho acariciaba el filo de mis pantalones.

- Lamento molestarlo, pero su madre me ha dicho que le comunique que mañana saldrán de viaje a las nueve. -La pobre parecía avergonzada.

-De acuerdo, Sibila... -Fingí un bostezo-. Tranquila, no te preocupes.

-Lo siento mucho.

-Qué va. Ve a descansar.

-Claro. Buenas noches, Seungmin.

-Buenas noches, Sibila.

La encantadora muchacha sonrió y después salió de la habitación cerrando la puerta.

Enseguida, Minho retiró las sábanas y se incorporó sentándose sobre sus rodillas. Miró mis tobillos y comenzó a acariciarlos subiendo muy lento. Dibujó mis rodillas, pero se detuvo al llegar a mis muslos. Tomo mis piernas y las abrió antes de echarse sobre mí.

Deslizó sus labios por mi cuello rozando la piel con su lengua. A esas alturas, ya estaba demasiado descontrolado. Continuó bajando hasta que llegó a mi vientre. Acaricié su cabello y me removí bajo su cuerpo antes de impulsarme hacia él. Lo besé mientras él me sentaba sobre su regazo y se agarraba a mi cintura. Me deshice de su camisa y empujé sus hombros para que se tumbara. Minho sonrió al verme sobre él. Tomo mis caderas resistiéndose a quitarme el Short. Sabía que no era el momento ni el lugar para concluir aquello (mi madre rondaba por la casa).

-¿Piensas estar así toda la noche? -dijo.

Se me escapó un ligero gemido y me acerqué a su oreja. Le provoqué un suspiro entrecortado al morderle el lóbulo.

-Sé fuerte, minho. Tú puedes con todo -bromeé antes de que apretara aún más mis caderas.

-No, minie. Con tu cuerpo encima, no puedo ser fuerte. -Negó sonriente. Decidí apartarme y dejarle algo de espacio para que se recuperara-. Pero eso no significa que te alejes -dijo antes de besarme.

-Quédate y duerme conmigo.

-¿Qué duerma contigo al lado? Eso será imposible.

-Vamos... podrás irte en cuanto amanezca.

-No hace falta que supliques. Pensaba quedarme. -Se tumbó a mi lado y abrió sus brazos para que pudiera echarme sobre su pecho.

-No estaba suplicando. Además, sabía que conseguiría convencerte. -Sentí los pálpitos de su corazón antes de que rodeara mis hombros con su brazo.

-Por desgracia, sí. Eres el único que consigue dominarme.

-¿Te molesta?.

-No sabes cuánto -susurró en mi cabello dándome un beso.

-¿Quieres que deje de hacerlo?

Busqué su mirada. Había oscuridad, pero pude ver el maravilloso resplandor de sus ojos. Inclinó la cabeza hacia mí y me contempló frunciendo el ceño.

-Si quisiera que dejaras de hacerlo, no estaría aquí, seungmin.

Me coloqué sobre su pecho y comencé a acariciar cada rincón de su rostro. Minho cerró los ojos con un gesto de tormento y apretó la mandíbula.

-¿Qué piensas? -Quise saber lo que le incomodaba.

-No es bueno que sienta de esta manera.

-¿Por qué?

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