Minho
—La madrugada es la mejor aliada de un secreto —dije con tono misterioso cuando entré en el despacho de mi tío Seo. Eran más de las tres.
Encontré a Felix sentado frente a mi tío. Me miró con cara divertida e insinuante. Estaba claro que ocultaban algo. Seo solo confiaba sus secretos a Felix.
—¿Qué te lleva a pensar que se trata de eso? —dijo Felix imitando mi voz.
—Si no es un secreto, entonces es que te han echado de casa. —Cerré la puerta y caminé hacia ellos, vacilante.
—Siempre tan irónico.– Felix tomó un sorbo de su bebida.
Seungmin se cruzó en mis pensamientos. No había vuelto a verlo desde lo sucedido en la fiesta y mi mente me pedía que fuese en su busca. Pero ahora no podía mezclar las cosas. Debía concentrarme.
—Bien, ¿por qué no te sientas, Minho? Tenemos que hablar de cosas serias —dijo Seo, sirviéndome lo mismo que tomaban ellos. No sabía si la conversación que mantenían antes de que yo llegara era la misma en la que estaba a punto de participar—. Estaba comentando a Felix cómo podemos introducir una falsificación de La belle ferronière valorada en 130 millones de wones —soltó con descaro, sabiendo que no me escandalizaría.
—El cuadro no importa. Lo que interesa es el contenido y el contenido no se detecta. ¿No es así? —dije. Mi tío dio varias palmadas, orgulloso de mi.
—A menos que pase un examen radiactivo muy exhaustivo —añadió Felix, arqueando las cejas.
—Algo que no va a ocurrir —susurré, antes de pasar mi lengua por el filo del vaso.
—Eres muy listo —dijo mí tío, presuntuoso.
Para mí tio y para mi padre, yo era el perfecto mafioso. Un estratega por excelencia. Aunque esas cualidades venían de familia. Por mis venas corría tanto la sangre de los Lee como la de los Park, sin duda los reyes de la quimera. Con una mirada podían someter a cualquiera, por muy terco que fuera. Y ese poder yo sabía explotarlo en toda su plenitud. Estrategia y dominio. Maestría y persuasión. La perfecta mezcla para el perfecto mafioso.
—He tenido buenos maestros. —Dejé el vaso sobre la mesa y rescaté la última gota de vodka de mis labios—. ¿De dónde procede? —pregunté, sin poder evitar imaginar los labios de Seungmin rozando mi cuello.
—Hong Kong —contestó Felix, que me observaba extrañado.
Seguro que sabía en quién estaba pensando.
—¿Cuándo? —volví a preguntar.
—La semana que viene debo ir allí. Traeré el cuadro yo mismo. Debo comprobarlo —dijo mi tío.
—¿Por qué no este mismo lunes? No hay por qué que esperar —propuse.
—Eso mismo pensaba yo. —Felix me apoyó—. No me gusta que Wang Xiang tenga el cuadro tanto tiempo ahora que está terminado, y más sabiendo lo que contiene.
—¿Por qué tanta prisa? —preguntó mi tío.
—No se trata de la rapidez, sino de los problemas que puede provocar la espera —dije, pensando lo bien que me iría irme de Corea cuanto antes—. No tenemos por qué esperar. Cuanto antes terminemos con esto antes tendremos los resultados. Un simple día puede hacer cambiar el transcurso de la operación. Después de todo, hay demasiadas cosas en juego. —Felix se apoyó en la mesa.
Me miró de nuevo y añadió—: Está bien, saldremos la madrugada del martes. Así que será mejor que aproveches el día para dormir lo máximo posible. El jetlag es insoportable por las siete horas de diferencia. Iremos en el jet privado.
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Mírame
FanfictionKim seungmin, un joven adolescente de la alta aristocracia coreana, regresa a Corea tras muchos años de internado sin entender muy bien por qué su familia lo quiere de vuelta. Allí se reencuentra con Lee Min-ho, un conocido de la familia con quien n...